Profesionalizaci¨®n sobrevenida

El 31 de diciembre de 2001, el servicio militar obligatorio pas¨® a la historia. Tras m¨¢s de dos siglos de azarosa existencia, el PP le dio carpetazo definitivo.

La supresi¨®n del reclutamiento forzoso no figuraba en el programa con el que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se present¨® a las elecciones de 1996. Su promesa, copiada de la de Jacques Chirac en Francia, era reducir a seis meses el tiempo de servicio en filas, que el PSOE ya hab¨ªa dejado en nueve.

Durante la elaboraci¨®n del programa electoral, Aznar rechaz¨® incluso la profesionalizaci¨®n total de las Fuerzas Armadas que le propuso el entonces responsable de Defensa del PP y luego director general de la Guardia Civil, Santiago L¨®pez Valdivielso. Sin embargo, la necesidad de contar con los votos de CiU para llegar a la Presidencia del Gobierno le llev¨® a incluirla en su discurso de investidura.

El anuncio de que la mili ten¨ªa fecha de caducidad dio alas a la objeci¨®n de conciencia que, con 100.000 solicitudes en 1997, alcanz¨® cifras sin parang¨®n en el resto del mundo. Pero era m¨¢s f¨¢cil licenciar a los quintos que contratar a los profesionales.

La ca¨ªda de la natalidad y la mejora del paro juvenil complicaron el reclutamiento de soldados, a pesar de que se abrieron las puertas de los cuarteles a los extranjeros y se redujeron al m¨ªnimo los requisitos de ingreso.

Finalmente, el Gobierno tuvo que aceptar que el objetivo de contratar a m¨¢s de 100.000 efectivos de tropa era inalcanzable y conformarse con los 70.000 que ten¨ªa a finales de 2003.

Para pilotar la transici¨®n, Aznar fich¨® a un independiente, Eduardo Serra, ex alto cargo de Defensa con UCD y el PSOE, que fue la gran sorpresa de su primer Gobierno. Tras las elecciones de 2000, le sustituy¨® en el cargo Federico Trillo-Figueroa, presidente del Congreso en la primera legislatura del PP.

Cuando estaba en la oposici¨®n, Trillo-Figueroa fue uno de los denunciantes de los esc¨¢ndalos del Cesid. Como ministro, le toc¨® culminar la reforma del servicio secreto, rebautizado como Centro Nacional de Inteligencia (CNI), ocho de cuyos miembros figuran entre las v¨ªctimas de la intervenci¨®n espa?ola en Irak.