El temblor hace aflorar el nacionalismo rife?o
"Marruecos 0, Rif 10". El ni?o, que lleva con dificultad una docena de panes que le acaban de entregar unos socorristas marroqu¨ªes para ¨¦l y su familia, no se muestra agradecido y alardea de su sentimiento rife?o cuando se cruza con unos espa?oles. El terremoto que golpe¨® la provincia de Alhucemas, una de las m¨¢s pobres del pa¨ªs, ha hecho aflorar el nacionalismo latente entre una poblaci¨®n que se considera marginada por el poder central.
"Nosotros somos rife?os, bereberes, no ¨¢rabes, ni marroqu¨ªes". Al pie de la mezquita Al Quods, Abderram¨¢n, de 20 a?os, ha empezado por quejarse de que los polic¨ªas que proteg¨ªan una furgoneta cargada con leche no quer¨ªan darle un par de botellas y ha acabado soltando una soflama nacionalista. Otros j¨®venes asienten a su alrededor y alguno lleva en la solapa una insignia con el rostro de Abdelkrim, el l¨ªder de la rebeli¨®n rife?a contra Espa?a.
En Alhucemas y en los pueblos de los alrededores el mismo discurso se repite espont¨¢neamente y recuerda al de la Cabilia bereber argelina. Su virulencia es, sin embargo, menor y no se cantan, por ejemplo, canciones anti¨¢rabes. "Son alegatos algo superficiales que no tienen traducci¨®n pol¨ªtica", explica Manuel Lorenzo, un cooperante espa?ol que reside en la ciudad.
No la tienen porque los partidos regionales est¨¢n prohibidos en Marruecos y porque las provincias rife?as no pertenecen a una misma regi¨®n administrativa, sino que est¨¢n divididas. Desde la entronizaci¨®n de Mohamed VI, Rabat ha hecho adem¨¢s gestos introduciendo la ense?anza del bereber en la escuela p¨²blica, difundiendo a trav¨¦s de los medios audiovisuales una corta programaci¨®n en esa lengua y permitiendo que los padres pongan a sus hijos nombres originarios de esa zona. Adem¨¢s del alfabeto ¨¢rabe y latino, los ni?os empiezan a aprender ahora el tifin¨¢ o bereber.
"Son demasiados alfabetos", se lamenta el diputado socialista Mohamed Baniyahia. "No basta", afirma, por su parte, Omar Mussa, impulsor en Alhucemas de la asociaci¨®n Badis. "Hace falta que mi madre, que no habla ¨¢rabe, pueda dirigirse al juez en bereber", reivindica. "Y que los documentos administrativos est¨¦n tambi¨¦n escritos en dos idiomas".
"Hassan II detestaba al Rif que se sublev¨®" contra ¨¦l, recuerda Ilyas el Omari, un hombre de negocios de Alhucemas, y no hizo nada por desarrollarlo a partir de 1956. Antes, el protectorado ejercido por Espa?a tampoco contribuy¨® a crear infraestructuras. Alguna de ellas, como el ferrocarril que un¨ªa Ceuta con Tetu¨¢n, fue incluso desmantelada cuando se proclam¨® la independencia. "Ahora Espa?a debe saldar su deuda", insiste El Omari. M¨¢s del 90% de la cooperaci¨®n espa?ola con Marruecos se destina a esa franja septentrional.
Mohamed VI intenta reconciliar a la Monarqu¨ªa con el norte. Su primer viaje como rey lo hizo al Rif, y pasa en Tetu¨¢n parte del verano, pero la tarea es inmensa. Adem¨¢s, algunas de las iniciativas reales no se concretan. En septiembre, el soberano puso en Alhucemas la primera piedra del primer centro oncol¨®gico en el norte, pero la construcci¨®n a¨²n no ha empezado.
La construcci¨®n, fomentada por los emigrantes en Europa, sobre todo en el Benelux, es, sin embargo, el ¨²nico sector en el que se encuentra trabajo en Alhucemas, donde todas las f¨¢bricas han cerrado, excepto tres que producen ladrillos.
Como casi todo el Rif, Alhucemas posee dos fuentes de ingresos: el cannabis -el 27% de la superficie agr¨ªcola del norte est¨¢ dedicada a su cultivo- y las remesas de la inmigraci¨®n, con la que sue?an todos sus j¨®venes.
"Conf¨ªo en que las dificultades encontradas para hacer llegar la ayuda humanitaria a los damnificados del terremoto hayan puesto de manifiesto ante las autoridades la carencia de infraestructuras en esta regi¨®n y que lo subsanen en los pr¨®ximos a?os", se?ala Mussa. "Entonces podremos decir que no hay mal que por bien no venga".
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