Peatonalizaci¨®n

Recientemente sali¨® publicada una noticia cuyo titular dec¨ªa as¨ª: "Vecinos de las Letras piden a Ruiz-Gallard¨®n que peatonalice el centro de Madrid". Mi pensamiento se dirigi¨® hacia lo que empezaba a considerar una solemne estupidez; es decir, c¨®mo iba alguien a hacer una petici¨®n semejante, cuando los propios vecinos tendr¨ªan que dejar sus autom¨®viles tan alejados de sus domicilios. Era evidente, que aqu¨ª hab¨ªa gato encerrado, por tanto decid¨ª leer el art¨ªculo.

El portavoz de estos vecinos ven¨ªa a decir que s¨®lo eran necesarios unos tres millones de euros para construir el cierre de las calles (queda claro que esta ¨ªnfima cantidad la ganamos casi todos los ciudadanos a diario, por tanto no habr¨ªa que darle mayor importancia).

Segu¨ªa sin entender nada de la sorprendente petici¨®n: es decir, adem¨¢s de tener que dejar sus coches lejos de sus domicilios, estaban dispuestos a pagar tres millones de euros. Segu¨ª leyendo.

El representante de esta entidad pretend¨ªa, entre otras cosas, evitar la contaminaci¨®n de la zona donde ¨¦l vive y -atenci¨®n, por favor- liberar espacio p¨²blico para que los residentes de este barrio pudieran aparcar sus coches con facilidad. ?Al fin descubr¨ª el gato encerrado! Por supuesto, no segu¨ª leyendo. La insolidaridad de esta petici¨®n era tan manifiesta que sent¨ª verg¨¹enza ajena.

?Se imaginan ustedes que los vecinos de la Castellana, de Doctor Esquerdo, de Alcal¨¢, de Bravo Murillo... se propusieran hacer lo mismo? Las calles deben ser de todos y nadie puede tener la potestad de cerrarlas o abrirlas, porque esa decisi¨®n provocar¨ªa, nada m¨¢s y nada menos, que una impresentable discriminaci¨®n vecinal, o clasismo o racismo... cada uno que lo valore como quiera.