Los balseros vuelven como h¨¦roes
La familia Basanta es recibida con v¨ªtores por sus vecinos de Diezmero, un barrio de La Habana, tras su deportaci¨®n por EE UU
"Somos como pelotas de pimp¨®n a merced de la pol¨ªtica de ambos Gobiernos", dice con evidente desaliento, pero sin perder el orgullo, el intr¨¦pido lobo de mar Marcial Basanta, deportado a Cuba esta semana por las autoridades norteamericanas tras intentar llegar a Miami en un viejo coche Buick de 1959 transformado en una incre¨ªble balsa. En su casa de la calle Palma, en el barrio del Diezmero, un arrabal de La Habana, ya no hay v¨ªdeo, ni lavadora, ni equipo de m¨²sica. Todo lo vendi¨®, m¨¢s sus cadenas y prendas de oro, para lanzarse a la aventura y tratar de cambiar el rumbo de su vida.
"Yo no quiero vivir en este pa¨ªs. Aqu¨ª no tengo futuro", dice con voz firme, arropado por su familia. El mi¨¦rcoles, horas antes de que regresase a casa, cientos de vecinos y amigos del barrio se lanzaron a la calle para impedir que la polic¨ªa decomisase una camioneta Ford 1951 de su propiedad. Fue una especie de mot¨ªn popular. Ante el alboroto, y entre gritos de "abusadores", los agentes policiales decidieron retirarse, pues el ambiente era tremebundo y la cosa iba a m¨¢s. Al caer la noche, cuando por fin llegaron los Basanta, otra multitud los recibi¨® entre v¨ªtores.
Marcial y su amigo Luis Grass se hicieron famosos el verano pasado, cuando fueron interceptados en alta mar tratando de llegar a Miami a bordo de un cami¨®n Chevrolet prerrevolucionario convertido en veh¨ªculo anfibio. En aquella ocasi¨®n, eran 12 tripulantes, y todos fueron repatriados. Esta vez, en el Buick balsa viajaban tres familias: Luis con su esposa, Isora, y su hijo, ?ngel Luis, de 4 a?os; Rafael D¨ªaz, el due?o del veh¨ªculo, con su esposa, Nidia, m¨¦dico de profesi¨®n, y sus hijos Pablo, de 15, y David, de 9 a?os; y Marcial, su esposa, Mirlena L¨®pez, su hija, Leidys, de 12, y Felipe, de 7.
La familia Grass fue enviada a la Base Naval de Guant¨¢namo en espera de que las autoridades de Estados Unidos definan su situaci¨®n migratoria. Los Basanta y los D¨ªaz fueron repatriados sin m¨¢s contemplaciones despu¨¦s de pasar una semana a bordo de un guardacostas norteamericano. A Marcial le corresponde el desafortunado honor de ser el ¨²nico deportado que particip¨® en ambas aventuras. Pero ¨¦l no se amilana. "Tuvimos mala suerte. Pero al menos el esfuerzo mereci¨® la pena por Luis y su familia".
Marcial cuenta que hasta hace relativamente poco no se plante¨® abandonar su pa¨ªs. "Soy licenciado en Deportes. Fui seis veces campe¨®n nacional de taekwondo, dos veces campe¨®n panamericano y tercero en la Copa del Mundo. He participado en los Panamericanos de Indian¨¢polis, en 1987, y en competencias en Miami, y nunca trat¨¦ de quedarme".
"Cuando el verano pasado Luis empez¨® a preparar el cami¨®n-balsa, yo no quer¨ªa ir". Pero, admite, al final se "embull¨®". "Aqu¨ª es muy dif¨ªcil salir adelante. Trabajar con mi camioneta era cada vez m¨¢s dif¨ªcil, y quer¨ªa probar una nueva vida, que mis hijos tuvieran un futuro mejor".
Tras ser deportado la primera vez, todo se puso en su contra. "Un d¨ªa vino la polic¨ªa y sin explicaciones le decomis¨® el tractor a mi padre, que es un peque?o agricultor privado. Otro d¨ªa nos quitaron el tel¨¦fono, y a cada rato me citaban para ir a declarar".
La preparaci¨®n del Buick-balsa dur¨® cinco meses y cost¨® 5.000 d¨®lares. Pero, al d¨ªa siguiente de tirarse al mar, el 2 de febrero, fueron detectados por los guardacostas. "Peleamos con ellos 12 horas. Como no ¨ªbamos a parar, nos abordaron con lanchas, trataron de enredar con cabos la h¨¦lice, le echaron az¨²car al combustible. Al final, asustaron tanto a los ni?os que nos entregamos".
Marcial tratar¨¢ ahora de hacer los tr¨¢mites legales para emigrar, aunque EE UU ya le ha denegado el visado en una ocasi¨®n. "No me queda m¨¢s remedio", afirma, y en ese momento llega a su casa un vecino que particip¨® en el mot¨ªn del mi¨¦rcoles para felicitarle.
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