Un Gobierno progresista, ahora
El autor defiende que con el pacto entre los socialistas y Los Verdes "es m¨¢s cre¨ªble la capacidad de articular alrededor del PSOE un cambio de Gobierno inaplazable".
No hay tiempo que perder. Ni rev¨¢lidas. Ni segundas oportunidades. Ni derrotas dulces cuando lo que se juega no es la saludable alternancia, sino el anclaje pol¨ªtico y la contribuci¨®n de Espa?a en el mundo y en Europa en un momento tan cr¨ªtico para el futuro del planeta y de la humanidad. Los datos y los hechos confirman que ni exagero, ni dramatizo. El mundo es hoy mucho peor para la mayor¨ªa desfavorecida y m¨¢s inseguro para la minor¨ªa privilegiada. Y el Gobierno del Partido Popular ha contribuido con entusiasmo al unilateralismo norteamericano y el debilitamiento de las organizaciones internacionales, como por ejemplo las Naciones Unidas, as¨ª como a la fractura europea. El balance de estos ocho a?os de Gobiernos del PP y, en especial, los de la autoritaria segunda legislatura es desolador: en lo social, lo ecol¨®gico y lo internacional. Y de consecuencias desgarradoras si reedita su gesti¨®n con una nueva victoria. A pesar de ello algunos progresistas bienintencionados, junto con algunos estrategas de regate corto, parecen conformados a una victoria p¨ªrrica, autocomplaciente y t¨ªmida, centrada en impedir la victoria por mayor¨ªa absoluta del PP.
No es tiempo de conformismos. Ni la situaci¨®n global internacional, ni la situaci¨®n espa?ola pueden soportar cuatro a?os m¨¢s de pol¨ªticas antisociales y antiecol¨®gicas en el epicentro del espacio p¨²blico y democr¨¢tico. Nos jugamos el futuro -y no son s¨®lo palabras- si no somos capaces de establecer pol¨ªticas rigurosas basadas en otro modelo de relaciones econ¨®micas para frenar el abismo insoportable y suicida de pobreza y de extrema pobreza que aprisiona a m¨¢s de media humanidad, agravado por el incuestionable cambio clim¨¢tico y por la degradaci¨®n del patrimonio natural del planeta. Y que es, en muchos casos, el caldo de cultivo de la desesperaci¨®n y el fanatismo, paso previo a distintas formas de terrorismo. Necesitamos que Europa sea capaz de reequilibrar la relaci¨®n atl¨¢ntica con otras sensibilidades y propuestas diferentes a las de la actual Administraci¨®n norteamericana. Y para ello, es imprescindible un cambio de Gobierno en Espa?a: aut¨¦ntico Caballo de Troya que ha minado la unidad pol¨ªtica europea pensando m¨¢s en los beneficios de su relaci¨®n privilegiada con la Administraci¨®n Bush que en los intereses de la mayor¨ªa. Hoy vemos las consecuencias de su c¨¢lculo pol¨ªtico fundamentado en lo mercantil y en la ambici¨®n. Ni tenemos m¨¢s horizontes econ¨®micos, ni somos m¨¢s determinantes en la pol¨ªtica europea e internacional, ni contribuimos a la consolidaci¨®n de tecnolog¨ªas m¨¢s limpias y m¨¢s eficientes. En cambio, pagamos la factura de nuestra relaci¨®n con dinero, sumisi¨®n, exclusi¨®n del eje europeo y con soldados en ocupaciones militares como la de Irak. Estamos m¨¢s solos en el mundo y somos m¨¢s antip¨¢ticos en Europa y estamos cada vez m¨¢s lejos de los pa¨ªses que avanzan simult¨¢neamente en lo social, en lo ambiental y en lo econ¨®mico.
En este contexto hay que enmarcar el reciente acuerdo PSOE-Los Verdes para articular una mayor¨ªa alternativa a la del PP. Por eso, por las consecuencias -nacionales y globales- para el futuro de la construcci¨®n europea en un mundo global, Los Verdes Europeos apoyan con firmeza el acuerdo alcanzado. La Europa democr¨¢tica, la Europa de la Constituci¨®n, la Europa que marca como objetivo un desarrollo m¨¢s sostenible, la Europa capaz de compensar y frenar el desvar¨ªo de la actual Administraci¨®n norteamericana necesita de la aportaci¨®n espa?ola con un cambio de Gobierno.
