Un pensador entre funcionarios
Cuenta Adorno que lo que le llev¨® a reeditar Filosof¨ªa de la m¨²sica veinte a?os despu¨¦s de que apareciera por primera vez era la creencia compartida por algunos cr¨ªticos de que el libro ya hab¨ªa cumplido su ciclo. Cuando se quitan de en medio an¨¢lisis molestos so pretexto de que ya no son actuales, lo que se produce es una brutal represi¨®n del conocimiento. Ahora, 35 a?os despu¨¦s de aquella reedici¨®n, tiene el p¨²blico espa?ol la posibilidad de juzgar por s¨ª mismo sobre la vigencia de un pensador que sobre m¨²sica, literatura, pol¨ªtica o moral sigue siendo tan actual como los males que denuncia.
?stos son los dos primeros vol¨²menes, Notas sobre literatura y Filosof¨ªa de la nueva m¨²sica, de las obras completas de Adorno que la editorial Akal publicar¨¢ en los pr¨®ximos cuatro a?os. Un proyecto que tendr¨¢ 20 t¨ªtulos, algunos con dos vol¨²menes, revisados por cuatro traductores. Acometer la publicaci¨®n de obras completas es algo tan inusual entre nosotros y tan fundamental para una cultura que s¨®lo cabe felicitarse y desear que el ejemplo cunda.
Sabemos que Adorno estuvo un tiempo pensando si dedicarse a la m¨²sica o a la filosof¨ªa. Al final opt¨® por la filosof¨ªa, sin olvidar ciertamente las composiciones musicales, pero en el sentido que ¨¦l explica en el primer escrito de Notas sobre la literatura titulado 'El ensayo como forma': la filosof¨ªa como discurso fluido en el que se dan cita el rigor cient¨ªfico, el sentido moral y la belleza expresiva. Adorno opta por este g¨¦nero literario para plantar cara a una filosof¨ªa que no sabe abordar ning¨²n problema concreto sin remontarse a Ad¨¢n y Eva y sin tener que construir un macrosistema en el que al final todos los gatos son pardos. Ten¨ªa raz¨®n el joven Habermas cuando le presentaba al p¨²blico alem¨¢n como "un escritor en medio de funcionarios". Adorno quiere ir al grano, a la vida misma, y no estaba dispuesto a pagar el peaje de los grandes discursos filos¨®ficos alemanes, ni tampoco supeditar el conocimiento filos¨®fico a los c¨¢nones de la ciencia natural, por no hablar de toda esa filosof¨ªa que se escribe mirando a la pared (de la biblioteca) y de espaldas a la vida. "La ciencia es estad¨ªstica, dir¨¢ m¨¢s tarde, y al conocimiento filos¨®fico le basta un solo campo de concentraci¨®n". Cada cosa en su sitio.
Esto explica que ni el escrito sobre
la m¨²sica se agote en el estudio del pentagrama ni el de sobre literatura sea una teor¨ªa de la escritura. Son ensayos sobre arte y literatura en los que expone su idea de la est¨¦tica ya sea musical o literaria. En el 'Discurso sobre poes¨ªa l¨ªrica y sociedad' deja su tarjeta de visita cuando dice que lo propio del arte es expresar cr¨ªticamente el desgarro entre el proyecto que dibuja el individuo y el destino que le impone el mundo. Quiz¨¢ sea 'Final de partida' el escrito central de esas casi setecientas p¨¢ginas que conforman el volumen 11 dedicado al estudio de autores como Heine, Balzac, Proust, Mann o Goethe. Adorno hab¨ªa quedado fascinado por el autor de Fin de partida, pues tal y como confiaba a Horkheimer, "tiene intenciones que guardan relaci¨®n con las nuestras". El viaje a las profundidades de la barbarie humana que hac¨ªa el dramaturgo guardaba relaci¨®n con el que estaban haciendo los fil¨®sofos de la primera Escuela de Francfort por los horrores del fascismo y la brutalidad de lo que ellos llamaban "sociedad administrada". En el escrito dedicado a Beckett, Adorno aclara la forma y los l¨ªmites de esa protesta contra el mal que compart¨ªan. El arte se enfrenta al mundo tomando partido por lo m¨¢s modestamente singular: "S¨®lo entiende lo que dice el poema quien en la soledad de ¨¦ste percibe la voz de la humanidad". El sufrimiento es lo que singulariza, por eso hay que combatirle como hace el poeta: mir¨¢ndole de frente. Pero el artista no ofrece un programa alternativo. Como en la obra de Beckett, no hay en la mirada art¨ªstica acci¨®n que luche contra el absurdo, sino s¨®lo reflejo de la par¨¢lisis que aqueja a la realidad: "No hay llanto que derrita el blindaje, s¨®lo queda el rostro al que se le han agotado las l¨¢grimas". La cr¨ªtica art¨ªstica no puede derrumbar los muros de la c¨¢rcel, s¨®lo mostrar los cuerpos consumidos por el encarcelamiento.
La grandeza de la escritura consiste en no ceder a la presi¨®n de la miseria de la vida y poder captar sin embargo lo que hay de universal en cada caso singular. ?sa es su grandeza y tambi¨¦n su miseria, pues tal y como reprochaba Horkeimer a uno y otro, si el mundo est¨¢ paral¨ªtico no basta mostrar la par¨¢lisis, sino que "lo que importa es realizar de alguna manera la parte de verdad que se tiene".
No es Adorno un autor f¨¢cil. Se permite el lujo de guardar la almendra de su pensamiento en una escritura a la que ha privado de cualquier gui?o o escalera de mano con la que llegar hasta ella. Eso plantea al lector, por supuesto, un problema de comprensi¨®n de sus textos, y al traductor un reto casi imposible. Alfredo Brotons Mu?oz, el traductor de estos dos vol¨²menes, sale en general airoso gracias a una traducci¨®n que se deja leer, aunque hay casos, como en el 'Discurso sobre la poes¨ªa l¨ªrica', en los que la precipitaci¨®n le juega malas pasadas.
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