Citas a ciegas
Cristina y Michiko no se conoc¨ªan de nada y nunca hubieran imaginado que, a los cinco segundos de presentarse, empezar¨ªan a hablar de la nomenclatura en catal¨¢n de los cacharros de cocina. No es que de repente se volvieran locas, lo que pasa es que se hab¨ªan apuntado al programa Voluntaris per la llengua, una iniciativa de la Direcci¨®n General de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica que pone en contacto a voluntarios dispuestos a destinar una hora a la semana a conversar con personas que quieren reforzar el aprendizaje del catal¨¢n practic¨¢ndolo.
Cristina y Michiko, como Elisabet y Silvia, Laura y Sebasti¨¢n y 20 parejas, m¨¢s se encontraron a finales de noviembre en el Palau Moja de Barcelona dispuestos a la aventura. Nadie se conoc¨ªa. Los aprenents -y no alumnos-, que es como se designa a los no catalanohablantes, estaban ya reunidos en un sal¨®n donde Montserrat Puigdengolas y Laura Jaime, coordinadoras del programa, les informaban de los pormenores del encuentro. Cada uno ten¨ªa una cartulina con un n¨²mero y una silla vac¨ªa al lado con el mismo n¨²mero. Fuera, los voluntaris esperaban un tanto nerviosos que se les dejara pasar. Tambi¨¦n ellos ten¨ªan una cartulina con un n¨²mero que deb¨ªa coincidir con el n¨²mero de la silla. "Estaba impaciente por conocer a mi pareja", afirma Cristina. "El entonces director general tuvo el detalle de repartir zumo de naranja a todos los que esper¨¢bamos y el tiempo se nos hizo m¨¢s corto". Una vez dentro, cada cual buscaba a su pareja -o su n¨²mero- y se sentaba en la silla. Cristina ten¨ªa el n¨²mero nueve, pero en un primer momento parec¨ªa que su media naranja hab¨ªa desaparecido. Se puso m¨¢s nerviosa y empez¨® a preguntar, hasta que apareci¨® una mujer japonesa levantando la cartulina del nueve. Se sonrieron, se presentaron y empezaron a hablar como si se conocieran de toda la vida. Y de eso se trataba. El encuentro no parece, a primera vista, muy rom¨¢ntico, pero para lo que se proponen funciona a la perfecci¨®n.
Los voluntarios destinan una hora a la semana a conversar con personas que quieren reforzar su catal¨¢n practic¨¢ndolo
Michiko lleva 20 a?os residiendo en Barcelona. Sab¨ªa que aqu¨ª exist¨ªa otra lengua, pero no la o¨ªa nunca porque ella se relacionaba con japoneses y en la calle nadie le hablaba en catal¨¢n, as¨ª es que decidi¨® apuntarse a la Escuela de Idiomas. Ahora habla un catal¨¢n casi perfecto y se queja de que no tiene ocasi¨®n de practicarlo porque, aunque ella pregunta siempre en la lengua de Verdaguer, la gente le contesta siempre en la de Quevedo. "Estoy maravillada de Michiko", comenta Cristina. "Nos ponemos deberes y la mayor¨ªa de las veces ella me supera". Acostumbran a quedar en un bar y afirman que no les fue nada dif¨ªcil encontrar temas de conversaci¨®n porque se conocieron en la ¨¦poca de las elecciones auton¨®micas y el tripartito dio para mucho. "Y sigue dando".
Elisabet y Silvia prefieren encontrarse al aire libre. Elisabet, que es la voluntaria, le ense?¨® la Fira de Santa Ll¨²cia a esta argentina que al a?o y medio de vivir en Barcelona habla un catal¨¢n m¨¢s que correcto. Silvia se apunt¨® a los cursos para los no catalanohablantes que organiza gratuitamente el Consorcio para la Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica, que engloba a la Generalitat y los ayuntamientos. Acaba de examinarse del B¨¤sic 3 y est¨¢ encantada de las citas con Elisabet. "No s¨®lo hablo catal¨¢n, sino que he aprendido las costumbres, la geograf¨ªa... Para integrarte en un pa¨ªs distinto al tuyo es imprescindible conocer todo esto". Seg¨²n Elisabet, el momento del "emparejamiento" fue muy emocionante. Ahora ya llevan las 10 horas reglamentarias, pero piensan prolongar sus encuentros. "Hemos de romper el t¨®pico de que los catalanes somos cerrados y esta propuesta de Voluntaris per la llengua puede demostrarlo. Hablamos una lengua minoritaria y adem¨¢s hay poca gente que siga hablando en catal¨¢n cuando un extranjero se dirige a ¨¦l en esta lengua. Se tiene que agradecer el esfuerzo que hacen estas personas que quieren aprender nuestro idioma".
Antes de apuntarse todos tienen que rellenar un test en el que se especifica si se prefiere o no la pareja mixta. Laura apunt¨® que le era indiferente y se encontr¨® con Sebasti¨¢n, un joven argentino. Casualmente -o no- son de la misma edad y los dos viven en Gr¨¤cia, y les es f¨¢cil quedar en cualquier bar de la zona. "Al principio no sab¨ªa de qu¨¦ hablar", dice Laura, "pero poco a poco van saliendo los temas. Creo que prolongaremos la experiencia". Sebasti¨¢n est¨¢ encantado y considera a Laura una amiga.
Seg¨²n las coordinadoras del proyecto, a veces el feeling entre las parejas no funciona y entonces se rompe el acuerdo, pero ocurre muy pocas veces. En este momento ya son 1.600 las parejas apuntadas en toda Catalu?a. La mayor¨ªa de los aprenents son latinoamericanos, pero los hay tambi¨¦n de toda Europa. Los magreb¨ªes son m¨¢s reacios a la experiencia. Cornell¨¤, Vilafranca, Vic, Reus, Tordera, Matar¨® y L'Hospitalet... ya funcionan a pleno rendimiento. La experiencia est¨¢ siendo un ¨¦xito: dif¨ªcilmente una cita a ciegas o, como dicen ellos, un "emparejamiento" puede llegar a tan buenos resultados. Puede obtenerse m¨¢s informaci¨®n en //Cultura.gencat.net/llengcat/voluntaris.
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