Sevillas
Otra imagen de Sevilla es el t¨ªtulo del libro escrito, a lo largo de muchos a?os, por Francisco Morales Padr¨®n, y publicado ahora por la obra social de la Caja San Fernando. No se trata de una imagen sino de muchas reflejadas en los escritos de visitantes extranjeros, desde los de los siglos de oro hasta los ¨²ltimos rom¨¢nticos; cada ¨¦poca dividida en temas de la ciudad y sus habitantes, con magn¨ªficas ilustraciones y miles de detalles interesantes.
Pr¨¢cticamente todos los visitantes escriben de una ciudad comercial, f¨¦rtil en aceite y vinos inmejorables; se quejan de las calles estrechas o tortuosas en las que se desorientan; se impresionan con la Catedral; consideran que las fachadas de las casas no son muy buenas; disfrutan del Alc¨¢zar y sus leyendas, del teatro, los paseos, los aguadores, del r¨ªo y los naranjos; se asombran de la cantidad de iglesias y conventos; y ven corridas de toros con gusto o disgusto.
Los primeros viajeros escriben, entre otras muchas cosas, sobre el Palacio de la Inquisici¨®n, la venta de esclavos cerca de la Bolsa (la Lonja), las mujeres no usan sillas sino cojines, j¨®venes indios que juegan a la pelota medio desnudos y nav¨ªos que llegan del nuevo mundo. En el dieciocho notan la ciudad decadente y sucia: "donde lo bueno y lo bello est¨¢ naufragando en un mar de penalidades"; donde hay muchos mendigos aunque tambi¨¦n haya un pan blanco y suave; con mucha riqueza pict¨®rica y unos obreros de la F¨¢brica de Tabaco que no llegan a viejos.
La guerra de la Independencia trae un gran trasiego de extranjeros -entre ellos Lord Bayron y Washington Irving- que describen a los sevillanos de trato f¨¢cil y agradable. Dicen que lo que hace a Sevilla es la apariencia exterior de riqueza y alegr¨ªa que concilia la destrucci¨®n del tiempo con el aspecto juvenil; de tal modo que parece que la prosperidad no ha llegado a su fin. Tanto a los del lugar como a los extranjeros les gustan los paseos por las hermosas avenidas junto al r¨ªo, por el Cristina y las Delicias. Los riesgos son las riadas y la peste amarilla.
Los ¨²ltimos viajeros rom¨¢nticos son los m¨¢s conocidos, como Ford, Roberts, Tailor, Borrow, Gautier, Merim¨¦e, Dumas y otros m¨¢s.
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