Recuperaci¨®n at¨ªpica
Los datos de la contabilidad nacional conocidos esta semana no han deparado sorpresas. El PIB registr¨® en 2003 un crecimiento medio anual del 2,4% a precios constantes y del 6,7% a precios corrientes. El deflactor del PIB (la inflaci¨®n de los bienes y servicios producidos en Espa?a) fue, por tanto, del 4,2%. El crecimiento real puede valorarse como positivo en relaci¨®n al conseguido por nuestros socios de la UE, que se qued¨® en un modesto 0,7%. No as¨ª la inflaci¨®n, que duplic¨® la media europea. La inflaci¨®n no se percibe por los agentes econ¨®micos espa?oles como algo negativo a corto plazo, antes al contrario, Crea una especie de ilusi¨®n de que las cosas van mejor de lo que realmente van. Gracias a la inflaci¨®n, los beneficios de los sectores no expuestos a la competencia internacional alcanzan record hist¨®ricos (frase tan de moda ahora) y las cuentas del Estado hasta pueden presumir de super¨¢vit. Pero a medio y largo plazo, la inflaci¨®n nos pasar¨¢ factura. A los sectores que tienen que competir en el mercado internacional ya les est¨¢ pasando: en la industria los m¨¢rgenes de beneficio se estrechan y las empresas est¨¢n respondiendo con destrucci¨®n de empleo.
Un aspecto interesante de la evoluci¨®n reciente de la econom¨ªa espa?ola es la asincron¨ªa c¨ªclica (perd¨®n por la palabra) que muestra respecto a la UE en su conjunto. Como puede verse en el gr¨¢fico izquierdo, mientras el PIB espa?ol inici¨® la recuperaci¨®n en el cuarto trimestre de 2002, el de la UE no lo hizo hasta el tercero de 2003, lo que permiti¨® que el diferencial de crecimiento se ampliara hasta alcanzar casi dos puntos porcentuales. La raz¨®n de ello es el fuerte impulso proporcionado por las pol¨ªticas monetaria y fiscal, algo as¨ª como lo que ocurre en EE UU. Hay que tener en cuenta que, si bien los tipos de inter¨¦s nominales son los mismos en Espa?a que en Alemania, no es as¨ª en t¨¦rminos reales, pues aqu¨ª tenemos una inflaci¨®n superior al 4% y en Alemania es de poco m¨¢s del 1%. Estos impulsos relanzaron la demanda interna espa?ola, que, al contrario de lo que ha sido el patr¨®n c¨ªclico hist¨®rico, se constituy¨® en la base de la recuperaci¨®n mientras los pa¨ªses europeos todav¨ªa estaban en recesi¨®n. Ahora bien, en gran medida esta fortaleza de la demanda (superior a lo que permit¨ªan las rentas generadas) se ha financiado mediante endeudamiento y ha sido satisfecha, m¨¢s que con producci¨®n interior, con importaciones netas, dando lugar a una ampliaci¨®n del d¨¦ficit exterior. En este sentido la actual recuperaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola puede considerarse at¨ªpica.
El caso es que, tras un a?o en esta coyuntura, las fuerzas de la demanda interna empiezan a flaquear. La contabilidad nacional nos muestra un consumo privado que crece suficientemente pero que no se acelera (gr¨¢fico central) y, lo que es peor, una inversi¨®n de las empresas en equipo que, tras recuperarse durante 2002 y primer semestre de 2003, ha girado de nuevo a la baja en los dos ¨²ltimos trimestres. Las exportaciones tambi¨¦n se han debilitado fuertemente. S¨®lo el consumo p¨²blico se mantiene firme y, de momento -?hasta cu¨¢ndo?-, la construcci¨®n. Si el PIB ha seguido aceler¨¢ndose en el cuarto trimestre ha sido porque el brusco (y previsiblemente temporal) debilitamiento de las importaciones ha permitido que disminuyera la aportaci¨®n negativa del saldo exterior. Como en las pel¨ªculas de indios, si no aparece pronto la caballer¨ªa (l¨¦ase recuperaci¨®n de las econom¨ªas europeas que tire de la espa?ola), podemos vernos en una situaci¨®n complicada.
?ngel Laborda es director de coyuntura de la Fundaci¨®n de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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