Mi parte femenina y yo
Me encuentro un folleto en una farola. Es de color rojo y en ¨¦l pone: "C¨ªrculo de hombres. (Encuentros quincenales.) Hombres de Horta-Guinard¨® dispuestos a revisar y cuidar su masculinidad, expresar sus opiniones y sentimientos, revitalizar su inteligencia emocional...". Lo arranco y sigo andando, pero en la farola siguiente me encuentro otro folleto, este de color amarillo p¨¢lido. En ¨¦l pone: "C¨ªrculo de mujeres. (Encuentros quincenales.) Mujeres de Horta-Guinard¨® dispuestas a: revisar y cuidar su feminidad...". S¨ª, hasta aqu¨ª es lo mismo, s¨®lo que cambi¨¢ndole el sexo. Pero m¨¢s abajo, la cosa var¨ªa. A las mujeres se nos propone "revitalizar tu sensibilidad", en lugar de "revitalizar tu inteligencia emocional" como a los hombres. Lo otro, lo de expresar opiniones y sentimientos, es igual para los dos casos. El precio y los horarios tambi¨¦n son distintos seg¨²n seas hombre o mujer. Ellos quedan los viernes de 20.00 a 24.00. Ellas, los viernes de 20.00 a 22.00. Ellos pagan 40 euros por sesi¨®n, pero los encuentros incluyen material y cena. Ellas pagan 15, pero en el papel no pone nada de cena ni de materiales. Si hay algo que me vendr¨ªa bien es revisar mi feminidad, o sea que llamo enseguida al n¨²mero de m¨®vil que sale en el folleto, el 696 594 045, y voy para all¨¢.
Clases para revitalizar "la inteligencia emocional" (ellos) y "la sensibilidad" (ellas). Viaje al fondo de un anuncio callejero
Me reciben los amables terapeutas: Carmen Dalaki (la de las mujeres) y Raimon Casals (el de los hombres). La asociaci¨®n a la que pertenecen se llama Comp¨¢s y s¨®lo les digo -para que se hagan una idea de su gran solvencia- que va a participar en el F¨°rum 2004. Me proponen que, como de momento soy la ¨²nica persona que ha llamado, empecemos con una clase de "energ¨ªa postural" y un masaje llamado "Zero balancing". Se ve que durante el masaje hay m¨²sica en directo: un se?or toca mientras Carmen te toca. T¨ªmidamente, les pregunto por qu¨¦ no hacen un solo grupo con hombres y mujeres juntos. Me contestan que no puede ser de ninguna manera, que las mujeres estamos "m¨¢s trabajadas interiormente". Eso s¨ª, al final, habr¨¢ un encuentro entre todos. "Aunque ser¨¢n encuentros con sentido, ?eh?", me aclaran. "Los solsticios, los equinoccios... El calendario solar-lunar ofrece tantas pautas de juego...". Mientras se sirve un t¨¦, Raimon me confiesa algo que yo ya intu¨ªa: "Estamos muy ilusionados con el F¨°rum 2004... Nuestra participaci¨®n en el evento ser¨¢ un trabajo que se llamar¨¢ tarann¨¤ tribal: un debate sobre lo que llamamos 'ecolog¨ªa de las relaciones'. La parte masculina y la parte femenina, vamos. Porque aqu¨ª, en las ciudades, el lado masculino no se tiene en cuenta, aqu¨ª no crece nada. Aqu¨ª s¨®lo consumimos. El hombre no saca sus sentimientos, es el que empieza las guerras". Y Carmen a?ade: "Las mujeres valoran la vida de otra manera. Cuando t¨² entiendes parte de tu interior...". De repente, ¨¦l la interrumpe, preocupado. "Perdona, has dicho 't¨²' pero ser¨ªa mejor decir 'yo'. Porque si dices 'yo' est¨¢s tomando parte en la responsabilidad". Ella asiente: "S¨ª, tienes raz¨®n. Hubiese tenido que decir 'yo' y no 't¨²". Aclarado este matiz b¨¢sico, Raimon me explica que el calentamiento del planeta tambi¨¦n se produce por culpa de la parte masculina del cosmos. La parte masculina, por lo que veo, tiene la culpa de todo. "Por eso, en el grupo de hombres, uno de los ritos que hacemos es el de reconocer nuestra vulnerabilidad". Un poco azorada, pregunto por los ritos del grupo de mujeres. Carmen sonr¨ªe: "Pues el de valorar la menstruaci¨®n". Trago saliva. Veo enseguida que Carmen la valora mucho m¨¢s que yo. Me dice que suele regar las plantas con dicho l¨ªquido, y es de la opini¨®n que cuando tenemos la regla deber¨ªamos dejar de ir al trabajo si nos apetece, para "recogernos". Qu¨¦ gran idea (?y a m¨ª me dura ocho d¨ªas!).
El s¨®tano donde hacen las terapias est¨¢ enmoquetado y en ¨¦l hay un equipo de sonido, pelotitas de tenis y bastones. En la pared se proyecta un haz de luz de colores que para s¨ª quisieran Comediants. Les dir¨¦, con perd¨®n, que ser¨ªa un picadero fant¨¢stico. Raimon me pide que me quite los zapatos y me eche en el suelo. "Si te parece", le propone a Carmen, "yo me quedo primero con ella, y luego t¨² le haces el masaje". La verdad es que mi parte femenina se conmueve un poco. Raimon es un hombre atractivo, de un atractivo sostenible. Me pide que levante el trasero y me coloca una pelota de tenis donde termina la columna. Tiene la voz tan dulce ("levanta muy despacio... aspira el aire fresco...") que me excito un poco. "No dejes de respirar...", susurra. Luego, saca la pelota y noto su mano. Debe de ser la hiperoxigenaci¨®n, la m¨²sica o la moqueta, el caso es que empiezo a creer en la supremac¨ªa de las mujeres, en la concordia entre los pueblos y hasta en el F¨°rum. "Respira...". S¨ª, s¨ª, mi parte femenina est¨¢ aflorando. "Respira otra vez...".
Al salir a la calle, feliz como nunca, me encuentro un folleto en el suelo. Es de color azul y amarillo y anuncia los viajes de la empresa Anna Travel. Lo recojo y leo: "Fiesta del cliente con aceite y jam¨®n gratis para cada participante". Y m¨¢s abajo te explican el regalo que recibir¨¢s (seg¨²n seas hombre o mujer): "Caballeros: una paletilla de cuatro kilos aproximadamente y un cuchillo jamonero". Se?oras: "Cinco litros de aceite de oliva y una aceitera de cristal". No me extra?a que se caliente el cosmos.
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