Recuento
Puede que haya libros que de un modo u otro ya est¨¦n escritos, pero que sea conveniente, necesario incluso, que vuelvan a escribirse de nuevo. Puede que La burla del tiempo, novela con la que el escritor chileno Mauricio Electorat acaba de obtener el Premio Biblioteca Breve, sea uno de esos libros.
Promueve esta sospecha el hecho de que el lector sienta en todo momento estar adentr¨¢ndose en un territorio familiar. Pues familiares resultan el planteamiento entero de la novela, su construcci¨®n, sus procedimientos estil¨ªsticos, sin que esa familiaridad, por otro lado, alcance a imponer nunca la fastidiosa sensaci¨®n de lo d¨¦j¨¤ vu.
Al fin y al cabo, no deja de ser natural que la obstinaci¨®n de la Historia d¨¦ lugar a conductas narrativas recalcitrantes. Por los a?os sesenta y setenta del siglo pasado el prop¨®sito de indagar en las monstruosas conformaciones pol¨ªticas y sociales de Hispanoam¨¦rica inspir¨® algunas novelas emblem¨¢ticas que, m¨¢s ac¨¢ de su excelencia art¨ªstica, permanecen vigentes en la medida en que las realidades que las inspiraron no han cesado de perpetuarse y de proliferar. No es extra?o, as¨ª, que La burla del tiempo traiga el recuerdo -el grato recuerdo, valga a?adir- de algunas de aquellas novelas, muy en particular de Conversaci¨®n en La Catedral (1969), de Mario Vargas Llosa. Algo parecido ocurr¨ªa recientemente, aunque de otro modo, con la primera novela del escritor peruano Juan Eduardo Benavides: Los a?os in¨²tiles (Alfaguara, 2002). A contrapelo de las tendencias hoy hegem¨®nicas en la narrativa hispanoamericana, tanto Benavides (Arequipa, 1964) como Mauricio Electorat (Santiago de Chile, 1960) optan abiertamente por imbricar su propia andadura personal a la de su generaci¨®n, y en la tarea de explicarla se enfrentan inevitablemente a la realidad pol¨ªtica de su pa¨ªs, sobre la que trazan una reflexi¨®n honda e interpeladora.
LA BURLA DEL TIEMPO
Mauricio Electorat
Seix Barral. Barcelona, 2004
352 p¨¢ginas. 17 euros
Pablo Riutort, el protagonista de La burla del tiempo, viaja a Santiago de Chile desde Par¨ªs para asistir al entierro de su madre. El viaje desata los recuerdos de su precoz militancia en la resistencia subversiva contra Pinochet, hacia finales de los setenta, cuando todav¨ªa era un adolescente. Pocos a?os antes de ese viaje a su ciudad de origen, Pablo se ha encontrado por casualidad, en un tugurio de Pigalle, con Nelson Pe?alosa, quien actu¨® como delator y falso testigo en el sumario que la Universidad de Chile abri¨® contra Pablo con motivo de unos graves disturbios estudiantiles. La larga conversaci¨®n nocturna que sigui¨® a aquel encuentro act¨²a de vibrante contrapunto al recuento de las circunstancias que determinaron que Pablo saliera del pa¨ªs.
Electorat trenza con habili
dad las dos l¨ªneas principales de su relato. Toda la carpinter¨ªa de la novela, en la que se yuxtaponen constantemente distintos planos de acci¨®n y de discurso, manifiesta una gran inclinaci¨®n por las t¨¦cnicas del montaje, que Electorat emplea con notable pericia. S¨®lo desentonan del conjunto las cartas que a Pablo Ruitort le env¨ªa su madre. Y merece subrayarse el o¨ªdo que Electorat demuestra tener para los registros coloquiales, en los que consigue que resuenen con eficacia y naturalidad abundantes modismos chilenos.
El balance que Electorat hace de los siniestros a?os del pinochetismo va m¨¢s all¨¢ de la denuncia de sus atrocidades: impugna tambi¨¦n la ret¨®rica a menudo insensata de la izquierda revolucionaria de aquel tiempo y se extiende hasta un presente vergonzoso, en el que permanecen impunes buena parte de quienes entonces ejercieron el terror a sus anchas. Pero, sin resultar nunca indulgente, la mirada m¨¢s bien severa que Electorat vuelca sobre su pa¨ªs carece de amargura y recurre a la distancia ir¨®nica en busca de una perspectiva ecu¨¢nime.
Especial menci¨®n merece el ingenioso artificio par¨®dico que, no sin alg¨²n riesgo para la credibilidad de la novela, Electorat introduce en medio de ella. Se trata de las cartas de intelectuales y celebridades europeas que, por orden de sus superiores jer¨¢rquicos, y a fin de insuflar ¨¢nimos entre los asistentes, Pablo y sus compa?eros deben inventarse para que sean le¨ªdas en las reuniones de la Uni¨®n de Escritores J¨®venes a la que ellos mismos pertenecen. Electorat recuerda aqu¨ª las crueles s¨¢tiras que escritores como Mars¨¦ o como Juan y Luis Goytisolo hicieron de la ret¨®rica y de las estrategias agitadoras del PC durante la dictadura franquista.
Todo parece indicar que para escribir su novela Mauricio Electorat se ha servido de su experiencia personal. Con poco m¨¢s de veinte a?os, en 1981, tambi¨¦n ¨¦l, como su personaje protagonista, opt¨® por salir de Chile y, despu¨¦s de una larga estancia en Barcelona, se instal¨® en Par¨ªs, donde actualmente reside.
Electorat es autor de dos tempranos poemarios de los que cabe esperar lo mejor, al menos a la luz de los tres o cuatro poemas que van incluidos en La burla del tiempo. Antes de esta novela ha publicado al menos otra (El Para¨ªso tres veces al d¨ªa, 1995) y un volumen de relatos (Nunca fui a Tijuana, 1999). El Premio Biblioteca Breve ha acertado esta vez -ya era hora- en su insistente prop¨®sito de poner en circulaci¨®n nuevas y destacables voces de la literatura hispanoamericana. Por mucho que una novela como La burla del tiempo no entra?e una gran originalidad, su escritura plantea, en un plano tanto ¨¦tico como formal, una v¨ªa llena a¨²n de alicientes para una narrativa -la de un continente entero, en definitiva- que dif¨ªcilmente puede soslayar la realidad a menudo traum¨¢tica de la que emerge.
Que siga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.