La mujer que desafi¨® las convenciones
El deporte tiene unos pocos h¨¦roes que trascienden a su tiempo y al marco de sus haza?as. A esta distinguida raza pertenece Fanny Blankers-Koen, la ¨²nica mujer que ha conseguido cuatro medallas de oro en una edici¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos. Ninguna otra atleta lo ha conseguido: ni Jackie Joyner, ni Marion Jones, ni Heidi Rosendahl, ni Florence Griffith. Pero la gesta de Blankers-Koen en los Juegos de 1948 se escapa al n¨²mero de medallas. A su manera, alcanza el significado de Jesse Owens doce a?os antes, en Berl¨ªn 36, frente al f¨¹hrer y el trompeteo nazi. Quiz¨¢ porque aquellos a?os, los que antecedieron y siguieron a la II Guerra Mundial, permanecen grabados a fuego en la memoria colectiva de la humanidad, sus h¨¦roes adquieren proporciones m¨ªticas. Fueron tiempos de dificultades, de guerras, de miseria y grandeza, de necesidades que requer¨ªan respuestas gigantescas.
La haza?a de Jesse Owens en Berl¨ªn fue una de esas respuestas gigantescas. Ocho a?os antes del desembarco de Normand¨ªa, aquel hombre de raza negra, hijo de un recogedor de algod¨®n en la intolerante Alabama, le infligi¨® la primera derrota a Hitler. Lo hizo solo, en el m¨¢s hostil de los escenarios -el estadio Ol¨ªmpico de Berl¨ªn-, sin otras armas que su formidable calidad como atleta y el orgullo para demostrarlo. Cuando Hitler abandon¨®, amargado, el palco presidencial, mucho del mito ario se retiraba con ¨¦l.
Fanny Blankers-Koen pertenece a la misma saga de campeones trascendentes. No era negra como Owens, pero su combate tambi¨¦n tuvo gran rango. Era mujer, ten¨ªa dos hijos y estaba en el comienzo de un nuevo embarazo. Con 30 a?os, en la dura postguerra holandesa, era principalmente una ama de casa. As¨ª la calific¨® la prensa de la ¨¦poca, no sin cierto desprecio en ciertos sectores. Poco importaba que Blankers-Koen fuera una estrella del deporte. Hab¨ªa participado doce a?os antes en los Juegos de Berl¨ªn, en los que fue quinta con el equipo holand¨¦s de relevos de 4x100 metros y sexta en el salto de altura. Cuando termin¨® la II Guerra Mundial, regres¨® a la competici¨®n con sus habituales se?as de identidad: poderosa y vers¨¢til. Lleg¨® a los Juegos de 1948 con cuatro r¨¦cords del mundo en su poder, aunque no pudo defender su liderazgo en las pruebas de salto de altura y de longitud. En aquellos d¨ªas, las mujeres s¨®lo pod¨ªan participar en tres competiciones individuales, seg¨²n la idea que se ten¨ªa de sus limitaciones f¨ªsicas.
Blankers-Koen contribuy¨® m¨¢s que ninguna otra atleta a acabar con estos prejuicios y con los otros, los sociales. Era madre de dos hijos, pero le gustaba correr y saltar, disfrutaba del placer de la competici¨®n y no cre¨ªa que su condici¨®n de ama de casa le impidiera satisfacer aquello que les estaba permitido a los hombres. En aquel Londres sombr¨ªo de la postguerra, en el umbral de una nueva ¨¦poca social, Blankers-Koen no s¨®lo gan¨® m¨¢s medallas que nadie. Se gan¨® un puesto entre los h¨¦roes imperecederos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.