Los 'papeles del Pent¨¢gono' sobre Irak

?Les dice algo el nombre de Daniel Ellsberg? En 1971, Ellsberg, un funcionario de la Administraci¨®n norteamericana, ofreci¨® a la prensa 7.000 p¨¢ginas de documentos secretos. Cuatro presidentes y un quinto, Richard Nixon, hab¨ªan mentido. "En la primavera de 2002", recuerda ahora Ellsberg, "la historia se repet¨ªa a s¨ª misma". Esperaba que funcionarios en Washington y Londres hicieran lo que ¨¦l hizo. "Exponer las mentiras con documentos", recuerda.

David Kay, ex inspector del Irak Survey Group, sostiene ahora que todo fue un error y que, en todo caso, el mundo est¨¢ mejor sin Sadam. A falta de Los papeles del Pent¨¢gono sobre Irak, muchos engranajes del montaje de la guerra, seg¨²n apunt¨® el comit¨¦ de inteligencia conjunto de la C¨¢mara de Representantes y del Senado, el pasado viernes 30, han chirriado.

El 6 de febrero de 2003, la BBC denunci¨® por plagio al Gobierno brit¨¢nico. Iraq, su infraestructura de ocultaci¨®n, enga?o e intimidaci¨®n, de fecha 3 de febrero, era material antiguo ya publicado y reciclado. Downing Street admiti¨® el plagio, obra de un "joven inexperto".

Ese mismo mes de febrero, Katherine Gun, traductora de inteligencia del Gobierno brit¨¢nico, entreg¨® a la prensa un memor¨¢ndum de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana. Un funcionario de EE UU ped¨ªa ayuda a la oficina de comunicaciones brit¨¢nica para pinchar los tel¨¦fonos de aquellas delegaciones de pa¨ªses de la ONU que se resist¨ªan a apoyar a EE UU. Katherine Gun fue arrestada en marzo de 2003 y espera juicio en libertad bajo fianza.

La CIA aport¨® pistas a los inspectores de la ONU sobre armas en Irak. Los laboratorios m¨®viles de armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas, por ejemplo, o el caso de los aviones a control remoto. Hans Blix, jefe de los inspectores, investig¨®. Todo un fiasco.

El 7 de marzo de 2003, Mohamed el Baradei, jefe de la Organizaci¨®n Internacional de Energ¨ªa At¨®mica (OIEA), declar¨®, antes de la guerra, sobre la operaci¨®n de N¨ªger. "Los documentos no eran aut¨¦nticos", dijo.

El 6 de julio de 2003, el diplom¨¢tico Joseph Wilson desvel¨® en The New York Times su misi¨®n a N¨ªger y asegur¨® que el Departamento de Estado debi¨® de informar a Bush sobre las falsedades. La Casa Blanca admiti¨® el error; la CIA asumi¨® la culpa. El nombre de la esposa de Wilson, Valerie Plame, analista de la CIA, fue filtrado a la prensa.

El experto brit¨¢nico David Kelly coment¨® sus reservas sobre la amenaza que, seg¨²n Tony Blair, representaba Sadam. M¨¢s all¨¢ del grado de exactitud con que fueran recogidas sus ideas en la prensa, Kelly no compart¨ªa la gravedad del peligro ni la necesidad de enfatizar que Sadam pod¨ªa desplegar armas de destrucci¨®n masiva en 45 minutos. Y se quit¨® la vida.

El dato de los 45 minutos fue aportado a la inteligencia brit¨¢nica por una sola fuente. Tony Blair asegur¨® que era fiable. Hace pocos d¨ªas, Nick Theros, representante del Acuerdo Nacional Iraqu¨ª (INA), revel¨® que fue un militar de su agrupaci¨®n el que aport¨® el dato a Londres y que no hab¨ªa sido comprobado. Seg¨²n explic¨®, Blair tergivers¨® la informaci¨®n. S¨®lo se refer¨ªa al despliegue de armas en el campo de batalla y no, como se insinuaba, a armas que pod¨ªan llegar a bases brit¨¢nicas en Chipre.

Bush admiti¨® hace meses que ser¨ªa grave si no apareciesen las armas. M¨¢s escandaloso es que las viejas armas no subsistieron, y que tampoco otras nuevas las sustituyeron. Armas, pues, de manipulaci¨®n masiva.