El palacio de Versalles revela los tesoros mejor guardados de la Ciudad Prohibida
La exposici¨®n recrea, con 358 piezas, muchas desconocidas, la China del emperador Kangxi
El palacio de Versalles presenta, desde ma?ana y hasta el 9 de mayo, una selecci¨®n de 358 obras realizadas durante el reinado (1661-1722) del emperador Kangxi, principal figura de la dinast¨ªa Qing y considerado un d¨¦spota ilustrado en paralelo a Luis XIV. Doscientas de las obras proceden de la Ciudad Prohibida de Pek¨ªn, y algunas de ellas no hab¨ªan sido nunca presentadas al p¨²blico. La literatura del gigante asi¨¢tico protagonizar¨¢ el pr¨®ximo Sal¨®n del Libro de Par¨ªs, pero la paradoja es que Pek¨ªn ha prohibido la presencia de los disidentes, incluido el Nobel chino Gao Xingjian.
La exposici¨®n en el palacio de Versalles, que re¨²ne pinturas, porcelanas, muebles, tapices, objetos de car¨¢cter cient¨ªfico, armaduras, ropa de ceremonia o de vida cotidiana, ofrece algunas, procedentes de la Ciudad Prohibida, que nunca han sido expuestas hasta ahora, como las pinturas realizadas sobre soporte de 38 metros de rollo de seda o papel, que describen los viajes del emperador Kangxi por el sur de su pa¨ªs; o el trono imperial de Kangxi, un precedente ilustre de la historieta o c¨®mic. El resto de los objetos mostrados han sido cedidos por distintos museos franceses -entre ellos, el Louvre, Guimet, Compi¨¨gne, Leblanc Duvernay de Auxerre-.
Es un homenaje indirecto al emperador que ayud¨® a crear la tradici¨®n de sinolog¨ªa en Francia gracias a la colecci¨®n de libros que, a trav¨¦s de distintos enviados jesuitas, hizo llegar a la corte de Luis XIV, que, a su vez, en 1684, orden¨® que partiese para China una expedici¨®n cient¨ªfica gala. Uno de los env¨ªos procedentes de Oriente lleg¨® bajo la protecci¨®n de Arcade Hoange, un chino convertido al catolicismo y que servir¨¢ como bibliotecario real para establecer un primer cat¨¢logo franco-chino, am¨¦n de inspirar a Montesquieu en su concepci¨®n de las Cartas persas.
El esp¨ªritu de apertura y tolerancia que caracteriza el reinado del emperador Kangxi no est¨¢ en contradicci¨®n con la voluntad de seguir sirvi¨¦ndose del poder con toda la dureza necesaria, tal y como lo prueban las amenazas destinadas a convencer al padre Verbiest de que pusiese su sabidur¨ªa al servicio de la fundici¨®n de ca?ones.
Intercambios
La exposici¨®n se abre, precisamente, con dos salas que traducen los intercambios entre Oriente y Occidente. En la primera de ellas est¨¢n reunidos los astrolabios, cuadrantes, mapamundis e instrumentos de c¨¢lculo que descubrieron a la cultura china una medida distinta de todas las cosas; en la segunda sala encontramos cer¨¢micas y pinturas influidas por las t¨¦cnicas orientales, ya sea por el dominio del verde como color, ya sea incluso por la iconograf¨ªa, que lleva a imaginarse a Kangxi siendo paseado en palanqu¨ªn.
Las otras enormes cinco salas, recubiertas sus paredes de sedas caligrafiadas, ofrecen al visitante una panor¨¢mica de la vida en la Ciudad Prohibida y del papel omnipresente del emperador Kangxi como gran ordenador de la misma. El paralelismo con Versalles, construcci¨®n destinada a la gloria de Luis XIV y al sometimiento de una nobleza levantisca, es inevitable y potente.
A?o de celebraciones
Patrocinada por el grupo LVMH, Kangxi, pereur de Chine (1661- 1722). La Cit¨¦ Interdite ¨¤ Versailles es una de las 300 grandes operaciones que acoge este a?o Francia para celebrar el A?o de la China, iniciado en octubre pasado con motivo del 40? aniversario del establecimiento de relaciones diplom¨¢ticas entre los dos pa¨ªses.
Si todo arranc¨® en el Centro Georges Pompidou con una muestra de artistas contempor¨¢neos, el a?o 2004 tendr¨¢ otras grandes citas dedicadas a la pintura, a la moda, a la artesan¨ªa o al circo, ya sea en Par¨ªs, M¨®naco, Poitiers, Ly¨®n, Arl¨¦s, Angers o Lille, para transformarse, a partir de octubre, en el A?o de Francia en China.
En cualquier caso, tras los fastos oficiales y tras el intercambio moment¨¢neo de tesoros, tambi¨¦n subsisten los problemas enojosos: el Sal¨®n del Libro de Par¨ªs, que tiene como pa¨ªs invitado a China, no tendr¨¢, entre los escritores que representen la tradici¨®n literaria de ese pa¨ªs, al premio Nobel 2000 Gao Xingjian, refugiado en Francia, pues las autoridades de Pek¨ªn han vetado su presencia. Tampoco se ha incluido al acad¨¦mico Fran?ois Cheng, otro escritor de nacionalidad francesa y origen chino.
Un d¨¦spota ilustrado
El emperador Kangxi, cuyo reinado se extendi¨® desde 1661 hasta 1722, es la principal figura de la dinast¨ªa Qing, es decir, de los soberanos procedentes de Manchuria que pusieron fin al reinado de los Ming. Kangxi, por ser hu¨¦rfano, por su longevidad en el trono, por sus ¨¦xitos militares y diplom¨¢ticos, por su relativa voluntad de apertura al exterior y por su comportamiento de d¨¦spota ilustrado, fue comparado a Luis XIV, el Rey Sol, con el que mantuvo contacto epistolar.
Kangxi impuso una nueva imagen del poder, rompi¨® con la tradici¨®n Ming que, cincuenta a?os antes, hab¨ªa encontrado su perfecta expresi¨®n te¨®rica en el Tratado de las cosas superfluas, de Weng Zhengheng. Kangxi abre el pa¨ªs a la influencia budista y cristiana, delega en los jesuitas la gesti¨®n de las relaciones con el extranjero, incorpora los conocimientos t¨¦cnicos occidentales al patrimonio que debe dominar la ¨¦lite china y asume los descubrimientos astron¨®micos y matem¨¢ticos. Con ¨¦l, China deja de ser "el imperio del centro", ese pa¨ªs situado en el centro exacto de una tierra cuadrada y plana cubierta por una b¨®veda celeste redonda, tal y como la quer¨ªan los mandarines.
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