La multa
El Ayuntamiento de Valencia se apresta a dar un golpe definitivo a las prostitutas y a los gorrillas y para ello ha previsto un plan que sin duda los eliminar¨¢ de la faz de la ciudad.
Ha pensado que la mejor soluci¨®n contra la plaga ciudadana que significan pasa por imponerles una multa cada vez que se les vea ejerciendo su denostada y peripat¨¦tica actividad, por lo que en fechas pr¨®ximas aprobar¨¢ una disposici¨®n que as¨ª lo prevenga.
Parece imposible que falle tan ingenioso plan, ya que es bien conocido que si algo pueden temer esos trabajadores callejeros es la sanci¨®n pecuniaria, que socava sus bien asentados patrimonios a la vez que les marca socialmente en caso de impago. Ser¨¢ digno de observar el espect¨¢culo que supone la imposici¨®n de la multa por parte de la autoridad, siempre en la cerrada noche, en las proximidades del puerto o los m¨¢rgenes fluviales, o bien en las aglomeraciones que se producen aleda?os los centros de ocio, ya que son los momentos y lugares en que ejercen su actividad ambos espec¨ªmenes urbanos. Aunque tampoco ser¨¢ despreciable observar el trabajo de los letrados municipales y el posterior de otros funcionarios para emprender las ejecuciones que a buen seguro se producir¨¢n por los impagos voluntarios de las multas. No tengo a mi disposici¨®n datos fiables que avalen esta opini¨®n, pero mucho me temo que no es grande el porcentaje de los llamados gorrillas que incorpora al efectuar su declaraci¨®n del IRPF o del Patrimonio los ingresos obtenidos por tan lucrativa actividad. Lo mismo sospecho de las prostitutas callejeras, cuanto m¨¢s que, al ser ¨¦stas en su mayor¨ªa extranjeras y sin permiso de residencia habitual en nuestro pa¨ªs, deben realizar una declaraci¨®n de mayor complejidad, como sujetos pacientes del impuesto en su modalidad de obligaci¨®n "real" en vez de personal. As¨ª, el embargo necesario para el cobro de las ejecutadas multas parece que se demorar¨¢ y complicar¨¢, e incluso pudiera suceder que los costes superasen de lejos a los ingresos y la efectividad del plan quedase en entredicho.
Sin duda es dif¨ªcil para cualquier ciudad luchar contra algunas molestas actividades, y atender a los bienpensantes ciudadanos que pretenden soluciones fulminantes a problemas que s¨®lo se combaten atacando las ra¨ªces del problema, cuales son la pobreza y la marginaci¨®n, lo que es caro y lento. Pero de ah¨ª a buscar una soluci¨®n te¨®rica, que lava la cara de nuestros gobernantes justificando su inacci¨®n de fondo, y considerarnos tontos de remate al creer que lo propuesto est¨¢ en raz¨®n, media un abismo que no debieran intentar que nos engullese.
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