El poder y la huida
Como dice Zygmunt Bauman, en la modernidad l¨ªquida "la principal t¨¦cnica del poder es la huida, el escurrimiento, la elisi¨®n, la capacidad de evitar, el rechazo concreto de cualquier confinamiento territorial y de sus engorrosos corolarios de construcci¨®n y mantenimiento del orden, de las responsabilidad por sus consecuencias y de la necesidad de afrontar sus costos". Un poder que huye es un poder que no se siente en absoluto concernido ni por el lugar, ni por las personas, ni por las ideas. De modo que "lo caracter¨ªstico de este momento es el fin de la era del compromiso mutuo". Cuanto menor sea la relaci¨®n entre gobernantes y gobernados, empresarios y trabajadores, ej¨¦rcito y poblaci¨®n, l¨ªderes y seguidores, e incluso padres e hijos, tanto mejor. Puesto que el poder est¨¢ presente en todas las relaciones y es constitutivo de ellas, la fluidez se instala en lo que todav¨ªa reconocemos como social.
Dos ejemplos de actualidad ilustran la expansi¨®n, aparentemente sin l¨ªmites, de esta cultura de un poder que est¨¢ en todas partes y en ninguna, que en cierto modo siempre est¨¢ de paso. Uno de los ejemplos tiene Catalu?a como escenario, como podr¨ªa tener cualquier parte del mundo: la fuga de empresas multinacionales. El otro concierne a los quehaceres del imperio: un imperio americano que confirma de nuevo su car¨¢cter l¨ªquido: hecho el trabajo de destrucci¨®n y afirmaci¨®n de posiciones, ya est¨¢ preparando la huida de Irak. Comprometerse en la reconstrucci¨®n ya ser¨ªa demasiado.
El poder econ¨®mico ha redescubierto el nomadismo. Encuentra su mayor ventaja en moverse incesantemente de un lado a otro. La movilidad es la fuerza. Si hoy puede estar en un sitio y ma?ana en otro, significa que es de todas partes y de ninguna. Con lo cual nunca se sabe exactamente de d¨®nde es, de qui¨¦n depende y a qui¨¦n obedece. El nomadismo ahorra los compromisos del sedentarismo. El que se instala en un sitio con voluntad de permanencia genera lazos y simpat¨ªas que pueden convertirse en una carga porque todo lo que es atenci¨®n al entorno -humano, f¨ªsico, cultural y pol¨ªtico- acaba siendo gravoso. Un territorio es un orden determinado y una legislaci¨®n concreta. Estando siempre con un pie en otra parte, nada impide saltar y huir cuando ya se ha sacado todo el rendimiento de los beneficios con que fueron tentados para instalarse aqu¨ª. El mejor negocio es la huida.
Sin embargo, que as¨ª sea no quiere decir que se deba aceptar con resignaci¨®n y sometimiento. Salvo que decidamos que la ¨²nica funci¨®n del pensamiento es legitimar la realidad. Hace tiempo que el pensamiento cr¨ªtico es visto como in¨²til y sospechoso. Los poderes pol¨ªticos locales luchan con desventaja frente al poder econ¨®mico universal. Su potencia es limitada y no tienen capacidad de huida: ellos s¨ª se deben a sus ciudadanos, aunque a menudo procuren esquivarlos. O entretenerles con pel¨ªculas absurdas para apartar su atenci¨®n de la realidad concreta, pura y dura, de una fase de la modernidad que tiende a dejar al individuo en un estado de soledad cada vez mayor.
Los poderes pol¨ªticos locales pueden hacer tres cosas: primera, no regalar nada a quien no se compromete; segunda, exigir compensaciones a quien se va, y tercera, preparar el terreno de modo adecuado para tener un lugar en este mapa de flujos que es el mundo globalizado. Sobre las dos primeras, se dir¨¢ que son ingenuas. Siempre habr¨¢ un pa¨ªs que tentar¨¢ a las grandes empresas para que se instalen en su tierra, aunque sea por tiempo corto. Nadie quiere perder la condici¨®n de refugio de paso de la caravana n¨®mada.
El argumento de la resignaci¨®n dice que las empresas se van a pa¨ªses con salarios bajos y menor protecci¨®n a los trabajadores. Y que ante esto no hay nada que hacer. Tambi¨¦n las empresas catalanas buscan la deslocalizaci¨®n en cuanto pueden. Es cierto, pero s¨®lo en parte. Sorprende leer que el pa¨ªs que m¨¢s inversi¨®n extranjera recibe es China, pero seguida muy de cerca por la tan denostada Francia y algo m¨¢s lejos por Alemania. China, evidentemente, es el sue?o del nomadismo capitalista: bajos salarios, poder autoritario que garantiza orden, cultura de la sumisi¨®n, escasos costes laborales y, adem¨¢s, aceptable preparaci¨®n profesional. El capitalismo n¨®mada ha encontrado su refugio favorito en el capitalismo de Estado con rostro comunista. Pero Francia y Alemania son pa¨ªses con r¨ªgida legislaci¨®n social, salarios altos y protecci¨®n a los trabajadores. ?C¨®mo se entiende? El valor a?adido de la calidad tambi¨¦n cuenta. Cabe, por tanto, una apuesta: la del pa¨ªs de alta calificaci¨®n. Una apuesta a medio plazo que supone colocar la educaci¨®n en el primer plano de acci¨®n pol¨ªtica.
Los poderes locales y nacionales tambi¨¦n tienen, sin embargo, sus v¨ªas de huida. Porque se puede huir sin moverse de sitio, simplemente explotando ciertas bazas del imaginario. El presidente Aznar ha encontrado un fil¨®n dando centralidad a la radicalizaci¨®n nacionalista, reforzada con su huida de Europa a Estados Unidos para compartir la prioridad de la guerra del terror sobre la guerra contra la miseria y la desigualdad en el mundo. La tentaci¨®n del relato identitario como huida para crear una realidad virtual en la que atrapar la realidad concreta es una querencia muy habitual en la pol¨ªtica catalana, de la que la insensata excursi¨®n de Carod a Francia es un efecto natural. Un pa¨ªs sin Estado tiene que hacer muchas se?ales de humo para ser reconocido. El problema es cuando el humo ciega el cielo propio.
De la ¨²ltima encuesta del Instituto Opina para EL PA?S me pareci¨® muy interesante un dato: la escasa relevancia que los ciudadanos dan al choque de nacionalismos. Ni la cohesi¨®n territorial, ni los nacionalismos, ni las autonom¨ªas figuran entre las principales preocupaciones de los espa?oles. La campa?a de Aznar debe de haber sido bastante in¨²til cuando son mayor¨ªa los que tienen opini¨®n favorable al tripartito catal¨¢n y los que piensan que ¨¦ste beneficiar¨¢ electoralmente al PSOE. Aunque ciertamente el terremoto provocado por la huida populista de Carod puede cambiar tendencias. En la modernidad l¨ªquida el fundamentalismo nacionalista -sea espa?ol o catal¨¢n- puede ser una forma de huida del poder, que contribuya a alimentar la distancia entre los flujos que recorren la sociedad y la superestructura pol¨ªtica, y a condenar la pol¨ªtica a un papel cada vez m¨¢s irrelevante, a merced de la fluidez econ¨®mica. Si en la primera modernidad la determinaci¨®n econ¨®mica era en ¨²ltima instancia, en la segunda modernidad es la primera y cada vez m¨¢s aut¨®noma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.