?Suben las pensiones?
Al igual que ocurri¨® el a?o pasado, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales ha llevado a cabo una intensa campa?a publicitaria para anunciar que los pensionistas recibir¨¢n la paga extra que les compensa por la desviaci¨®n del incremento del IPC y que este a?o subir¨¢n las pensiones m¨ªnimas por encima de la inflaci¨®n, algo que suele suceder en los a?os en los que hay elecciones generales. Parece que las ideas que se quiere transmitir a la opini¨®n p¨²blica son que, desde que gobierna el PP, no existen problemas financieros en el sistema espa?ol de pensiones y que la generosidad de dicho sistema ha aumentado.
En realidad, no es cierto ni lo uno ni lo otro. En primer lugar, los problemas financieros a los que el sistema espa?ol de pensiones tendr¨¢ que hacer frente en el medio plazo son, tras ocho a?os de gobierno del PP, tan preocupantes como lo eran a principios de los a?os noventa. Sobre ello se ha escrito mucho. Y cualquiera que haga bien los c¨¢lculos tendr¨¢ que concluir que, dadas las tendencias demogr¨¢ficas y si no se alteran las normas de acceso y de c¨¢lculo de las pensiones, el gasto en pensiones aumentar¨¢ considerablemente en las pr¨®ximas d¨¦cadas, lo que dar¨¢ lugar a problemas graves de financiaci¨®n. A este respecto, el super¨¢vit que la Seguridad Social ha estado obteniendo durante los ¨²ltimos a?os es un espejismo resultado de la conjunci¨®n de tres factores transitorios: la llegada a la jubilaci¨®n de cohortes menos numerosas, el aumento de cotizantes, en buena parte debido al boom inmigratorio, y el incremento de las cotizaciones sociales, cuya ratio en relaci¨®n al PIB ha aumentado en un punto porcentual desde mediados de los a?os noventa. En las pr¨®ximas d¨¦cadas, las cohortes de jubilados ser¨¢n mucho m¨¢s numerosas, la inmigraci¨®n neta no podr¨¢ mantener las tasas de crecimiento observadas en los tres ¨²ltimos a?os y aumentos adicionales de las cotizaciones sociales pondr¨ªan en peligro el crecimiento econ¨®mico.
La renta relativa de la poblaci¨®n jubilada no ha aumentado significativamente
En segundo lugar, ni la revalorizaci¨®n de las pensiones con el IPC ni los aumentos de las pensiones m¨ªnimas por encima de la inflaci¨®n han supuesto un incremento apreciable de la generosidad del sistema. Para medir la generosidad de un sistema de pensiones, lo correcto es comparar la pensi¨®n que recibe un individuo con sus cotizaciones a lo largo de su vida laboral. Dadas las limitaciones de acceso al registro de historiales laborales de la Seguridad Social, no es posible realizar estos c¨¢lculos. Como alternativa se suele utilizar el cociente entre la pensi¨®n media y el PIB por ocupado, es decir, la parte de la producci¨®n de cada trabajador ocupado que, por t¨¦rmino medio, se transfiere a cada jubilado. Pues bien, en 1996 la ratio entre la pensi¨®n media de jubilaci¨®n del r¨¦gimen general de la Seguridad Social y el PIB por ocupado era del 20,82%; en 2003, del 20,84%. Y por lo que se refiere a las pensiones m¨¢xima y m¨ªnima, han pasado, respectivamente, del 69% y del 15,7% del PIB por ocupado en 1996, al 63,5% y el 14,8%, en 2003.
As¨ª pues, la renta relativa de la poblaci¨®n jubilada no ha aumentado significativamente y no parece que lo pueda hacer en el futuro. El mantenimiento del gasto en pensiones en relaci¨®n al PIB en niveles que puedan ser financiados con el actual sistema de reparto, sin aumentos considerables de las cotizaciones sociales que afecten negativamente a las futuras generaciones de trabajadores, no es compatible con incrementos de la generosidad del sistema de pensiones. Dado que en 2050 la poblaci¨®n jubilada en relaci¨®n a la poblaci¨®n en edad de trabajar ser¨¢ aproximadamente el doble que en la actualidad, el gasto en pensiones, de mantenerse la actual relaci¨®n entre la pensi¨®n media y el PIB por ocupado, y aun cuando la tasa de empleo creciera hasta el 70%, aumentar¨ªa en alrededor de seis puntos porcentuales, hasta alrededor del 15% del PIB.
Por tanto, los pr¨®ximos gobiernos tendr¨¢n que proveer recursos adicionales para financiar este incremento del gasto o habr¨¢n de proceder a reducir la cobertura y la generosidad de las pensiones. En definitiva, el problema al que se enfrentar¨¢n es c¨®mo distribuir el coste del envejecimiento de la poblaci¨®n entre los individuos de las distintas generaciones y entre los individuos de cada generaci¨®n.
Ante este problema, la actitud pol¨ªtica responsable no es seguir utilizando de forma torticera las pensiones como propaganda electoral, sino explicar de forma clara y transparente las ventajas y los inconvenientes de sus propuestas para adaptar el sistema de pensiones a la nueva realidad socioecon¨®mica. Si no se hace, habr¨¢ sorpresas desagradables con las pensiones.
Juan F. Jimeno y J. Ignacio Conde-Ruiz son investigadores de FEDEA y profesores de Econom¨ªa en la Universidad de Alcal¨¢ y en la Universidad Carlos III, respectivamente.
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