Un rayo fulminante directo al coraz¨®n
El denominado s¨ªndrome de Brugada, responsable de hasta el 12% de las muertes s¨²bitas, es un fallo el¨¦ctrico cardiaco causado por un defecto gen¨¦tico
El 12 de octubre de 2002, Brian Nelson y su mujer, Susan, entraron en el recinto de un parque de Seattle (Estados Unidos). Nelson se desabroch¨® el cintur¨®n de seguridad, abri¨® la puerta del coche y, de repente, se desmay¨®. "Uau", consigui¨® decir inmediatamente antes de desplomarse hacia delante. La cabeza se le inclin¨® sobre el pecho y empez¨® a gemir. Su esposa lo zarande¨®, pero ¨¦l no respond¨ªa. Transcurridos unos 30 segundos, cay¨® hacia atr¨¢s en el asiento, le giraban los ojos, ten¨ªa la boca abierta y la cara, casi completamente blanca. "Era como si todo se hubiera parado", record¨® Susan. Le aplic¨® el o¨ªdo al pecho, pero no oy¨® nada. Angustiada, empez¨® a golpearle el pecho. Fue lo ¨²nico que se le ocurri¨®. Pens¨® que estaba muerto. Pero tras unos 30 segundos, Brian se despert¨®, moviendo los brazos sin control. La cara y las manos se le pusieron de color rojo remolacha y ten¨ªa las venas de la frente hinchadas. Pasados dos minutos, las convulsiones remitieron y recuper¨® un color m¨¢s normal. "Tenemos que salir de aqu¨ª ahora mismo", grit¨® su mujer. Pero, sintiendo n¨¢useas, ¨¦l sali¨® del coche, avanz¨® tambale¨¢ndose y vomit¨®. Despu¨¦s se sent¨® en un banco a esperar una ambulancia.
En el sureste asi¨¢tico es la segunda causa de muerte en varones menores de 40 a?os
La mayor¨ªa de las v¨ªctimas son varones de edad media que mueren mientras duermen
Cuando lleg¨® al hospital, le hicieron un electrocardiograma. Aunque no parec¨ªa normal, la ecograf¨ªa revel¨® que el coraz¨®n de Nelson era normal. El cardi¨®logo le dijo a Nelson, de 49 a?os, que su coraz¨®n no presentaba ninguna anomal¨ªa mec¨¢nica. El problema, dijo, era el¨¦ctrico. "Lo denomin¨® s¨ªndrome de Brugada", recuerda el paciente. Nunca hab¨ªa o¨ªdo hablar de ¨¦l, y tampoco otros m¨¦dicos de urgencias.
Ram¨®n Brugada, una de las principales autoridades del mundo en este s¨ªndrome y hermano del hombre que lo descubri¨®, dijo que "es una de las enfermedades m¨¢s mortales que se puedan imaginar". Causado por un defecto gen¨¦tico de las c¨¦lulas cardiacas, ahora se cree que el s¨ªndrome es responsable de hasta el 12% de las muertes s¨²bitas y de aproximadamente el 20% de las muertes en pacientes con corazones estructuralmente normales. La mayor¨ªa de las v¨ªctimas son varones que fallecen durante el sue?o.
En cuanto los pacientes desarrollan los s¨ªntomas -el desvanecimiento inexplicado es el m¨¢s com¨²n-, existe una probabilidad del 50% de que fallezcan en el plazo de 10 a?os si no reciben tratamiento. Actualmente, el ¨²nico tratamiento eficaz es un desfibrilador implantable. "El paciente t¨ªpico tiene 40 a?os, est¨¢ en el mejor momento de su vida, es muy activo, sin ning¨²n historial previo, y de repente, un d¨ªa ya no se despierta", explica Brugada, director de gen¨¦tica molecular en el Masonic Medical Research Laboratory de Utica, Nueva York.
El n¨²mero de casos diagnosticados con s¨ªndrome de Brugada ha aumentado exponencialmente a lo largo de la pasada d¨¦cada. En el sureste asi¨¢tico, donde la enfermedad es end¨¦mica, es la causa m¨¢s com¨²n de mortalidad en varones menores de 40 a?os, despu¨¦s de los accidentes de tr¨¢fico. Datos recientes sugieren que en algunas ¨¢reas afecta al 2% de la poblaci¨®n. Aunque normalmente la enfermedad ataca en los primeros a?os de la mediana edad, se han documentado casos de beb¨¦s de tan s¨®lo unos d¨ªas. Charles Antzelevitch, director del Masonic Laboratory, donde se ha realizado buena parte de la investigaci¨®n sobre el s¨ªndrome, ha calculado que una de cada 5.000 personas podr¨ªa morir por esta causa.
