El curioso caso del florista y sus tres amantes
El juez absuelve de injurias y malos tratos a un hombre y a las mujeres con las que se relacionaba
?sta es una historia de celos y amantes que pod¨ªa haber acabado mal, pero que tiene un final feliz. Se trata de un caso propio de una comedia italiana de la d¨¦cada de 1970 en la que nadie fue herido y nadie ha sido condenado. Y eso que se daban todos los ingredientes para que ocurriera lo contrario. Es el caso de un hombre que manten¨ªa relaciones con tres mujeres a la vez y que acabaron en los juzgados cruz¨¢ndose denuncias por injurias, amenazas y da?os a causa de los celos. El juez les ha absuelto a todos porque cree que los hechos no tienen mayor importancia y porque entiende que cada uno tiene derecho a acostarse con quien quiera.
La sentencia no explica demasiados detalles, pero en el juicio s¨ª qued¨® claro que el origen del caso arranca del pasado verano, cuando dos mujeres que rondaban los 60 a?os descubrieron que ten¨ªan un mismo amante. Se trataba de un florista, que adem¨¢s era masajista y que aprovechando ¨¦stas y otras virtudes logr¨® seducir a las se?oras que reclamaban sus servicios. Una de ellas, la m¨¢s temperamental, de nombre Mar¨ªa Teresa, lo encaj¨® muy mal cuando supo que compart¨ªa el amante con otra mujer, Rosario A., peluquera de profesi¨®n.
Por ese motivo, la llam¨® por tel¨¦fono a la peluquer¨ªa en diversas ocasiones y le dijo de todo, pero la due?a nunca lleg¨® a saberlo porque las llamadas siempre las atend¨ªan otras personas. Al menos eso es lo que dice el juez. A la vista de esas desavenencias, Jaime, el amante, decidi¨® darse una tregua, hasta que Mar¨ªa Teresa habl¨® con Rosario y ambas acordaron compartirlo.
La primera, de 57 a?os, acudi¨® entonces a la florister¨ªa el pasado 2 de spetiembre a transmitir el acuerdo al hombre y fue entonces cuando ocurri¨® lo inesperado.
El amante no s¨®lo lo compart¨ªan dos mujeres, sino tres. Mar¨ªa Teresa lo pill¨® metido en harina con ?ngeles y entonces se arm¨® la marimorena. Le dijo de todo y el florista replic¨® que les dejase en paz, pero como no hab¨ªa manera, la acab¨® echando de la casa. Se chillaron unos a otros y acabaron denunci¨¢ndose por agresi¨®n, pero nada de importancia, dice el juez.
"El rol de las compartidas"
Pero si el caso es singular, no lo es menos c¨®mo lo explica el juez Adolfo Fern¨¢ndez Oubi?a. Explica la sentencia que Mar¨ªa Teresa "manten¨ªa epis¨®dicas pero muy reiteradas relaciones sexuales con Jaime, masajista y florista". A?ade el magistrado que a la mujer "no importaba compartir tal dedicaci¨®n con Rosario", pero que cuando descubri¨® que hab¨ªa una tercera, "le produjo un total rechazo al no estar la mujer en el rol de las compartidas".
Fruto de ese rechazo, a?ade la sentencia, la mujer intent¨® sacar a la otra de la cama, a lo que se opuso el florista, que, a su vez, "intent¨® expulsarla de la habitaci¨®n". Como la mujer se neg¨®, "se vio obligado a echarla tir¨¢ndole del brazo derecho" y le produjo una tendiditis. Tambi¨¦n una contusi¨®n en la mu?eca y otras secuelas, pero el parte m¨¦dico advert¨ªa que en tres d¨ªas estar¨ªa sanada.
El juez cree que el hombre debe ser absuelto "habida cuenta de que parece un derecho m¨ªnimo de leg¨ªtima defensa el expulsar a un extra?o de la habitaci¨®n donde una pareja hace el amor, tanto para guardar esa intimidad que es propia del acto, como para oponerse al allanamiento de morada, cualquiera que sea el grado de amistad o de relaciones de otro tipo que unan a denunciante y allanante". El juez a?ade que, dada la relaci¨®n de amantes, no se puede acusar y condenar a la mujer de allanamiento de morada, aunque precisa que el florista no ten¨ªa por qu¨¦ "soportar la invasi¨®n" de su domicilio. Y como eso ocurri¨®, es l¨®gico, seg¨²n el juez, "el empleo de una fuerza bastante como para lograr la recuperaci¨®n del derecho a la intimidad del ofendido".
Ventilado este aspecto en el juicio, la sentencia tambi¨¦n explica que tampoco puede condenar a la mujer por insultar a la otra amante por tel¨¦fono. Se trata, seg¨²n el juez, de "conversaciones telef¨®nicas que se dicen habidas entre una desconocida y alguna de los testigos clientes del establecimiento, sin que conste de manera fehaciente que la primera se identificara, sobre todo al saber que hablaba con una extra?a". Tambi¨¦n alude el juez a la "absoluta falta de peligrosidad" del insulto y que "no llega a conocimiento de aqu¨¦lla a la que se quiere insultar, m¨¢s que a trav¨¦s de un c¨ªrculo de personas que desconocen qui¨¦n es la autora".
La sentencia tambi¨¦n absuelve a Mar¨ªa Teresa de un delito de da?os supuestamente cometido al romper los faros de la furgoneta del amante el d¨ªa que descubri¨® que hab¨ªa una tercera. S¨®lo un testigo, menor de edad, dijo haber visto lo ocurrido, pero no pudo identificar a la persona que lo hizo, ni tampoco con qu¨¦ objeto. Y en esas circunstancias, "la absoluci¨®n ha de ser la misma", razona el juez.
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