El aut¨®grafo feliz
Oliveira, cuya infancia fue penosa, siempre dibuja una cara sonriente a los ni?os que le piden su firma
El aut¨®grafo de Ricardo Oliveira, delantero del Valencia, es el dibujo de una carita sonriente. Escribe sus iniciales, una R y una O a la que pone dos ojos y una boca con una gran sonrisa. Lo practica todos los d¨ªas, las veces que haga falta, sobre todo para los ni?os que acuden a los entrenamientos en Paterna.
Mientras otros jugadores se escapan r¨¢pidamente en sus coches al acabar la pr¨¢ctica, el brasile?o se detiene con gran paciencia y plasma en el papelito la misma imagen feliz que tiene pintada en su rostro. Siempre est¨¢ contento. Le colma el Valencia, club con el que ha marcado ocho goles en la Liga y que hoy recibe al Atl¨¦tico -Aimar y Jorge L¨®pez, por lesi¨®n, y Pellegrino, porque guarda reposo tras su lipotimia en M¨¢laga, son bajas en el equipo local mientras que el visitante tampoco dispone de Fernando Torres, Garc¨ªa Calvo y Aguilera, lastimados, ni de De los Santos, que no puede jugar por una cl¨¢usula en su contrato de cesi¨®n por el Valencia-. "Esto que vivo es un sue?o para m¨ª", dice Oliveira. No le faltan razones para disfrutar de su actual momento tras haber superado una penosa infancia para ¨¦l y su familia.
El valencianista, que perdi¨® a su padre a los ocho a?os, lav¨® coches y mendig¨® para comer
Oliveira naci¨® en junio de 1980 en el pobr¨ªsimo barrio de Caranediru, en S?o Paulo. Era el peque?o de seis hermanos, tres chicos y tres chicas. Sus primeros a?os transcurrieron en su mayor¨ªa en las calles de la ciudad. All¨ª pasaban todos las horas, alrededor de juegos populares o de un simple bal¨®n. El padre, Luis Carlos, era obrero, y la madre, Odilia, trabajaba en el mantenimiento de un edificio. Resid¨ªan en una peque?a casa de madera, en un ambiente de carencias y necesidades continuas.
La situaci¨®n se agrav¨® al morir Luis Carlos a causa de una enfermedad pulmonar cuando Ricardo ten¨ªa ocho a?os. Aquello fue un mazazo. Odilia y sus hijos se enfrentaron a la lucha por la superviviencia. "Fue una tragedia, algo dur¨ªsimo. Todos tuvimos que ponernos a trabajar para salir adelante", recuerda el jugador; "mis hermanos limpiaban casas, cuidaban beb¨¦s y trabajaban en supermercados. Yo lavaba coches. Aun as¨ª, el dinero no nos llegaba a veces y ten¨ªamos que salir a la calle a pedir para poder comer".
Uno de sus hermanos, Ronaldo, tuvo que dejar el f¨²tbol para ayudar al sostenimiento familiar. Y ¨¦l abandon¨® el colegio a los 13 a?os. El trabajo no le dejaba apenas margen y el bal¨®n comenzaba a llamar su atenci¨®n. Nunca le gustaron otros deportes, aunque tampoco tuvo oportunidad de practicarlos. El f¨²tbol acab¨® suponiendo una salida para tanta pobreza. Pero la fama no ha cambiado su forma de ser.
De todas las circunstancias de su infancia ha emergido una persona tranquila, muy aferrada a la religi¨®n -es miembro de los Atletas de Cristo-, bondadosa, con un fuerte sentido de la amistad y de la familia. Mantiene el contacto con todos sus amigos infantiles, que juegan todav¨ªa en equipos de S?o Paulo y los visita cuando viaja a su pa¨ªs, aunque ahora "todo ha cambiado mucho" para ¨¦l. En las vacaciones siempre lleva cosas para quienes las necesitan.
A finales de este mes, adem¨¢s, espera su primer hijo de su esposa, D¨¦bora. S¨®lo se separa de ella para entrenarse y jugar. La acompa?a a todos los reconocimientos m¨¦dicos y a comprar. No sale nunca por la noche.
Su simpat¨ªa hacia los ni?os es total. Por eso dibuja un carita sonriente como aut¨®grafo. Quiz¨¢, recordando su penosa infancia. Al mal tiempo, buena cara, parece querer decir. "Sabe lo que es pasar de abajo arriba. Eso curte a las personas. Y ¨¦l es muy humano", comenta el delegado del Valencia, Manuel Maci¨¤, uno de quienes mejor le conocen.
Oliveira se desmarca de la hipocres¨ªa del f¨²tbol. "Si marcas, eres el m¨¢s guapo, el mejor. Si no, nadie se acuerda de ti. Yo siempre voy a trabajar. Es lo que siempre he hecho en la vida por conseguir lo que quer¨ªa. Y tengo una gran confianza en m¨ª despu¨¦s de lo que he pasado. Cuando las cosas van mal, estoy tranquilo", asegura. Y afirma que le gustar¨ªa compartir esas vivencias, las buenas y las malas, con su padre. "Ahora pienso que le gustar¨ªa verme jugar y marcar goles con el Valencia".
"La gente me pregunta si no me siento mal cuando no juego, si no me enfado con el entrenador... ?C¨®mo me voy a quejar por eso? He pasado de todo y ahora esta vida es un sue?o para m¨ª", concluye.
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