Joyas espaciales: diamantes para la eternidad
AGITADO, NO MEZCLADO... El agente secreto Bond, James Bond, ha sido encargado de seguir la pista a un alijo de diamantes surafricanos desaparecidos aunque jam¨¢s comercializados. Sus pesquisas le conducen hasta Ernst Blofeld y su portentoso l¨¢ser gigante (para cuyo ¨®ptimo funcionamiento requiere de tan preciadas gemas), en ¨®rbita alrededor de la Tierra.
No se trata del fin del mundo esta vez, aunque s¨ª de un selecto surtido de hecatombes que amenazan la siempre fr¨¢gil paz planetaria... Argumento que corresponde a la s¨¦ptima entrega cinematogr¨¢fica de las aventuras del todoterreno agente brit¨¢nico Bond en Diamantes para la eternidad (Diamonds are forever, 1971), dirigida por Guy Hamilton y ¨²ltima aparici¨®n de Sean Connery encarnando al singular personaje.
Hasta la fecha, en d¨ªas especiales, uno pod¨ªa permitirse el lujo (o por lo menos la ilusi¨®n) de obsequiar a su pareja con un diamante. Para ello bastaba con andar unos pasos hasta la joyer¨ªa m¨¢s pr¨®xima (en mucho menos tiempo del requerido para ahorrar el dinero necesario...), sin salir siquiera de su ciudad. El pasado mes de febrero, una nota de prensa emitida por el prestigioso Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics sorprend¨ªa, por su impactante t¨ªtulo, a la comunidad astron¨®mica internacional: Para este d¨ªa de San Valent¨ªn, obsequie a la mujer que tiene de todo el diamante m¨¢s grande de la Galaxia... No se trataba, esta vez, de un pedrusco extra¨ªdo de las monta?as de la Tierra, sino de un gigantesco diamante de unos 4.000 kil¨®metros de tama?o y la friolera de 10.000 quintillones de quilates, un 1 seguido de 34 ceros (por comparaci¨®n, la Estrella de ?frica, el mayor diamante conocido, posee solamente 3.100 quilates). Si est¨¢ usted interesado en su adquisici¨®n necesitar¨¢ algo m¨¢s que una joyer¨ªa: el singular diamante se encuentra a unos descorazonadores 50 a?os luz de distancia, en la constelaci¨®n del Centauro, y su precio es verdaderamente astron¨®mico...
Pese a lo fascinante, el objeto responde a la anodina denominaci¨®n BPM 37093 (aunque alg¨²n nost¨¢lgico lo ha bautizado ya como Lucy, como tributo a la conocida canci¨®n de los Beatles Lucy in the sky with diamonds) y se trata de una estrella enana blanca cristalizada. Las enanas blancas -en particular, las compuestas por carbono y ox¨ªgeno- constituyen los ¨²ltimos estadios de la evoluci¨®n de estrellas como el Sol (y de hasta unas 10 veces su masa) que, tras una apacible existencia consumiendo sucesivamente hidr¨®geno y helio en r¨¦gimen termonuclear, expulsan la mayor parte de su masa en forma de una vistosa nebulosa planetaria, dejando un remanente de masa inferior a 1,4 masas solares y dimensiones planetarias.
El estudio observacional, encabezado por astrof¨ªsicos de Harvard, utiliza una curiosa propiedad de las enanas blancas: sus pulsaciones. Midiendo adecuadamente sus caracter¨ªsticas pueden deducirse detalles de su estructura interna, de forma an¨¢loga a lo que se realiza con las ondas s¨ªsmicas durante un terremoto que, a modo de sonda, revelan detalles desconocidos del interior terrestre. De esta forma se ha podido constatar que BPM 37093 constituye la confirmaci¨®n de una teor¨ªa predicha desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas (en particular, por astrof¨ªsicos de diversas universidades e institutos de investigaci¨®n de Barcelona) y se basa en una curiosa combinaci¨®n, a escala estelar, de enfriamiento y separaci¨®n qu¨ªmica.
Si no tienen excesiva prisa, dentro de unos 5.000 millones de a?os, nuestro propio Sol seguir¨¢ un curso parecido, y se erigir¨¢ en una enana blanca que, tras un periodo de unos 2.000 millones de a?os, posiblemente cristalice legando para la posteridad un hermoso diamante en pleno coraz¨®n del Sistema Solar.
L¨¢stima que, por aquel entonces, no habr¨¢ d¨ªa de San Valent¨ªn que valga -no habr¨¢ Tierra, de hecho- ni nadie en el planeta para extasiarse con su contemplaci¨®n... Y eso que, con permiso de la a¨²n discutida desintegraci¨®n del prot¨®n, un diamante es para siempre...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.