Fascinaci¨®n de origen andaluz

Escribe el mismo T¨¢vora, acerca de este nuevo espect¨¢culo, que es una locura, o un atrevimiento de la imaginaci¨®n. Lo es, por supuesto, y antes que nada es otro producto de la marca de T¨¢vora, con su carga sensorial y barroca exacerbada hasta el l¨ªmite.

Sobre la m¨²sica y los c¨¢nticos medievales que Orff recre¨® magistralmente, T¨¢vora ha levantado su propio espect¨¢culo sin tener en cuenta el esp¨ªritu de la obra original. Andaluc¨ªa es una presencia l¨²cida en estas Im¨¢genes. Toda la iconograf¨ªa tan querida por el autor se halla expl¨ªcita en el escenario, y sobre ella T¨¢vora construye su alegato acerca de las contradicciones patentes en este pa¨ªs andaluz donde la cruz y la media luna han ejercido siempre poderosas influencias.

Y echa mano de sus recursos habituales, que no por ello dejan de ser terriblemente efectivos. El aparataje esc¨¦nico es impresionante. Es impactante siempre, espectacular, con una capacidad de fascinaci¨®n que nos hace olvidar cualquier intenci¨®n de an¨¢lisis para aceptar lo que vemos tal como nos llega.

Y lo que vemos es T¨¢vora puro: los motivos semanasanteros, los hermosos caballos, las tocas monjiles, el incienso, los enanos imprevisibles, las banderas andaluzas... Y el cante y el baile flamencos, engarzados de manera extremadamente h¨¢bil con los terribles y hermosos c¨¢nticos goliardos de Orff. En esta ocasi¨®n la gran novedad es un coro de sopranos a?adido, m¨¢s la solista Alicia Murillo que tiene ocasiones de lucir el esplendor de su voz.