La man¨ªa de utilizar medio cerebro
El tripartito catal¨¢n es uno de los pocos Gobiernos del mundo que se ha visto obligado a prescindir de su primer ministro a los 40 d¨ªas de la toma de posesi¨®n y nada menos que por un grave acto de incompetencia pol¨ªtica. Analizando lo ocurrido esta semana, da la impresi¨®n de que el principal problema de Carod Rovira no ha sido tanto que hablara con ETA como que no supiera ni tan siquiera por qu¨¦ o para qu¨¦ lo hac¨ªa. Habr¨¢ que suponer que, como escribi¨® Ortega y Gasset, muchos hombres tienen una capacidad intelectual muy superior al ejercicio que hacen de ella.
Menos mal que el tripartito ha tenido tiempo tambi¨¦n para hacer otras cosas con algo m¨¢s de sentido. Por ejemplo, ha subido la pensi¨®n a las 135.000 viudas que hay en Catalu?a (por alguna extra?a raz¨®n, los Gobiernos siempre han cre¨ªdo que las mujeres solas son seres con pocas necesidades, tan pocas que se arreglan con 420 euros al mes). Tambi¨¦n ha aprobado un presupuesto de urgencia de 600 millones de euros destinado a los barrios m¨¢s problem¨¢ticos; ha dictado una moratoria para impedir que se construya en 52 kil¨®metros de costa que estaban especialmente amenazados; y ha aprobado nuevas normas para exigir a todas las escuelas concertadas que informen sobre el n¨²mero de alumnos inmigrantes que tienen y sobre las cuotas que cobran a los padres.
Toda esta actividad ha quedado disimulada por la incompetencia pol¨ªtica de Carod. Es razonable que as¨ª sea, pero la verdad es que la cr¨ªtica de Ortega podr¨ªa aplicarse hoy a muchas facetas de la vida. Por ejemplo, esta misma semana ha sido imprescindible examinar el informe de Lord Hutton sobre Blair y el caso Kelly. Alguien podr¨ªa pensar que es un asunto secundario y brit¨¢nico, pero no es ni una cosa ni la otra. Es cuesti¨®n primordial y espa?ola porque afecta a algo que sigue siendo muy grave: la libertad de informaci¨®n y por qu¨¦ apoy¨® Espa?a la guerra en Irak.
Hutton nos propone utilizar media cabeza: la que sirve para reclamar m¨¢s control sobre el trabajo de los periodistas y sobre la fiabilidad de sus fuentes. La otra mitad ten¨ªa que permanecer inactiva sin que se le ocurriera pensar que es muy extra?o que se exija a los medios de comunicaci¨®n mayores controles que los requeridos a los propios servicios de inteligencia. Porque si los periodistas no ten¨ªan suficientes pruebas para demostrar que los pol¨ªticos enga?aron a sus ciudadanos, muchas menos ten¨ªan los servicios de informaci¨®n para afirmar que Irak dispon¨ªa de armas de destrucci¨®n masiva.
Parece razonable que la BBC rectifique. Los medios de comunicaci¨®n, dice Hutton, no pueden hacer falsas acusaciones "que afecten a la integridad de terceras personas, incluidos los pol¨ªticos". Cautivo y derrotado, por fin, el periodismo independiente y el que era, posiblemente, el mejor medio de comunicaci¨®n del mundo (algo que no consigui¨® la se?ora Thatcher en un cerco de 12 a?os y que el laborista Blair ha logrado incorporar a su brillante hoja de servicios en menos de ocho), s¨®lo queda cerrar p¨¢gina.
Bien, pero en ese caso habr¨¢ que abrir todo un nuevo cap¨ªtulo. Porque lo que est¨¢ fuera de duda es que las armas de destrucci¨®n masiva no exist¨ªan y que la informaci¨®n de los servicios de inteligencia fue err¨®nea, mucho m¨¢s que la de los periodistas. ?Qu¨¦ sucede entonces con esos servicios? ?Nadie va a investigar c¨®mo es posible que no comprobaran sus fuentes antes de hacer afirmaciones que afectaban no s¨®lo a la fama de los pol¨ªticos, sino directamente a la vida y hacienda de decenas de miles de ciudadanos an¨®nimos? ?Nadie va a pedir cuentas a unos servicios del Estado que, seg¨²n los pol¨ªticos, les llevaron a una guerra? Si transmitieron una informaci¨®n err¨®nea tan grave, deber¨ªan pedir disculpas de rodillas y seguir el camino marcado por la BBC: dimitir inmediatamente. En Londres y en Madrid. ?O acaso los ciudadanos tenemos que utilizar media cabeza y creer que la culpa de todo la tiene la BBC? Entonces, como dec¨ªa Max Planck, uno de los mayores f¨ªsicos de la historia, y uno de los m¨¢s pesimistas, habr¨¢ que creer que la verdad no triunfa jam¨¢s y que s¨®lo cabe esperar a que sus adversarios se mueran. solg@elpais.es
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