Una inquietante ligereza
Cuenta Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero que Carod Rovira le asegur¨® que no le crear¨ªa ning¨²n problema durante la campa?a electoral. O Zapatero y Carod tienen una idea distinta de lo que es un problema o Carod no ha cumplido su promesa. Un patinazo pol¨ªtico es doble patinazo si acontece en campa?a electoral.
?Por qu¨¦, s¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s de formarse el Gobierno tripartito, Carod tiene la ocurrencia de reunirse con ETA a espaldas de sus compa?eros de gobierno y de sus compa?eros de partido? ?Qu¨¦ ganancia pol¨ªtica pod¨ªa conseguir con ello? La vanidad y cierto mesianismo son las dos explicaciones que m¨¢s he o¨ªdo en este d¨ªa de nervios en el mundo pol¨ªtico. Carod se habr¨ªa deslumbrado porque ve¨ªa ante s¨ª una gran oportunidad de desempe?ar un papel importante en el proceso de pacificaci¨®n de Euskadi. El hombre que hab¨ªa acabado con Terra Lliure, que hab¨ªa dado estatuto y legitimidad al independentismo, se sent¨ªa llamado a un papel hist¨®rico. Sin duda, el factor humano explica muchas cosas que acostumbramos a atribuir a la racionalidad de las estrategias y de las t¨¢cticas pol¨ªticas. Pero esta interpretaci¨®n parece muy ingenua para ser verdad. ?O realmente es m¨¢s ingenuo de lo que parece el conseller en cap?
Tampoco es f¨¢cil encontrar alguna explicaci¨®n pol¨ªtica. ?Qu¨¦ puede ganar Carod con esta maniobra? Su apuesta por la preponderancia del di¨¢logo en cualquier proceso de paz, tambi¨¦n en el vasco, es conocida. Pero un gesto de esta significaci¨®n no parece muy l¨®gico en esta coyuntura: cuando el tripartito est¨¢ dando sus primeros pasos, lejos de estar plenamente consolidado; en plena campa?a electoral espa?ola, y en un momento en que, con ETA muy acorralada policialmente, parec¨ªa sensato aplazar cualquier movimiento o iniciativa hasta ver qu¨¦ puede ocurrir despu¨¦s de marzo, sin Aznar y sin Arzalluz. No es sensato pensar que Carod tenga ning¨²n inter¨¦s en desestabilizar el tripartito, que no ha hecho m¨¢s que empezar. En el ¨¦xito de este Gobierno se juega buena parte de su futuro. Tampoco tiene mucho sentido que le interese perjudicar a Zapatero. Aunque, sin duda, alg¨²n profesional de los razonamientos conspiratorios nos explicar¨¢ que una mayor¨ªa absoluta de Rajoy puede ser muy c¨®moda para el Gobierno catal¨¢n, que podr¨¢ columpiarse en el victimismo ante las agresiones constantes de Madrid. ?Hay que pensar entonces en que todo ha sido una frivolidad? Carod demuestra con esta iniciativa un desconocimiento preocupante de la situaci¨®n del conflicto vasco. No hay ning¨²n dato para pensar que una intervenci¨®n como la suya pudiese ayudar a enderezar las cosas.
Carod no comunic¨® a nadie su entrevista con ETA. ?Crey¨® realmente que pod¨ªa pasar desapercibida? ?O que cuando se supiera ya la habr¨ªa amortizado el tiempo? Me parece una ingenuidad excesiva. En el momento presente, hay indicios, casi evidencias, de que la polic¨ªa y la Guardia Civil tienen muy controlada a ETA, con lo cual era dif¨ªcil que su entrevista no fuera conocida y divulgada en el momento oportuno. As¨ª ha sido.
Desde Madrid, la derecha y parte de la izquierda se lanzan como hienas sobre Carod, con la esperanza de darle a Zapatero de rebote. Hay atenuantes que se deber¨ªan tener en cuenta. A juzgar por lo dicho por el propio conseller en cap: trat¨® con sus interlocutores de ETA de Catalu?a y de Espa?a (y no s¨®lo de la primera, como dice la informaci¨®n de Abc, lo que habr¨ªa sido un repugnante acto de insolidaridad) y no negoci¨® contrapartida alguna. Es indudable, su trayectoria pol¨ªtica lo avala, que Carod ha estado siempre en contra de cualquier forma de lucha armada. Sin embargo, hay tambi¨¦n agravantes: su cargo y la deslealtad con el Gobierno que encabeza. Un conseller en cap de un gobierno no puede, por su cuenta y riesgo, emprender una iniciativa de este tipo, que inevitablemente contamina a sus compa?eros de Gabinete.
Todo resulta demasiado fr¨ªvolo para ser comprensible. El candidato Carod, que tan buena campa?a electoral hizo, cada vez es menos reconocible en el conseller en cap que va de traspi¨¦s en traspi¨¦s y parece haber perdido aquella capacidad de seducci¨®n y de convicci¨®n que le dio tantos votos. Independientemente del ruido ensordecedor que caer¨¢ sobre ¨¦l en forma de tormenta alimentada desde Madrid, tengo la sensaci¨®n de que Carod Rovira es el principal perjudicado por esta extra?a maniobra. Puede que tenga efectos electorales negativos para Zapatero. Pero, en Catalu?a, servir¨¢ fundamentalmente para reforzar la autoridad del presidente Maragall -cada vez m¨¢s referente principal de la escena pol¨ªtica- y para debilitar la imagen de Carod, como alguien demasiado juguet¨®n y poco bregado en las exigencias del cargo.
No se trata de crucificar a nadie, por m¨¢s que desde Madrid se tire interesadamente y sin miramiento alguno contra Carod, contra Maragall y contra el tripartito entero. Pero en pol¨ªtica, cuando se comete un patinazo de estas caracter¨ªsticas, se tienen que asumir las responsabilidades correspondientes. En el tripartito naciente cualquier movimiento puede ser una cat¨¢strofe. La mesa se aguanta sobre tres patas y no est¨¢ todav¨ªa muy bien asentada. Pero este problema aparece despu¨¦s de una serie de desencuentros nada edificantes en la atribuci¨®n de cargos y responsabilidades. Este Gobierno no se puede permitir el lujo de dar por mucho m¨¢s tiempo la sensaci¨®n de que cada cual va por su lado y de que aqu¨ª puede ocurrir cualquier cosa. Desde diversos sectores se presionar¨¢ para que Carod dimita y de alg¨²n modo tiene que simbolizarse la asunci¨®n de responsabilidades. Quiz¨¢ una comparecencia en el Parlament, en la que Carod explique los c¨®mo y los porqu¨¦s y se someta a las preguntas de las otras fuerzas pol¨ªticas, podr¨ªa ser una v¨ªa. La ciudadan¨ªa merece tener todos los datos a la vista. O hay alguna carta marcada o es una ligereza incomprensible, que lastra y contamina a un Gobierno que est¨¢ dando demasiados s¨ªntomas de desconcierto.
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