Vanguardia de gomaespuma
Como dir¨ªa Carod Rovira, ?ah¨ª queda eso! Con la exposici¨®n Content y el libro del mismo t¨ªtulo, Rem Koolhaas ha vuelto a armarla. El provocador arquitecto holand¨¦s ha resumido sus siete ¨²ltimos a?os de trabajo con una muestra en la Neue Nationalgalerie berlinesa que desparram¨® 300 objetos y maquetas en el interior del monumental templo de vidrio de Mies van der Rohe, y con un libro formato fanzine cuyas 544 p¨¢ginas mezclan los proyectos y la pol¨ªtica en un c¨®ctel t¨®xico e hipn¨®tico. La exposici¨®n, que evoca el desorden casual de un mercadillo y la aglomeraci¨®n confusa de un almac¨¦n escolar, presenta medio centenar de proyectos con multitud de documentos y materiales de trabajo, que se entreveran con rotundos diagn¨®sticos geopol¨ªticos y socioecon¨®micos, formulados a trav¨¦s de tipograf¨ªas vertiginosas e ilustrados con profusi¨®n de diagramas, mapas, estad¨ªsticas y recortes de prensa. El libro, que no es exactamente un cat¨¢logo de la exposici¨®n sino una acumulaci¨®n abigarrada de textos e im¨¢genes sobre el dise?o y las tendencias en un mundo globalizado, utiliza los proyectos de Koolhaas para recorrer el planeta desde San Francisco hasta Tokio, siguiendo un itinerario hacia el Este que quiere reflejar el movimiento intelectual del arquitecto desde una Am¨¦rica decepcionante hacia la Europa resistente y el Asia en alza.
Koolhaas sit¨²a su obra en el marco de la econom¨ªa inform¨¢tica y el totalitarismo medi¨¢tico
La politizaci¨®n esperp¨¦ntica de la arquitectura es un recurso ret¨®rico para recordar el divorcio entre dinero e inteligencia
En contraste con el anterior balance de Koolhaas y su Office for Metropolitan Architecture (OMA) -un tit¨¢nico volumen titulado S,M,L,XL, dise?ado por el canadiense Bruce Mau, y que al poco de su aparici¨®n en 1995 se convirti¨® en un libro de culto entre los j¨®venes-, la actual s¨ªntesis no utiliza como hilo conductor la escala de los edificios, sino su localizaci¨®n geogr¨¢fica, y esa mudanza de la talla al contexto expresa cabalmente la inquietud insomne del holand¨¦s por situar su trabajo en la agenda del mundo. Haciendo uso abundante de material generado por AMO (una oficina paralela dedicada a la investigaci¨®n, la publicaci¨®n y la imagen) y confiando el dise?o editorial a &&& (un equipo gr¨¢fico de sabor alternativo y amateur), el Content final resulta ser un digest de lo que ha transitado de un tiempo a esta parte por las manos y la cabeza efervescente de Rem Koolhaas: los proyectos sin duda, desde la casi terminada Biblioteca de Seattle y el reci¨¦n inaugurado centro estudiantil en el IIT de Chicago hasta la sede de la CCTV en Pek¨ªn o los hiperedificios para Bangkok y Se¨²l, pasando por la Casa da M¨²sica de Oporto, la embajada holandesa en Berl¨ªn o la remodelaci¨®n del Hermitage de San Petersburgo; pero tambi¨¦n los textos y an¨¢lisis sobre el "espacio basura", la actualidad de Las Vegas, la importancia del comercio y la moda, la actitud ante el patrimonio, la identidad europea o los desaf¨ªos asi¨¢ticos.
