Emociones de todos los colores
Un nefasto d¨ªa de 1979, Sue Mingus perdi¨® a su esposo pero gan¨® varios objetivos en la vida: recuperar obras in¨¦ditas de Charles Mingus, defender las m¨¢s conocidas ante los piratas discogr¨¢ficos y crear una gran orquesta para mantener vivo el legado del contrabajista. Y en menos de lo que dura una semifusa, la Mingus Big Band era una realidad. ?Y qu¨¦ realidad! La m¨²sica de Mingus exige ser tocada con especial convicci¨®n, bajo riesgo de arrastrarse como un gui?apo moribundo. Habla de impresiones celestiales con una jerga m¨¢s propia de orcos y satanes, como si s¨®lo ¨¦l hubiera tenido el poder de dar la vuelta al universo y elevar el infierno a las alturas para premiar a los buenos. Todo un mundo de contradicciones, con alternancia de raptos furiosos con suaves llamadas al romanticismo, que clama ser sentido y, s¨®lo si se tercia, asimilado desde el punto de vista intelectual. En cualquiera caso, la afortunada audiencia del San Juan Evangelista (incluida la propia Sue Mingus) disfrut¨® del concierto como un demonio colectivo en pleno ba?o de lava refrescante y espumosa.
Mingus Big Band
Eddie Henderson, Kenny Rampton y Alex Sipiagin (trompetas), Ku-umba Frank Lacy (voz y tromb¨®n), Conrad Herwig (tromb¨®n), Earl McIntyre (tromb¨®n bajo y tuba), Craig Handy (saxos y director art¨ªstico), John Stubblefield (saxo tenor), Wayne Escoffery (saxos), Jaleel Shaw (saxo alto), Mike Sim (saxo bar¨ªtono), Kenny Drew Jr. (piano), Bor¨ªs Kozlov (contrabajo) y Donald Edwards (bater¨ªa). San Juan Evangelista. Madrid, 5 de marzo.
Incluso los menos curtidos en la exultante pluralidad emocional de Mingus, caso del saxo alto Jaleel Shaw y del tenor Wayne Escoffery, se comportaron como mingusianos fibrosos, en especial en el brinco casi suicida que demanda Jump monk. En ese mismo tema se escuch¨® tambi¨¦n el tromb¨®n lanzallamas de Conrad Herwig. El repertorio discurri¨® despu¨¦s por t¨ªtulos de fondo de cat¨¢logo admirablemente puestos al d¨ªa. El indomable Ku-umba Frank Lacy se zambull¨® en una rareza descolg¨¢ndose de una voz pose¨ªda por el blues.
'Blues' de us¨ªa
La intensidad no decay¨® ni en baladas como Diane, a la que el trompetista Eddie Henderson dio candela sin piedad, y m¨¢s humo espeso levant¨® Nostalgia in Times Square. La temperatura subi¨® tanto que hasta el saxo bar¨ªtono Mike Sim decidi¨® despojarse de su gorro y de su sudadera. La verdad es que hab¨ªa que remangarse para atacar el resto del temario, compuesto de preciosidades como Sound portrait in three colors. Aunque donde de verdad pudieron palparse las estrellas fue en Devil woman, de nuevo muy bien cantada por Lacy con sus melismas picudos y abrasivos, y realzada por un apasionante solo de John Stubblefield al tenor: blues de us¨ªa que quiz¨¢ marc¨® el punto culminante de la noche. El presentador y director art¨ªstico de la formaci¨®n, el saxofonista tenor Craig Handy (reconvertido esta vez en alto), se reserv¨® un solo muy al final, cuando ya estaba todo dicho.
Charles Mingus, all¨¢ donde est¨¦, pudo irse a dormir de nuevo con la tranquilidad de que su m¨²sica sigue colmando sensibilidades.
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