En busca del votante perdido
La autora analiza por qu¨¦ si los espa?oles se declaran moderadamente progresistas, el PP ha ganado las dos ¨²ltimas elecciones.
Uno de los aparentes enigmas de la pol¨ªtica espa?ola en los ¨²ltimos a?os es el de entender c¨®mo es posible que en un pa¨ªs en el que los ciudadanos son en su mayor¨ªa moderadamente progresistas haya ganado dos elecciones consecutivas un partido conservador. Teor¨ªas de la ciencia pol¨ªtica predicen que en unas elecciones el votante optar¨¢ por el partido que ideol¨®gicamente est¨¦ m¨¢s pr¨®ximo a su propia posici¨®n. Desde esta perspectiva, el PSOE no deber¨ªa haber perdido ninguna de las elecciones puesto que el n¨²mero de individuos cercano a sus posiciones ideol¨®gicas es superior al n¨²mero de ciudadanos pr¨®ximos al PP. En 2000, mientras que en la escala ideol¨®gica de 1 (extrema izquierda) a 10 (extrema derecha), los ciudadanos situaban por t¨¦rmino medio al PSOE en el 4,4 y al PP en el 7,6, el 52,5% de los mismos se posicionaba en el ¨¢rea de la izquierda (entre el 1 y el 5), el 26,2 en la derecha (del 6 al 10), y el 21,3% no declaraba ideolog¨ªa. ?ste es un caso muy claro en el que la realidad no se ajusta a la teor¨ªa, a pesar de estar ¨¦sta cargada de todo el sentido com¨²n. ?Son entonces los espa?oles masoquistas por dejarse gobernar por un partido que no defiende sus ideas? ?C¨®mo es posible que el PP gane elecciones fuera de su campo de batalla?
La primera explicaci¨®n, la m¨¢s obvia y sencilla, es que el PSOE compite con un partido a su izquierda que, por minoritario que sea, le arranca votos. El PP, por el contrario, no cuenta con contrincantes a su derecha. Esto no solamente modifica el reparto que se producir¨ªa de tratarse de un sistema bipartidista puro, sino que condiciona muy claramente las estrategias electorales de los principales partidos espa?oles. Sin un competidor a la derecha, el acercamiento del PP al centro implica pocos riesgos. Los votantes de extrema derecha pueden considerar al PP como un partido excesivamente moderado pero, al fin y al cabo, o le votan o se abstienen. Por tanto, la estrategia ¨®ptima para el PP es siempre ir al centro, m¨¢s poblado que los extremos. No es evidente, sin embargo, decidir qu¨¦ es lo que m¨¢s le conviene al PSOE. Para moverse al centro, el partido debe estar muy convencido de la posibilidad de conquistar nuevos y extensos apoyos, pues los ciudadanos de izquierda que no quieran votar a un partido moderado tienen otra alternativa. Esto quiz¨¢s contribuya a explicar por qu¨¦ el PSOE tiende a ser algo m¨¢s vacilante que su contrincante.
La ausencia de bipartidismo puro, sin embargo, no es el ¨²nico factor que da cuenta de las victorias del PP en una sociedad moderadamente progresista. Con la excepci¨®n de las elecciones de 1993, el PSOE ha ido perdiendo progresivamente a largo de la d¨¦cada de los ochenta y de los noventa apoyos entre su electorado potencial, los ciudadanos que se declaran de izquierda (posiciones 3 y 4) o de centro izquierda (posici¨®n 5). Una parte de ellos ha optado por apoyar al PP y otra por abstenerse. De ah¨ª, en gran medida, que la abstenci¨®n tenga hoy en Espa?a un car¨¢cter tan marcadamente de izquierda. En 2000, la mitad exacta de los abstencionistas provino de las posiciones que van desde la extrema izquierda al centro izquierda, mientras que ¨²nicamente una d¨¦cima parte se situ¨® en la derecha. Los individuos sin ideolog¨ªa representaron el 40% restante.
?C¨®mo se explica la renuncia de estos ciudadanos a votar por el partido ideol¨®gicamente m¨¢s pr¨®ximo? ?Por qu¨¦ estos electores permiten o contribuyen a las victorias del PP? A la hora de decidir su voto estos individuos se han dejado guiar por consideraciones no ideol¨®gicas. Por un lado, las encuestas revelan que en 2000 los ciudadanos de izquierda y de centro izquierda que votaron al PP u optaron por abstenerse valoraban mejor, por t¨¦rmino medio, la gesti¨®n de los populares al frente del Gobierno que la labor del PSOE en la oposici¨®n.
