PP: el apoderamiento del Estado
EN LA MADRUGADA del mi¨¦rcoles al jueves pasado, m¨¢s de 24 horas despu¨¦s de que la Junta Electoral Central suspendiese una inmensa y abusiva campa?a de publicidad del Ministerio de Trabajo, las vallas de la misma -vendiendo el derecho a las pensiones p¨²blicas como un logro del departamento- segu¨ªan instaladas en muchos paneles de la Empresa Municipal de Transportes, en los lugares en que los ciudadanos esperan los autobuses p¨²blicos. Seguramente se trata de un error del que no era culpable -aunque s¨ª responsable- el departamento de Eduardo Zaplana, pero es una demostraci¨®n del paroxismo de este pol¨ªtico -tambi¨¦n portavoz del Gobierno de Aznar- sobre la propaganda.
No s¨®lo desde que lleg¨® al Gobierno estatal, sino antes en la Generalitat valenciana y en la prehistoria como presidente de la Diputaci¨®n de Alicante ("En la operaci¨®n que lleva a Zaplana a la presidencia provincial participa activamente Rosendo Naseiro, el tesorero del partido, que ha sustituido a ?ngel Sanch¨ªs, un hombre que gestionando las finanzas de Alianza Popular ha hecho una fortuna que le permite tener una hacienda en Argentina con aeropuerto y avioneta privados", cuenta Enrique de Diego en su libro Pretorianos. De d¨®nde vienen y ad¨®nde van los fontaneros de La Moncloa), Zaplana ha tenido un reflejo condicionado pavloviano con la publicidad (Pavlov se hizo famoso por conseguir que la cabeza reci¨¦n cortada de un perro salivase ante un plato de comida). El hoy biministro ha vendido sus ¨¦xitos y los del PP, como si los ciudadanos fuesen infinitamente manejables y pudiesen creerse cualquier cosa, siempre que ¨¦sta sea repetida de modo constante. Para ¨¦l no hay diferencias entre la publicidad y la pedagog¨ªa pol¨ªticas.
La calidad de la democracia y la libertad econ¨®mica han sufrido un serio retroceso con el PP. La ¨²ltima prueba ha sido la 'confusi¨®n' entre intereses partidistas y generales en la campa?a de publicidad de Zaplana
El 5 de septiembre y el 1 de octubre pasados, el Ministerio de Trabajo sac¨® dos concursos de publicidad en el Bolet¨ªn Oficial del Estado por valor de m¨¢s de 30 millones de euros (casi 5.000 millones de las antiguas pesetas) -mucho m¨¢s de lo que ganan en un a?o algunas de las empresas que cotizan en Bolsa-, para vender las excelencias de su ministerio. La primera, denominada "plan de comunicaci¨®n global", y la segunda, sobre la obligatoria revalorizaci¨®n de las pensiones y el abono, en su caso, de una paga ¨²nica de compensaci¨®n, consensuada por todos los partidos pol¨ªticos en el marco del Pacto de Toledo. Cualquiera que haya visto la televisi¨®n, o¨ªdo las radios, le¨ªdo los peri¨®dicos o paseado por las calles se habr¨¢ sentido abrumado por la magnanimidad del se?or Zaplana. Su justificaci¨®n, y la del vicepresidente Arenas, de que los pensionistas y los aut¨®nomos deb¨ªan enterarse de las mejoras obtenidas multiplica por cien la mala fe de una campa?a que cualquier ciudadano medianamente preparado identificar¨¢ con publicidad institucional de partido. Doble car¨¢cter que encierra una contradicci¨®n en sus t¨¦rminos.
La Junta Electoral Central ha entendido el abuso y ha suspendido la campa?a publicitaria. Pero muy tarde: el efecto est¨¢ hecho. Seg¨²n los ¨²ltimos estudios, un 55% de los ciudadanos se informa de las elecciones a trav¨¦s de la televisi¨®n; un 25%, por la radio, y un 20%, por los peri¨®dicos. Contr¨¢stense estos porcentajes con los ¨²ltimos proporcionados por el Puls¨®metro de la cadena SER: a estas alturas, un 53,7% de los ciudadanos todav¨ªa no conoce las propuestas electorales del PSOE. La campa?a electoral ha comenzado con uno de los contendientes con un brazo atado a la espalda, y el otro, acompa?ado del ¨¢rbitro de la contienda.
El apoderamiento del Estado ha sido una constante del PP en sus dos legislaturas. No le ha bastado con crear un sector privado gubernamental a trav¨¦s de la privatizaci¨®n de muchas empresas p¨²blicas y con las presiones sobre los medios de comunicaci¨®n privados, sino que ha confundido los intereses privados del partido con los generales del Estado. La libertad econ¨®mica y la calidad de la democracia se han deteriorado en profundidad. Ello forma parte principal del balance de estos a?os.
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