La ¨²ltima 'chilena'
Fallece el m¨ªtico Le¨®nidas, brasile?o, el ¨²nico jugador que ha marcado en todos sus partidos mundialistas, uno de los cuales lo jug¨® descalzo
Maldito Alzheimer que ya no le dejaba recordar sus espectaculares goles. Maldita dolencia que le negaba la capacidad de evocar sus lejanos y felices d¨ªas de gloria. El s¨¢bado, en una cl¨ªnica del extrarradio de Sao Paulo, falleci¨® a los 90 a?os Leonidas da Silva, el delantero brasile?o m¨¢s c¨¦lebre de los a?os 30 y 40. Todo un pionero en la evangelizaci¨®n futbol¨ªstica de un pa¨ªs que acab¨® adoptando el culto al bal¨®n como religi¨®n nacional. Las estad¨ªsticas dicen que Le¨®nidas (R¨ªo de Janeiro, 1913) marc¨® 25 goles en 26 partidos con la selecci¨®n brasile?a, y que es el ¨²nico jugador que anot¨® goles en todos los partidos de la Copa del Mundo en los que particip¨®. Jug¨® los mundiales de 1934 en Italia y de 1938 en Francia, siendo m¨¢ximo goleador del torneo en la cita gala con ocho dianas. Tambi¨¦n logr¨® cientos de tantos con sus clubes: Bonsucesso, Nacional de Montevideo, Vasco da Gama, Botafogo, Flamengo y Sao Paulo. Pero eso s¨®lo son n¨²meros. La leyenda habla de un prol¨ªfico goleador que aportaba un valor a?adido a su juego en forma de plasticidad y belleza. Son escasas las im¨¢genes que muestran para la posteridad la grandeza de un delantero que ingres¨® con pleno derecho en el santoral futbol¨ªstico verde-amarelho. A ¨¦l se le atribuye la invenci¨®n del acrob¨¢tico remate conocido en Espa?a como chilena y que en Brasil se llama bicicleta. Con el cuerpo en el aire, cabeza abajo, de espaldas al suelo y con un movimiento de tijera de las piernas. En el museo del estadio Morumbi de Sao Paulo hay una talla de madera, de tama?o natural, que inmortaliza a Le¨®nidas ejecutando ese espectacular remate. Pero ¨¦l, siempre modesto, sol¨ªa declarar divertido que los derechos de autor de esa suerte pertenec¨ªan al delantero del San Lorenzo argentino Petronilho de Brito, mientras que en Chile se le atribu¨ªa al delantero Unzaga. Una simple an¨¦cdota entre las muchas historias que crearon el mito de Le¨®nidas. Como aquellos minutos del encuentro Brasil-Polonia en el Mundial de Francia de 1938 que el artillero carioca jug¨® descalzo porque el terreno de juego estaba embarrado, hasta que el ¨¢rbitro le oblig¨® a ponerse las botas. Como la ocasi¨®n en la que mostr¨® sus genitales a un p¨²blico hostil y entonces ultraelitista en Santos como respuesta a las chanzas que le lanzaban desde la grada por su fama de mujeriego. Como los ocho meses que pas¨® en prisi¨®n por falsificar documentos m¨¦dicos para librarse del servicio militar, tratado con reverencia por el resto de los reclusos. En Brasil le llamaban el diamante negro, y la prensa francesa, impresionada por su elasticidad, sus regates indescifrables y la musicalidad que desprend¨ªan sus movimientos en aquel Mundial del 38, le coloc¨® el seud¨®nimo de hombre de goma. Era tanta su popularidad en Brasil que cuando fue presentado con el Sao Paulo m¨¢s de 10.000 personas fueron a recibirle a la Estaci¨®n de la Luz. Un n¨²mero superior al que rindi¨® honores en la capital paulista al entonces Presidente de la Rep¨²blica Getulio Vargas. Tras colgar las botas en 1950 se hizo t¨¦cnico y luego comentarista radiof¨®nico. Pero en los a?os 70 el Alzheimer y la diabetes ya comenzaban a da?ar seriamente sus facultades.
Seg¨²n el dramaturgo Nelson Rodr¨ªguez, Le¨®nidas "era un jugador rigurosamente brasile?o. Ten¨ªa la fantas¨ªa, la infantilidad la improvisaci¨®n, y la sensualidad de nuestros t¨ªpicos cracks". Le¨®nidas se ha apagado sin memoria, pero su pa¨ªs dificilmente le olvidar¨¢.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.