Por otro lado, es posible pensar que la ausencia de debates sustantivos sobre cuestiones que tradicionalmente han discutido partidos ideol¨®gicamente opuestos, como la redistribuci¨®n de la riqueza o el papel del Estado en la econom¨ªa, haya contribuido a que en los electores de izquierda pesasen otras razones a la hora de decidir su voto. Desde 1993, los asuntos estrella han sido la corrupci¨®n, el terrorismo, los nacionalismos, la estructura territorial de Espa?a y los conflictos internacionales. A diferencia de cuestiones como la redistribuci¨®n, en las que uno se hace muy bien idea de d¨®nde situar ideol¨®gicamente a un partido de izquierda o a uno de derecha, ninguna de las cuestiones que ha protagonizado el debate pol¨ªtico desde 1993 puede definirse en t¨¦rminos ideol¨®gicos. Esto es evidente en el caso de la corrupci¨®n: todos los partidos, al margen de su ideolog¨ªa, defender¨¢n que hay que acabar con ella. Tampoco el nacionalismo o el terrorismo tienen vinculaci¨®n con el eje ideol¨®gico: tanto la izquierda como la derecha puede ser nacionalista y tanto unos como otros quieren acabar con ETA.
A cualquier observador le puede resultar obvio que el PP ha seguido una estrategia deliberada a la hora de marcar la agenda pol¨ªtica. Sabi¨¦ndose menos pr¨®ximos a la mayor¨ªa de ciudadanos en el eje ideol¨®gico, los populares han rehuido la discusi¨®n de asuntos anclados en este eje. Esta estrategia ha dado sus frutos. Puede que en muchos de los ciudadanos de izquierda o centro izquierda que se abstienen o votan a la derecha haya pesado m¨¢s la capacidad del PP para resolver el problema del terrorismo o para gestionar la econom¨ªa, que la mayor distancia de este partido con respecto a cuestiones que tradicionalmente han diferenciado a la izquierda de la derecha.
Con vistas a las pr¨®ximas elecciones, la prioridad del PSOE deber¨ªa ser la conquista de su electorado potencial. Estos individuos son enormemente heterog¨¦neos en edad, clase social y educaci¨®n. Tambi¨¦n se distinguen en su ideolog¨ªa, pues no piensan de la misma manera los ciudadanos de centro izquierda, muchos de los cuales se consideran simplemente de centro (pese a su mayor proximidad ideol¨®gica al PSOE), que los ciudadanos de izquierda. En este grupo tan heterog¨¦neo, sin embargo, destacan dos percepciones que quiz¨¢s ayuden a perfilar dos tipos de votantes potenciales: aquellos que creen que los populares son mejores gestores que los socialistas y los que piensan que los principales partidos son, en sus pol¨ªticas, m¨¢s o menos iguales.
Habr¨ªa sido interesante que los ciudadanos que se han resistido a votar al PSOE por estas razones hubiesen asistido a la presentaci¨®n del programa econ¨®mico del partido, cuyo responsable es Miguel Sebasti¨¢n. Por un lado, datos rigurosos, pero por muchos desconocidos, indican que los populares no son buenos gestores. La econom¨ªa pod¨ªa haber crecido m¨¢s de haberse aplicado mejores recetas. La productividad ha ca¨ªdo en picado. Y el Gobierno espa?ol punt¨²a p¨¦simamente en los ¨ªndices sobre injerencia del Estado en la econom¨ªa, por detr¨¢s incluso de pa¨ªses como Jordania o Botswana.
Por otro lado, pese a que la prensa se ha centrado casi exclusivamente en destacar el apoyo del responsable del programa econ¨®mico del PSOE a una pol¨ªtica econ¨®mica puramente ortodoxa, lo cierto es que ¨¦sta se distingue de la pol¨ªtica perseguida por el PP. La diferencia fundamental est¨¢ en que el PP no ha aprovechado el crecimiento para redistribuir, ni tampoco para hacer m¨¢s din¨¢mica la sociedad espa?ola. En t¨¦rminos relativos, el gasto social ha disminuido.
Ahora el PSOE debe hacerse o¨ªr entre los ciudadanos que le han dado la espalda. Por un lado, es necesario que los individuos de centro izquierda sepan que la gesti¨®n del PP no ha sido tan buena como muchos han cre¨ªdo. Por otro, el partido debe abrir los ojos a los votantes potenciales de la izquierda, insistiendo en que sigue habiendo diferencias ideol¨®gicas entre los partidos, no tanto en los instrumentos en los que basan su pol¨ªtica econ¨®mica, como en los fines que persiguen. La intervenci¨®n de Sebasti¨¢n en la presentaci¨®n del programa econ¨®mico engancha, a mi modo de ver, con un electorado potencial sumamente heterog¨¦neo y permite superar el dilema de si el PSOE debe moverse hacia el centro o hacia la izquierda: "una pol¨ªtica econ¨®mica sin aventuras" pero con una "mejor gesti¨®n". Crecer, s¨ª, pero para redistribuir: m¨¢s inversi¨®n en sanidad y m¨¢s "educaci¨®n, educaci¨®n, educaci¨®n".
Bel¨¦n Barreiro es polit¨®loga.
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