Un hospital esquizofr¨¦nico
El ala norte del Cl¨ªnico tiene cinco pacientes por habitaci¨®n mientras la sur es puntera en cardiolog¨ªa
Reconocen los propios m¨¦dicos que el Hospital Cl¨ªnico de Madrid sufre de cierta esquizofrenia. El centro m¨¦dico es un mastodonte construido sobre un monobloque de 175.000 metros cuadrados donde trabajan 5.328 empleados de la sanidad p¨²blica, repartidos geogr¨¢ficamente en dos zonas, la norte y la sur. Curiosamente, la zona norte (el 56% de su superficie) es vieja, el alicatado amarillea sin remedio y sus habitaciones tienen un aire arqueol¨®gico con sus cinco camas por habitaci¨®n (que en tiempos llegaron a ser seis) y sus destartalados cuartos de ba?o en el pasillo para cada 12 pacientes. Esta zona carece de aire acondicionado, lo que oblig¨® a numerosos pacientes a incorporar en su neceser un ventilador para combatir la ola de calor del pasado verano. La zona sur (44% de la superficie) est¨¢ reluciente, con habitaciones de una o dos camas y sus cuartos de ba?o individuales. Los propios trabajadores del centro hablan de zona noble y zona cutre, de hospital privado y hospital p¨²blico, del olimpo y del infierno, seg¨²n sea su estado de humor. Estas contradicciones son frecuentes en un hospital cogido a medio camino entre inversiones de gobiernos de distinto signo.
El 26,37% de los m¨¦dicos tiene entre 60 y 69 a?os. El 4,33% est¨¢ ya en los 70 a?os
El mismo d¨ªa, el centro 'vende' un avance cient¨ªfico y pacientes en los pasillos
La llegada de la pol¨ªtica del d¨¦ficit cero dej¨® algunas cosas a medio hacer. La explicaci¨®n es muy sencilla: la remodelaci¨®n del hospital se hizo en varias fases. La fase 0 la hizo un Gobierno socialista, la fase 1 la empez¨® un Gobierno socialista y la termin¨® otro del PP. Y la fase 2 qued¨® en suspenso: desde 2001 no pisa un alba?il el hospital salvo accidente laboral. Lo mismo sucedi¨® con las urgencias: en 1995 se acab¨® una remodelaci¨®n para una previsi¨®n de 350 entradas diarias. Pero cada d¨ªa entran 500 pacientes y las escenas de colapso han ocupado ya amplio espacio en los medios de comunicaci¨®n. La presi¨®n medi¨¢tica debi¨® obligar al nuevo consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela, a visitar el hospital y prometer nuevas inversiones.
A la zona sur se le llama tambi¨¦n Harvard. Por ejemplo, cuando los profesionales se refieren al Instituto Cardiovascular, donde se han reunido buena parte de los departamentos de cardiolog¨ªa del Cl¨ªnico. Es ahora una de las joyas de este hospital. En materia de coraz¨®n, el Cl¨ªnico es un hospital puntero. Hace unas semanas se aplic¨® por primera vez en Espa?a una terapia g¨¦nica para curar enfermedades cardiovasculares. En noviembre se present¨® el primer ecocardi¨®grafo tridimensional, s¨®lo disponible en Europa en este hospital y en otro situado en Aquisgr¨¢n (Alemania). El Cardiovascular es uno de los destinos preferidos por los estudiantes que quieren hacer una especialidad en cardiolog¨ªa. No sucede lo mismo en cirug¨ªa general, donde en los dos ¨²ltimos a?os quedan plazas libres. Zona norte. Zona sur. La esquizofrenia: el mismo d¨ªa que unos periodistas visitan el centro para tratar de un avance cient¨ªfico, otros trabajan en el retrato de pacientes hacinados en los pasillos.