Tanto en la exposici¨®n como en el libro, Koolhaas nos estimula con el exceso, el barullo y la estridencia. Ver el recinto hier¨¢tico de Mies colonizado por un zoco de maquetas de poliestireno azul con marcadores magn¨¦ticos antirrobo, vallas de obra, tableros apoyados al descuido en los muros de m¨¢rmol, un tenderete que vende camisetas con logos de los proyectos o las cajas de embalaje apiladas junto a una de las cristaleras hace pensar en las invasiones b¨¢rbaras; pero remite asimismo a la vitalidad despeinada de lo cotidiano, un desorden f¨¦rtil que si nos desconcierta tambi¨¦n nos premia con hallazgos inesperados. Por su parte, perseguir esas perlas en el libro exige franquear el umbral de su portada, donde Koolhaas nos somete a un tratamiento de choque con el r¨®tulo de aer¨®grafo, las estrellas de Disney, las etiquetas trivialmente escandalosas (arquitectura pervertida, ingenier¨ªa homicida, tecnolog¨ªa paranoide) o la sal gorda de un collage de adolescente descerebrado a dieta de chats y photoshop. Sin embargo, tras esa presentaci¨®n ofensiva y grosera se esconde una secuencia acelerada de im¨¢genes e ideas de fulgurante seducci¨®n que inserta la arquitectura en el pulso cambiante de un planeta convulso.
Circulando siempre en direcci¨®n prohibida, el holand¨¦s resume sus innovaciones formales en quince patentes irritantes y geniales, y sit¨²a su arquitectura en el marco de la econom¨ªa inform¨¢tica y el totalitarismo medi¨¢tico. Si en el proceso coquetea con el famoseo de la moda, se deja tentar por la megaloman¨ªa del dise?o y se aproxima al gusto por proclamar una revoluci¨®n cada tres meses -algo que ¨¦l mismo detect¨® l¨²cidamente en su an¨¢lisis de la revista Wired-, son pecados veniales que merecen disculpa. M¨¢s dif¨ªcil es, sin duda, aceptar el rigor desigual de la informaci¨®n que se aduna con la bulimia indiscriminada de la worldwide web, y el populismo pueril de buena parte de la documentaci¨®n gr¨¢fica, que circula de la brillantez a la ramploner¨ªa sin pesta?ear.
Pero incluso en la glotoner¨ªa
informativa y el envase infantiloide Koolhaas est¨¢ en sinton¨ªa con los tiempos. Si el espacio p¨²blico es un circo, como piensa Peter Sloterdijk, nadie mejor que el payaso Leo Bassi para denunciar los residuos de Francolandia; a fin de cuentas, James Carville comenta las primarias norteamericanas vestido con una camiseta de rugby en la war room de la CNN decorada como una habitaci¨®n de teenager. Y cuando los diarios publican necrol¨®gicas de gorilas, no es extra?o que las salas de exposiciones acojan cad¨¢veres de ejecutados chinos despellejados por Gunther von Hagens como anatom¨ªa pedag¨®gica y frisson de biempensantes. Koolhaas est¨¢ en la onda, y su politizaci¨®n esperp¨¦ntica de la arquitectura es un recurso ret¨®rico que usa gomaespuma, plastilina y mu?equitos para recordar ese divorcio entre el dinero y la inteligencia que Hollywood acu?¨® como el conflicto entre suits y ponytails, corbatas corporativas y coletas cr¨ªticas.
Aqu¨ª el arquitecto con mayor vocaci¨®n pol¨ªtica es Oriol Bohigas, que en Avui da efusivamente las gracias a Carod Rovira, no s¨¦ muy bien si por querer amansar con m¨²sica a las fieras o por declararse equidistante entre los leones y los cristianos. Quiz¨¢ los pol¨ªticos -como sucede en el PAN mexicano- deber¨ªan hacer un examen antes de tener el carnet, pero mientras tanto Newsweek se felicita de lo bien que va Espa?a y pone como ejemplo Barcelona. Dice Narciso Ib¨¢?ez Serrador que el p¨²blico de la televisi¨®n tiene exactamente 14 a?os, y me pregunto si el de la arquitectura o el de la pol¨ªtica son mucho mayores. Feliz san Valent¨ªn.
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