Un equipo para so?adores
Nace en Cantabria el Saunier Duval-Prodir, otro conjunto espa?ol de primera divisi¨®n
Ni una sola vez son¨® la palabra dopaje el viernes pasado en Puente Viesgo. En la balnearia localidad c¨¢ntabra se present¨® un equipo ciclista; se reunieron decenas de personas de ese mundo; hubo discursos de dirigentes, de pol¨ªticos, de corredores; llovi¨®; se habl¨® de pasi¨®n; se habl¨® de sue?os, de ilusi¨®n, de amor y de bicis. Pero, pese a la que le est¨¢ cayendo de nuevo al ciclismo, de ning¨²n labio sali¨® la palabra dopaje. Quiz¨¢s no ten¨ªa sentido. Nac¨ªa un equipo -hecho que contradice las modernas tendencias del ciclismo espa?ol- y no hab¨ªa lugar para las dudas.
El equipo c¨¢ntabro, llamado Saunier Duval-Prodir -una empresa multinacional fabricante de calderas y de elementos de climatizaci¨®n es el patrocinador principal y una f¨¢brica suiza de bol¨ªgrafos de empresa el segundo-, llega al pelot¨®n vestido de amarillo-Mercatone y cargado de nombres y referencias emotivas. Llega como equipo c¨¢ntabro, heredero del Teka, desparecido hace a?os.
Llega como fruto del amor de F¨¦lix Iglesias, el delegado en Cantabria de Saunier Duval, que lleva 20 a?os patrocinando equipos cadetes, juveniles, femeninos y aficionados, el ¨²ltimo escal¨®n de una progresi¨®n l¨®gica, y de la ambici¨®n de Josean Fern¨¢ndez, conocido como Matxin porque, cuando era un ciclista amateur, su mayor referencia en el pelot¨®n consist¨ªa en ser primo de Carlos Mach¨ªn, un profesional del Zahor.
Matxin, de 33 a?os, no lleg¨® a ser ciclista profesional -"era un paquete", dice-, pero encontr¨® r¨¢pidamente su vocaci¨®n en el volante de un coche de equipo. Diez a?os despu¨¦s, tras una tenaz traves¨ªa de la categor¨ªa amateur y tras a?os de meritorio en equipos italianos, Matxin ya tiene su equipo profesional, un equipo de primera, un conglomerado hispano-italiano, casi cuatro millones de euros de presupuesto. Un equipo al que no acepta la asociaci¨®n espa?ola porque no se rige por sus normas laborales.
Sentado por la noche, agotado y feliz, a la mesa de la cena, Matxin se gira y contempla en la de al lado, satisfecho, el buen apetito de sus pupilos, la alegr¨ªa del carism¨¢tico Perdiguero, preocupado por su coleta a lo Beckham, la melancol¨ªa del escalador italiano Piepoli, las ganas de comerse el mundo de Joaquim Rodr¨ªguez, el catal¨¢n que dej¨® el ONCE para volar solo y alto, la sobriedad de Juan Carlos Dom¨ªnguez, el vallisoletano que alarga su carrera en un nuevo equipo, los inevitables m¨®viles multimedia en manos de los italianos, del fogoso sprinter Loddo, enorme cuello de toro; del veterano Strazzer, del jovencito Mori...
Se gira un poco m¨¢s Matxin y en la mesa m¨¢s lejana, compartiendo mantel con mec¨¢nicos y masajistas; con la m¨¦dico, Mar¨ªa Sagasti, especialista en homeopat¨ªa; con I?igo San Mill¨¢n, un genio a la hora de programar entrenamientos, de calcular los picos de forma..., all¨ª est¨¢n Pietro y Vittorio Algeri, dos reputados, dos hist¨®ricos directores italianos que por primera vez en su vida trabajar¨¢n en el mismo equipo. Lo har¨¢n, humildes, a las ¨®rdenes de un jovencito, de Matxin, que suspira y concluye: "Lo importante es que nos divertimos mucho juntos".
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