Yo me lo guiso, yo me lo como
Escolares cordobeses aprenden a cultivar con el programa municipal 'Un huerto en mi ciudad'
Ahora que los tomates y otros frutos est¨¢n a precio de oro, nunca viene mal aprender el ciclo vital de estos alimentos por si uno tuviera en el futuro la posibilidad de autoabastecerse. Centenares de escolares cordobeses aprender¨¢n de aqu¨ª al verano c¨®mo cultivar lechugas, tomates, pimientos verdes y rojos, berenjenas y otros alimentos mediante la campa?a Un huerto en mi ciudad, que organiza el Ayuntamiento de C¨®rdoba.
"En mi campo ya he plantado cosas, rosales y frutales", cuenta Cristian Barroso, de 11 a?os y estudiante de cuarto de Primaria en el colegio Algafequi de la capital. Cristian es uno de los m¨¢s interesados en el curso y ni siquiera le importa manejar la mezcla de sustrato y esti¨¦rcol de vaca sin guantes, mientras sus compa?eros se muestran algo m¨¢s escrupulosos. Ser¨¢ la costumbre.
"Me gustan los rosales, pero hay que tener cuidado porque pinchan", afirma Cristian, el ¨²nico de su grupo al que le gustar¨ªa ser jardinero. Lo suyo es vocaci¨®n. "Cuando las corto se las regalo a mi madre y o a mi abuela", explica el joven aprendiz de hortelano.
El jefe de Estudios del colegio Algafequi, Rafael Arias, acompa?¨® a una decena de estudiantes en la excursi¨®n que realizaron ayer. Arias afirma que es una buena actividad complementaria porque en este centro ya cuentan con una parcela en la que tienen olivos, membrillos, garbanzos, habas y otras hortalizas.
El monitor del Ayuntamiento, Jos¨¦ Granados, incide en que, adem¨¢s de aprender a hacer un semillero, el taller pretende inculcar una base de concienciaci¨®n medioambiental. "Todo se hace con materiales reciclados y en ning¨²n momento se usan pesticidas u otros agentes qu¨ªmicos", explica.
Los alumnos siempre agradecen perder de vista el pupitre durante un tiempo. Mientras escucha las explicaciones, Jos¨¦ Barea, de 11 a?os, usa el guante de l¨¢tex a modo de globo y luego se pone a la tarea. A Jos¨¦ le gustar¨ªa que estas clases fueran m¨¢s regulares: "Algunos d¨ªas m¨¢s, pero todos no porque tengo que entrenar". Jos¨¦ Barea le ve m¨¢s futuro a eso de ser futbolista. A su lado, intercede Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez, de 11 a?os: "Mejor plantarlos que comprarlos en la fruter¨ªa".
Agust¨ªn Cantillo tiene 12 a?os y mucha imaginaci¨®n. Mientras, un poco a su aire, realiza una "tarta" con la base del semillero, queda pose¨ªdo por una especie de verborrea bot¨¢nica, no sin fundamentos: "A mi me gusta hacer dibujos con las ramas, con alambres, porque siempre salen torcidas", dice. ?C¨®mo un bons¨¢i? "No s¨¦, yo tengo un amigo que lo hace, a ver si voy un d¨ªa a su casa", a?ade. Mientras sus compa?eros atienden, Agust¨ªn ha hecho su propio semillero, algo alternativo, con unas ramas de pino que ha encontrado en el suelo. Tiene madera.
El monitor, Jos¨¦ Granados, est¨¢ convencido de que los alumnos asimilan lo que se les ense?a porque "todo lo hacen ellos", y realiza un improvisado examen. Los alumnos son t¨ªmidos pero hay uno que se arranca: "Se mezcla el esti¨¦rcol con el sustrato y se mete en una caja, se espachurra, se divide en seis partes y se plantan las semillas". No hablaba el monitor, sino Jos¨¦ Morales, de 10 a?os, y ya parece preparado para cultivar sus propias hortalizas.
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