Verdi y su ¨®pera 'Gustavo III' vencen a la censura
El teatro San Carlo, de N¨¢poles, reconstruye la obra creada en 1858

Giuseppe Verdi estren¨® el domingo en N¨¢poles, por fin, su ¨®pera Gustavo III. El acontecimiento lleg¨® con un retraso de 146 a?os, debido a una acumulaci¨®n de censuras (por parte de los Borb¨®n napolitanos y el Vaticano) y al hecho de que Verdi, harto de modificar su Gustavo, lo transform¨® en Un ballo in maschera y le dio un libreto que, dentro de un g¨¦nero propenso a la incongruencia, se alz¨® probablemente hasta las m¨¢s altas cimas del absurdo oper¨ªstico. La reconstrucci¨®n de Gustavo III obtuvo el aplauso del p¨²blico que abarrotaba el teatro San Carlo.
Hay que retroceder hasta 1858 para explicar c¨®mo un fil¨®logo, Philip Gossett, y una music¨®loga, Ilaria Narici, responsable de la edici¨®n cr¨ªtica de la obra completa verdiana, lograron extraer Gustavo III, la ¨®pera desaparecida, de los borradores y archivos del compositor. Y c¨®mo una conspiraci¨®n de arist¨®cratas escandinavos contra un d¨¦spota ilustrado acab¨® ocurriendo en Boston.
Para presentar la obra donde deb¨ªa haberse estrenado hace 146 a?os, Gossett y Narici utilizaron el libreto primigenio y sus dos primeras evoluciones
A principios de enero de 1858, Giuseppe Verdi viajaba en barco entre G¨¦nova y N¨¢poles, con un manuscrito reci¨¦n terminado en el equipaje. El libretista, Antonio Somma, se hab¨ªa basado en el asesinato del rey Gustavo III, ocurrido en 1792 en el Teatro Real de Estocolmo, durante un baile de m¨¢scaras, para crear una historia de amor tr¨¢gico. El nombre de la ¨®pera no era, sin embargo, el original, Gustavo III, porque los Borbones que gobernaban N¨¢poles tem¨ªan que los suecos se molestaran; la historia, con m¨ªnimos retoques, hab¨ªa sido desplazada a una peque?a corte ducal y rebautizada como Una venganza en domin¨®.
El d¨ªa en que Verdi desembarc¨® en N¨¢poles, el 14 de enero, la corte borb¨®nica ya no se conformaba con los cambios efectuados por Verdi y Somma. Acababan de llegar noticias de un atentado fallido contra Napole¨®n III, emperador de Francia y tutor de la dividida Italia, y los censores napolitanos consideraban osada toda referencia a un magnicidio. Con gran esp¨ªritu creativo, los censores propusieron un nuevo nombre, Adeglia degli Adimari, una nueva ambientaci¨®n, en la Florencia medieval, y un banquete en lugar del baile de disfraces. Verdi, furioso, ofreci¨® el Gustavo III a un empresario de Roma.
La censura del papa P¨ªo IX, por entonces monarca absoluto de los Estados Pontificios, result¨® tan severa y creativa como la napolitana. El Vaticano rees-cribi¨® el libreto, cambiando por completo el argumento, y lo rebautiz¨® como El conde de Gotemburgo. La Inquisici¨®n s¨®lo estaba dispuesta a autorizar el estreno con la intriga original si ¨¦sta se ambientaba lej¨ªsimos. En las colonias americanas, por ejemplo. Verdi y Somma, hastiados, convirtieron al rey Gustavo en gobernador brit¨¢nico de Boston y cambiaron lo menos posible el texto y la m¨²sica. Con el resultado conocido: un gobernador rodeado de pajes, un baile de m¨¢scaras en la puritana Nueva Inglaterra y una conspiraci¨®n incomprensible encabezada por dos tipos llamados Sam y Tom. Un ballo in maschera se estren¨® en Roma el 17 de febrero de 1859.
El argumento del baile bostoniano caus¨® embarazo a varias generaciones de directores teatrales. En 2002, por primera vez, se reconstruy¨® en Gotemburgo (Suecia) el Gustavo III, en un experimento de discreto ¨¦xito. Para presentar la obra donde deb¨ªa haberse estrenado en 1858, en el San Carlo napolitano, Gossett y Narici utilizaron el libreto primigenio y sus dos primeras evoluciones, Una vendetta in domin¨® y Adeglia degli Adimari: el 75% de la m¨²sica estaba all¨ª y era casi id¨¦ntico, l¨®gicamente, a la partitura de Un ballo in maschera. Otro 15% pod¨ªa deducirse de los borradores que Verdi transportaba en su viaje desde G¨¦nova a N¨¢poles. Con el 10% restante hubo que hacer, en palabras de Gossett y Narici, "un trabajo de reconstrucci¨®n hipot¨¦tica" que, sin embargo, se vio respaldado a posteriori gracias al hallazgo de un fragmento perdido de Vendetta, vendido el a?o pasado por la casa de subastas Sotheby's en Londres. El fragmento se correspond¨ªa casi exactamente con las hip¨®tesis de los dos restauradores de la ¨®pera.
El director del Gustavo III estrenado en el San Carlo, Ruggero Cappuccio, y el escen¨®grafo Nicola Rubertelli crearon decorados que mezclaban Estocolmo y N¨¢poles; el director de orquesta Renato Palumbo, por su parte, intent¨® que la m¨²sica se subordinara a un texto desconocido para la audiencia. El ex gobernador Gustavo (Carlo Ventre), devuelto a la condici¨®n real; su amada Amelia (Elisabete Matos); el marido asesino, que ya no era el secretario Renato sino el conde Ankastrom (Vlad¨ªmir Stoyanov); y los conspiradores Ribbing y Dehorn, despojados de nombres tan prosaicos como Tom y Sam, fueron aplaudidos durante m¨¢s de cinco minutos al t¨¦rmino de la representaci¨®n.

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