No siempre es f¨¢cil llegar a acuerdos. Los recelos y las desconfianzas, junto a una tradici¨®n poco flexible e imaginativa de la acci¨®n pol¨ªtica en Espa?a siembran de prevenci¨®n lo que deber¨ªa ser un aliciente. Hoy, con el acuerdo program¨¢tico, pol¨ªtico y electoral suscrito, es m¨¢s cre¨ªble la capacidad de articular alrededor del PSOE un cambio de Gobierno inaplazable. Y esta capacidad de credibilidad junto con la aportaci¨®n program¨¢tica ecologista son -creo- las principales virtudes del acuerdo. Por eso, cuando se dice que con ¨¦l nos comprometemos a cumplir "a rajatabla" el Protocolo de Kioto, no estamos hablando s¨®lo de evitar los efectos ambientales del cambio clim¨¢tico. Estamos hablando de m¨¢s salud y m¨¢s calidad de vida para todos, de m¨¢s innovaci¨®n tecnol¨®gica, de un nuevo modelo energ¨¦tico donde las energ¨ªas renovables dejen de ser marginales y en el que se elimine gradualmente la energ¨ªa nuclear; hablamos de una ordenaci¨®n del territorio m¨¢s equilibrada, de ciudades m¨¢s habitables, de un impulso al medio rural... Tambi¨¦n hablamos de pedagog¨ªa pol¨ªtica y de una profundizaci¨®n de la democracia, con ciudadanos m¨¢s informados, m¨¢s responsables y m¨¢s exigentes. En definitiva, es el cambio de modelo de desarrollo por otro menos depredador, m¨¢s sostenible y con m¨¢s redistribuci¨®n de la riqueza. Esta es la verdadera significaci¨®n del acuerdo. Un cambio de ecuaciones en la gesti¨®n. Porque ser rico en dinero y ser pobre en salud, en educaci¨®n, en calidad medioambiental es un negocio al que s¨®lo pueden aspirar algunos inmorales, pero nunca unos pol¨ªticos democr¨¢ticos. Ni en su pa¨ªs ni en el mundo.
Los retos europeos, la seguridad global y las cuestiones medioambientales han removido el pensamiento ecopacifista y ecologista, poni¨¦ndolos a prueba en la actualizaci¨®n de su ideario y en la capacidad de administrar las diferencias y las contradicciones desde posiciones radicalmente democr¨¢ticas en la vida interna de sus propias formaciones pol¨ªticas. M¨¢s all¨¢ de diferencias y discrepancias, Los Verdes tienen abierto el camino del compromiso pol¨ªtico, que hay que ejercer no como una servidumbre, sino como la v¨ªa para verificar la capacidad que tienen sus propuestas de modificar positivamente el mundo realmente existente. Una fuerza no mayoritaria, a veces muy minoritaria, no puede pretender modificar radicalmente las pol¨ªticas, excepto desde la nostalgia de la violencia revolucionaria. Pero si huye del testimonialismo, tan est¨¦ril como reconfortante, puede multiplicar su influencia.
Hace dos a?os escrib¨ªa en estas mismas p¨¢ginas un art¨ªculo firmado conjuntamente con mi amigo y presidente del Grupo Parlamentario de Los Verdes en el Parlamento Europeo Daniel Cohn-Bendit: "Los Verdes pueden ser un socio molesto pero leal e imprescindible para formar mayor¨ªas progresistas. Y frenar a la derecha es hoy, ante sus derivas poco democr¨¢ticas y ante los retos de la globalizaci¨®n, el objetivo principal". Vamos a trabajar duro. Con entusiasmo, no a favor de un partido, sino de un acuerdo y de un programa. Somos peque?os, pero nuestro link con la sociedad creativa y emergente es claro. Y vamos a contribuir a que la alternativa pol¨ªtica en Espa?a sea m¨¢s cre¨ªble y posible con nuestra participaci¨®n.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mendiluce es eurodiputado y portavoz de Los Verdes.
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