Marcianos
En la cuarta de sus Cr¨®nicas Marcianas, Ray Bradbury describe la llegada a Marte de una expedici¨®n que, sorprendentemente, se encuentra con la m¨¢s fr¨ªa de las recepciones por parte de los habitantes del planeta rojo. Cuando los excitados viajeros interplanetarios golpean la puerta de la primera vivienda marciana a la que se acercan con el fin de comunicar la que, para ellos, es la m¨¢s emocionante de las noticias -"?Venimos de la Tierra!"- la mujer que habita en la casa no atiende a sus explicaciones y les da con la puerta en las narices: "No tengo tiempo. Tengo mucho que cocinar, y coser, y limpiar..." A partir de este primer encuentro, los cada vez m¨¢s desconcertados expedicionarios van siendo enviados de un marciano a otro -del se?or Ttt al se?or Aaa, y de este al se?or Iii-, vi¨¦ndose enredados en un inexplicable procedimiento burocr¨¢tico, con formularios que rellenar y firmar, hasta que todas sus certezas se debilitan. "Hemos trabajado mucho, hemos hecho un largo viaje y quiz¨¢ pudiera usted estrecharnos la mano al menos, y darnos la enhorabuena", acaba suplicando el capit¨¢n.
No seguir¨¦ con el relato ni desvelar¨¦ su inesperado final. Pero he recordado esta historia al comprobar la parsimonia, la irrelevancia casi, con la que se est¨¢ desarrollando la precampa?a electoral. Como si de emocionados expedicionarios espaciales se tratara, los candidatos llaman a nuestra puerta con el fin de hacernos part¨ªcipes de una buena nueva que, sin embargo, no acaba de hacerse un hueco entre nuestras ocupaciones m¨¢s cotidianas. Es cierto que todos ellos se acompa?an de una numerosa claque, como lo es tambi¨¦n que cuentan con esa universal puerta de acceso a nuestros hogares que es la televisi¨®n; otra cosa ser¨¢ saber si, a pesar de llegar por esta v¨ªa hasta nuestras salas de estar, en el fondo no siguen estando tan fuera de nuestras vidas como si se quedaran plantados en el umbral de la puerta. Y no es que la situaci¨®n no sea trascendental: al contrario, por primera vez en muchos a?os es, a la vez, tan necesario como posible cambiar el Gobierno de Espa?a. Bueno, tal vez m¨¢s necesario que posible, pero esto no disminuye un ¨¢pice la relevancia del momento pol¨ªtico; al contrario, la refuerza. ?Por qu¨¦, entonces, esta apat¨ªa?
El inter¨¦s por la participaci¨®n pol¨ªtica tiene mucho que ver con la manera en que la actividad pol¨ªtica se hace llegar a la ciudadan¨ªa. Una sociedad en la que se vuelven comunes como "yo no entiendo de pol¨ªtica", "yo no me meto en pol¨ªtica", "la pol¨ªtica no me interesa" y otras similares, es una sociedad c¨ªvicamente enferma. Tales expresiones indican que las cuestiones pol¨ªticas son percibidas como cuestiones fundamentalmente ajenas a nuestras aut¨¦nticas preocupaciones, lo que es un error. Y no me sirve la respuesta de que el problema es que la pol¨ªtica se ha vuelto cada vez m¨¢s compleja, de manera que las cuestiones que se plantean son demasiado complicadas para el ciudadano normal. ?Acaso no existen centenares de personas que, estando ellas o alguno de sus familiares afectadas por una de esas denominadas "enfermedades raras", se preocupan de mover tierra y cielo para buscar toda la informaci¨®n necesaria para afrontar dicha enfermedad, sin contentarse con la asistencia m¨¦dica? El desinter¨¦s es, casi siempre, consecuencia, que no causa, de una pol¨ªtica alejada, en el fondo o en las formas, de las preocupaciones ciudadanas. Por tanto, es fundamental conectar la acci¨®n pol¨ªtica con los intereses ciudadanos.
Dar valor, aut¨¦ntico valor, a la pol¨ªtica. Si, seg¨²n la provocadora reflexi¨®n de Hannah Arendt, pol¨ªtica significa, esencialmente, poder comenzar, no hay mejor manera de reanimar la participaci¨®n pol¨ªtica que recuperar su funci¨®n transformadora. Lo cual supone combatir ese pensamiento que proclama, da igual que lo haga con alegr¨ªa o con melancol¨ªa, que las cosas son como son y no pueden ser de otra manera. El discurso de la inevitabilidad, la idea de que el espacio para la transformaci¨®n de la realidad se ha reducido hasta pr¨¢cticamente desaparecer, es la mejor manera de transmitir la idea de que la pol¨ªtica, y por lo mismo la participaci¨®n ciudadana, es absolutamente prescindible, bastando con una eficaz gesti¨®n tecnocr¨¢tica de los asuntos humanos. Sea por ello bienvenida la constituci¨®n de esa Asamblea de Intervenci¨®n Democr¨¢tica que el pasado viernes se present¨® en Madrid y en Barcelona. ?Para cu¨¢ndo su constituci¨®n en Euskadi?
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