?Vuelve Lerroux?
Es la historia inevitable en estos d¨ªas. Lo que en principio parec¨ªa un episodio muy simple en su desarrollo y complejo s¨®lo en sus consecuencias pol¨ªticas se ha convertido en un verdadero culebr¨®n, con apasionadas protestas desde la Catalu?a ofendida, diarios que se tiran los trastos a la cabeza, v¨ªctimas del terrorismo que pasan a la ofensiva y exigencias de investigaci¨®n en las que s¨®lo falta pedir por socialistas y carodianos los nombres de los posibles infiltrados de Interior en el entorno de ETA. Cada vez que hay una crisis y recibe un gol del PP, la direcci¨®n del PSOE pierde los nervios y se lanza con todos sus efectivos al asalto de la porter¨ªa contraria, aun a riesgo de perder por goleada en los contraataques. Est¨¢ bien preguntarse por la filtraci¨®n, pero honestamente debieran percibir, el PSOE y sus valedores, que el problema pol¨ªtico es el de fondo, y que mal servicio se hace al propio socialismo dejando por entero el rigor hacia ETA en manos del PP.
La mara?a est¨¢ formada, a pesar de que en el momento ¨¢lgido de la crisis el PSOE y el PSC lograron capear el temporal. Zapatero hizo bien en confiar primero en Maragall, en lanzar el ¨®rdago luego, y por fin en aceptar una soluci¨®n que implicaba el desplazamiento de Carod sin dinamitar el tripartito. Maragall compens¨® pasados errores con el discurso, verdaderamente noble, en que dio cuenta de la resoluci¨®n salom¨®nica de la crisis, poniendo de manifiesto que su Gobierno no pod¨ªa recuperar su cr¨¦dito sin una petici¨®n generalizada de excusas por parte de Carod, incluso dirigidas al Gobierno como instituci¨®n. S¨®lo que el defenestrado Carod no estaba por la labor, y en su discurso, una pieza cargada de demagogia de principio a fin, se reafirm¨® en lo dicho y hecho. Hizo gala de una chuler¨ªa que sin el uso del catal¨¢n hubiera sido adscrita al peor casticismo hisp¨¢nico, im¨¢genes taurinas incluidas; profan¨® el "?no pasar¨¢n!" de Pasionaria y repiti¨® los m¨¢s manidos t¨®picos de la paz con ETA mediante el di¨¢logo, descalificando a todo disconforme. Anunci¨® un plebiscito en torno a su candidatura, la del pol¨ªtico "que no se arrodilla ante Madrid", y, ya en plan chulap¨®n, cerr¨® la arenga con un "?ah¨ª queda eso!", en castellano. El discurso anuncia el triste regreso del populismo pendenciero de Lerroux, s¨®lo que ahora impulsado desde un republicanismo chovinista. De paso se abre una caja de Pandora, cargada de xenofobia en los medios del catalanismo radical, donde la oposici¨®n a Aznar es antes que nada satanizaci¨®n de Espa?a, "de Madrid", y Carod oficia de adalid y m¨¢rtir.
Se dice que Carod fue ingenuo o v¨ªctima de sus errores. M¨¢s bien, es l¨ªcito pensar que no se resign¨® al simple papel de l¨ªder secundario en un Gobierno progresista, y que desde un principio dise?¨® una estrategia de desbordamiento, jugando a establecer una red de nacionalistas radicales con Euskadi. Tal es la l¨ªnea de actuaci¨®n dibujada en la visita a Bilbao del 10 de diciembre. Fue all¨ª a apoyar el plan Ibarretxe, a entrevistarse con EA y a confraternizar con Elkarri, proclamando la necesidad del di¨¢logo con ETA para alcanzar "la paz". Es lo que luego puso en pr¨¢ctica. Una convergencia de independentistas, en torno a los nuevos Estatutos, pod¨ªa ser impulsada con el anuncio de una tregua por una ETA ex¨¢nime, dispuesta a pactar para salir del aislamiento presente. No era una jugada est¨²pida y ETA ten¨ªa todo que ganar en ella. Una operaci¨®n de salvamento pol¨ªtico para el terror en nombre de la paz, culminada simb¨®licamente con un manifiesto por la autodeterminaci¨®n de los pueblos del Estado. Carod en la c¨²spide.
La verdadera responsabilidad de Zapatero y de Maragall consiste en no haberse dado cuenta de con quien se estaban jugando los cuartos. Los antecedentes de Carod estaban ah¨ª, y la visita a Bilbao hubiera debido hacer saltar las se?ales de alarma. ?Con qu¨¦ confianza puede mirar ahora la opini¨®n democr¨¢tica un futuro Gobierno y un futuro Estatuto en los cuales ha de jugar un papel decisivo Esquerra? Menos a¨²n despu¨¦s de que Maragall, incre¨ªblemente, avale el regreso de Carod.
Por ¨²ltimo, algo que est¨¢ quedando en la sombra. Los interlocutores de Carod fueron Antza y Josu Ternera, prueba irrefutable de que ETA y Batasuna son la misma cosa. ?C¨®mo valorar la actitud del PNV en defensa de la segunda, esto es, de esa ETA a la que dice rechazar? ?Qu¨¦ piensan ahora los juristas y los pol¨ªticos dem¨®cratas que lanzaron sus truenos contra la ilegalizaci¨®n del partido que es ETA?
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