La enfermedad tiene una historia empapada de mitolog¨ªa. En 1960, Gonzalo Aponte, pat¨®logo del Hospital Naval de Guam, escribi¨® un art¨ªculo en el que describ¨ªa 11 casos de j¨®venes filipinos muertos durante el sue?o. Sus muertes hab¨ªan sido extra?amente similares. Como en el caso de Nelson, las v¨ªctimas gimieron, lucharon por respirar y sufrieron violentas convulsiones. Despu¨¦s murieron. Aponte les practic¨® la autopsia, pero no encontr¨® nada que explicara las muertes: ni trauma, ni sobredosis por drogas, ninguna anomal¨ªa significativa en el coraz¨®n o en los ¨®rganos internos. Pronto descubri¨® que la muerte repentina de varones aparentemente sanos no era infrecuente en Filipinas. En Jap¨®n, el s¨ªndrome se denomina pok-kuri. En 1982, m¨¦dicos japoneses escribieron en la revista The Lancet que cada a?o varios cientos de hombres, aparentemente sanos, aparec¨ªan muertos en la cama en Tokio.
A finales de la d¨¦cada de 1970, la enfermedad llam¨® por primera vez la atenci¨®n de las autoridades sanitarias estadounidenses. En diciembre de 1981, los centros para el control de enfermedades comunicaron 38 casos de muertes repentinas no explicadas entre inmigrantes del sureste asi¨¢tico. Se denomin¨® s¨ªndrome de muerte s¨²bita inexplicada (SUDS, en sus siglas inglesas), y r¨¢pidamente se reconoci¨® como una de las principales causas de mortalidad entre hombres j¨®venes del sureste asi¨¢tico. En 1986, el primer caso del que se tuvo noticia en Europa -aunque entonces no se reconoci¨® como tal- lo vio Pedro Brugada, un cardi¨®logo holand¨¦s especializado en arritmias. Cuando Brugada examin¨® el electrocardiograma de su paciente, observ¨® un patr¨®n que nunca hab¨ªa visto. Era tremendamente inusual, con forma parecida a una aleta de tibur¨®n.
En los a?os siguientes, Brugada busc¨® este patr¨®n el¨¦ctrico en otras v¨ªctimas de parada cardiaca. "Busqu¨¦ por todas partes este electrocardiograma, pero no encontr¨¦ nada", declar¨® en una entrevista telef¨®nica concedida desde el Instituto de Ense?anza e Investigaci¨®n Cardiovascular de Aalst, B¨¦lgica, donde ahora trabaja. Entonces descubr¨ª dos, un holand¨¦s de 46 a?os y un belga de 48 que se desplomaron en la calle. En 1992, despu¨¦s de recoger ocho de estos electrocardiogramas inusuales, Brugada y un hermano menor, Joseph, publicaron sus resultados en The Journal of the American College of Cardiology. Consideraron que el trastorno era una nueva entidad cl¨ªnica. Despu¨¦s, recibi¨® el nombre de s¨ªndrome de Brugada, y se demostr¨® que este s¨ªndrome y el SUDS eran el mismo.
A finales de la d¨¦cada de 1990, un grupo de cient¨ªficos dirigido por Antzelevitch y los hermanos Brugada descubrieron la base gen¨¦tica de la enfermedad. Al contrario que en otros trastornos del ritmo cardiaco, los que acompa?an al s¨ªndrome de Brugada se disparan cuando el coraz¨®n late lentamente, lo que explica por qu¨¦ las muertes suelen producirse de noche. Se desconoce a¨²n si la actividad f¨ªsica es beneficiosa, perjudicial o indiferente.
Protecci¨®n
Antzelevitch considera el s¨ªndrome un paradigma de los efectos el¨¦ctricos que presagian el desarrollo de muchas arritmias diferentes, incluidas las que se provocan en las enfermedades de las arterias coronarias, la principal causa de muerte en el mundo occidental. "Si conseguimos encontrar una cura para el s¨ªndrome de Brugada, quiz¨¢ tambi¨¦n tengamos un medio de tratar estas arritmias m¨¢s comunes", a?ade. Ahora, a los pacientes se les implantan desfibriladores, el ¨²nico tratamiento eficaz. Cosidos bajo la piel de la parte superior del t¨®rax con cables que llegan directamente por las venas al coraz¨®n. Los desfibriladores controlan el latido cardiaco y aplican autom¨¢ticamente una descarga el¨¦ctrica si degenera en algo peligroso. Al cuarto d¨ªa de hospitalizaci¨®n, a Brian Nelson le implantaron un desfibrilador. Al d¨ªa siguiente, le dieron el alta. El paciente ha dicho que sobrevivi¨® al episodio por pura suerte. "Estuve solo la mayor parte del d¨ªa. Pod¨ªa haber estado en la sala viendo la televisi¨®n y mi esposa en otra habitaci¨®n, y no se habr¨ªa enterado". Los expertos afirman que la mayor parte de los casos de s¨ªndrome de Brugada no se diagnostican. "No hacemos lo suficiente por descubrir estas arritmias a una edad temprana", afirma Antzelevitch.
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