El Hospital Cl¨ªnico de Madrid atiende a un ¨¢rea de 512.000 habitantes, seg¨²n su memoria del a?o 2003. Pero sus 1.000 camas quiz¨¢s resultan insuficientes, as¨ª como sus 30 quir¨®fanos y sus dos paritorios. Sus gestores reconocen que sirve a un perfil de poblaci¨®n envejecida, una poblaci¨®n por tanto complicada porque suele presentar varias patolog¨ªas a la vez. Y eso es cierto. Sin embargo, uno de los departamentos que m¨¢s presi¨®n sufre en urgencias es la de pediatr¨ªa. Parece un contrasentido, pero no lo es, si se tiene en cuenta la poblaci¨®n inmigrante, cuyos efectos no debieron de figurar en ning¨²n c¨¢lculo. De sus 227,3 millones de euros de presupuesto gastado en 2003, s¨®lo 1,7 correspondieron a inversiones en activos.
En esta cifra est¨¢ la explicaci¨®n de algunos fen¨®menos peculiares que suceden en este hospital. As¨ª, en 1998 se reorganiz¨® todo el departamento de radiodiagn¨®stico, cuya demanda de servicios crece implacablemente a un ritmo del 4% anual. A pesar de ello y de los adelantos t¨¦cnicos que pesan sobre su aparataje no ha existido compra de tecnolog¨ªa en todo este tiempo, consecuencia de que las listas de espera diagn¨®sticas fueran el segundo motivo de queja de los pacientes en este hospital.
"Posiblemente estamos pagando todo lo que no se ha hecho en ocho a?os", dice Carlos Macaya, director del Instituto Cardiovascular. "?Cu¨¢ntos hospitales se han construido en Madrid? No me parece que haya existido un gran inter¨¦s en potenciar la sanidad p¨²blica. ?Qu¨¦ ha sido de las ¨¢rea de gesti¨®n que prometi¨® el PP?". Macaya hace una descripci¨®n pesimista de la situaci¨®n. "Tenemos los sueldos m¨¢s bajos de Europa y un colectivo cada vez m¨¢s desincentivado y sometido a m¨¢s presi¨®n".
Efectivamente, los 785 facultativos del Cl¨ªnico soportan una gran tensi¨®n diaria, sobre todo si se tiene en cuenta que el 32,8% de estos profesionales son interinos, algunos de ellos con edades pr¨®ximas a los 50 a?os. La renovaci¨®n generacional en el hospital es tambi¨¦n un problema, fruto de la falta de inversiones en medios t¨¦cnicos y humanos: el 26,37% de los m¨¦dicos tienen entre 60 y 69 a?os, el 4,33% tiene 70 a?os y el 31,5% tiene entre 50 y 59 a?os. "No ha existido un plan de futuro, ha faltado inversi¨®n durante demasiado tiempo, no existe un plan ¨¢gil de sustituci¨®n de bajas. En muchas ¨¢reas se trabaja en situaci¨®n l¨ªmite y eso produce mucha insatisfacci¨®n y va en detrimento de la calidad", dice un jefe de departamento.
El hospital trabaj¨® un plan de choque durante el pasado a?o para reducir las listas de espera quir¨²rgicas y diagn¨®sticas, las causas m¨¢s frecuentes de quejas en los pacientes que se acercaban al Servicio de Atenci¨®n al Paciente. "Hemos logrado una reducci¨®n significativa", asegura Pedro Tarquis, portavoz del hospital. Las quejas han disminuido, efectivamente, y ahora las primeras causa de protesta son otras: las urgencias y, sobre todo, la habitabilidad de la zona norte, la de las cinco camas y el cuarto de ba?o en el pasillo.
Hace una semana, cardi¨®logos de todo el mundo se dieron cita en el Hospital Cl¨ªnico para estudiar una nueva t¨¦cnica contra la insuficiencia cardiaca, la resincronizaci¨®n, que consiste en implantar en el paciente un dispositivo que es capaz de estimular diferentes regiones del coraz¨®n de forma programada. Ese mismo d¨ªa, unas plantas m¨¢s abajo, en la zona de urgencias, el jefe de departamento, Pedro Villarroel, echaba cuentas de las camas disponibles en otros hospitales concertados donde poder enviar a pacientes que llevan horas esperando. A las doce de la ma?ana de un d¨ªa tranquilo le comunican que dispone de seis camas. Quiz¨¢s ese d¨ªa no tuvieron que luchar con uno de esos pacientes que, conocedores de la idiosincrasia del hospital, prefieren esperar unas horas en urgencias antes que ser enviados a la zona norte, la del alicatado infame y el cuarto de ba?o en el pasillo.
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