Dos casonas y una panera asturianas
LA CORTE DE LUG?S, doce habitaciones con nombres de reyes en Villaviciosa
Es lo que tiene Asturias. Una ex¨¦gesis del para¨ªso natural cuyas ra¨ªces se hunden en la historia de su corte pelaya, en el relieve trompicado de sus monta?as litorales y en el aroma r¨²stico de la hierba y la sidra. Guapuras de infancia para Dolores ?lvarez, curtida en los fogones de El Faro de Piles, Casa Elche y el hotel Miramar, que no ha resistido la tentaci¨®n de inmiscuirse en el pujante turismo rural asturiano y administra con criterio un hotelito de nueva factura en la aldea casi inexistente de Lug¨¢s, pr¨®xima a Villaviciosa. Su hijo Daniel, diplomado en turismo con una tesis sobre el club de Casonas Asturianas, le ayuda en el dif¨ªcil empe?o de izar esta corte on¨ªrica, evocadora de los 12 primeros monarcas astures, al cielo de la hosteler¨ªa con encanto.
LA CORTE DE LUG?S
Categor¨ªa oficial: 4 estrellas. Direcci¨®n: Lug¨¢s, s/n. Lug¨¢s, Villaviciosa (Asturias). Tel¨¦fono 985 89 02 03. Fax 985 89 02 03. Internet: www.lacortedelugas.com. Instalaciones: jard¨ªn, sal¨®n de estar, sal¨®n con chimenea, sala de convenciones para 30 personas, bar, restaurante. Habitaciones: 10 dobles con ba?o, calefacci¨®n, tel¨¦fono, TV color, secador de pelo y conexi¨®n a Internet. Servicios: no hay facilidades para discapacitados, no admite perros. Precios: temporada alta, 90 euros + 7% IVA; temporada baja, 65 euros + 7% IVA; desayuno incluido. Tarjetas de cr¨¦dito: American Express, Master Card, Visa, 6000.
Arquitectura ... 7
Decoraci¨®n ... 8
Estado de conservaci¨®n ... 9
Confortabilidad habitaciones ... 7
Aseos ... 7
Ambiente ... 8
Desayuno ... 8
Atenci¨®n ... 8
Tranquilidad ... 7
Instalaciones ... 5
Piedra, teja y madera. Dos casonas y una panera. La primera de las edificaciones, original del siglo XVII, acoge hoy la mitad de los dormitorios y el grueso de las instalaciones comunes, incluido un sal¨®n-vest¨ªbulo en homenaje a aquellos reyes asturianos cuyos retratos decoran sus paredes con la firma de Enrique Rodr¨ªguez Kiker. Otros rincones de la casa exhiben el resto de los 27 ¨®leos que forman esta importante colecci¨®n iluminada por el artista en 1986. En el comedor, sin embargo, no hay m¨¢s arte que el de la tradici¨®n asturiana, con platos que han hecho escuela, como el capricho de Favila (tortas de ma¨ªz, picadillo, huevo de aldea, pisto y crema de cabrales). El desayuno se vive como una fiesta particular de la cocinera propietaria, enemiga del desali?o en el buf¨¦ y amante de la carta servida en mesa, para la cual se esmera en unos huevos fritos del corral de Almadita, su vecina.
Fina rusticidad
La segunda construcci¨®n, al oeste, proviene de la restauraci¨®n de un antiguo llagar y horno de pan, por tanto heredera de la misma piedra de mamposter¨ªa; bajo cubierta, abuhardillados, galer¨ªas de madera, y tambi¨¦n el mismo paisaje interior de fina rusticidad en el mobiliario, en los pies y cabeceros de forja o en las delicadas labores de ganchillo que festonean las ventanas. Tanto af¨¢n por respetar las hechuras tradicionales de la casa olvida, ?ay!, el insoslayable aislamiento ac¨²stico. No por el escas¨ªsimo tr¨¢fico que soporta esta aldea, sino por el crujido interior de la madera y la animada convivencia a que se entrega de noche la clientela.
Todas las habitaciones ofrecen una personalidad distinta en memoria de la corte asturiana. Silo, en altillo color vino. Alfonso I, en altillo azul. Alfonso II, con dosel y escritorio. Alfonso III, la mayor, en tonos ocres y naranjas, con muebles artesanos y un edred¨®n de cuadros algo m¨¢s moderno. Ordo?o, con un cabecero tallado en el siglo XIX. Y los dem¨¢s: Fruela, Aurelio, Mauregato, Vermudo, Ramiro. El restaurante Favila y el sal¨®n Pelayo. Doce argumentos para volver a Lug¨¢s.
ALREDEDORES
DESDE Villaviciosa se toma la carretera AS-255 en direcci¨®n a Infiesto. El desv¨ªo a Lug¨¢s est¨¢ se?alizado a la izquierda, una vez superado Amandi, en el punto kilom¨¦trico 3,200. La aldea est¨¢ coronada por el santuario rom¨¢nico de Santa Mar¨ªa de Lug¨¢s (siglo XII), con un p¨®rtico de triple arcada y magn¨ªficos capiteles. La vista trasciende los prados siempre verdes, los manzanos prometedores de buena sidra y los eucaliptos que flanquean el asfalto, serpeante por las laderas del Sueve.
Montes abajo, en Villaviciosa, se deben visitar las iglesias de San Andr¨¦s de Bedri?ana, siglo IX; Santa Mar¨ªa de la Oliva, siglos XII y XIII; San Juan de Amandi, siglo XIII; y, por supuesto, San Salvador de Valdedi¨®s, llamada el Convent¨ªn, mandada construir por Alfonso II el Magno en el siglo IX. En verano, las playas de Rodiles y El Puntal son muy frecuentadas por su enorme extensi¨®n de arena. El Museo de la Sidra, en Nava, sacia la sed y la curiosidad de los viajeros.
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