?Una tragedia griega?
A lo mejor les suena. En un solar a las afueras de la ciudad yace un cad¨¢ver. Nadie puede enterrarlo, est¨¢ prohibido. Lo ha proclamado el tirano mediante un edicto. La hermana del muerto, a escondidas, le echa unos pu?ados de tierra para honrarle ante los dioses y ante los hombres, y ser¨¢ castigada por ello con la pena de muerte. El cad¨¢ver abandonado no es otro que el de Polinices. Su hermana se llama Ant¨ªgona. La suerte de Polinices ha sido durante mucho tiempo la de las v¨ªctimas del terrorismo en Euskadi. Como daban verg¨¹enza -algo habr¨¢ hecho; un madero menos, un picoleto- hab¨ªa que sacar los muertos a toda prisa para que los enterraran en sus pueblos de origen. Apenas si se les echaba un poco de agua bendita, los funerales eran poco menos que clandestinos.
Ahora, las cosas han cambiado. Los muertos, incluso los de las fuerzas de seguridad, reciben su homenaje, y hasta el nacionalismo ha asimilado que se debe tratar bien a las v¨ªctimas reserv¨¢ndoles el lugar que merecen en la consideraci¨®n ciudadana. El Gobierno vasco est¨¢ promoviendo por fin una campa?a publicitaria a favor de las v¨ªctimas. Pero en cuanto las v¨ªctimas tienen ojos, se acab¨®, a pesar de que al lehendakari siempre le ha gustado poner ojos a los ciudadanos. Debe de haber ojos y ojos. Porque, de repente, cuando el cad¨¢ver tiene los ojos de Joseba Pagazaurtundua, proh¨ªben enterrarlo. ?O no es lo mismo negarle la medalla al M¨¦rito ciudadano del pueblo donde se dej¨® las u?as trabajando como polic¨ªa municipal?
M¨¢s vale que Josu Jon Imaz est¨¢ construyendo una naci¨®n c¨ªvica. Y que en las direcciones de Derechos Humanos y Atenci¨®n a las Victimas tienen un mont¨®n de maquillaje, porque, si no, los ojos de Joseba les taladrar¨ªan el alma. Ha bastado que los amigos de Joseba, sus amigos de la Corporaci¨®n de Andoain, decidan darle el homenaje que se merece, para que los nacionalistas del PNV y EA, pese a reconocer que concurren en ¨¦l los requisitos necesarios, se lo nieguen en nombre de la m¨¢s mezquina de las cicater¨ªas pol¨ªticas. Cuando Ant¨ªgona manifiesta hacia su hermano la triple piedad de hermana, de ciudadana y de cumplidora con los dioses, Creonte, el tirano, trata de justificar el atropello que comete con ella invocando lo desde?able que resultaba un acto humano -se tapa los ojos, se los maquilla, para no ver que el acto tambi¨¦n era ciudadano (y religioso)- frente a la pol¨ªtica de la ciudad: "Y al que tiene mayor estima a un amigo que a su propia patria no lo considero digno de nada". De nada, terribles palabras. As¨ª les va, pues, a quienes no lo hacen todo por esa Patria con may¨²sculas que para algunos representa el todo. No pueden ver reconocida su memoria por un gesto que, en realidad, no le hubiera debido de costar nada a quien se lo niega. De no ser porque con semejante gesto se estuviera poniendo en peligro la patria. "El problema de fondo es que la coalici¨®n PNV-EA gan¨® las elecciones y ni siquiera est¨¢ en el gobierno municipal. Socialistas y populares no han contado con nosotros para hacer el homenaje y est¨¢n promoviendo en el pueblo la imposici¨®n", dijo el edil peneuvista Mikel Arregi.
Bonita manera de darle la vuelta al asunto: lo injusto no es haberse negado a tributar un homenaje que se consideraba justo y merecido, lo injusto es que se lo tributen. Pero, claro, cuando la patria habla por la boca de quienes s¨®lo tienen la patria en la boca, cabe esperar eso y m¨¢s. ?Basta con que Imaz diga que "desgraciadamente no ha sido posible", como si el homenaje no hubiera podido realizarse debido a un terremoto? Pr¨®xima a pagar por su gesto c¨ªvico, Ant¨ªgona exclama: "Al irme, alimento grandes esperanzas de llegar querida para mi padre y querida tambi¨¦n para ti, madre, y para ti, hermano, porque cuando vosotros estabais muertos, yo con mis manos os lav¨¦ y os dispuse todo y os ofrec¨ª las libaciones sobre la tumba. Y ahora, Polinices, por ocultar tu cuerpo, consigo semejante trato. Pero yo te honr¨¦ debidamente en opini¨®n de los sensatos". Un abrazo, Joseba.
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