La investigaci¨®n m¨¦dica independiente en Europa
A la lista de especies en v¨ªas de desaparici¨®n en Europa, entre las que se encuentran el lince ib¨¦rico o el ¨¢guila imperial, hay que a?adir una nueva v¨ªctima. Gracias a la nueva directiva europea sobre normas de buena pr¨¢ctica cl¨ªnica (1), la investigaci¨®n cl¨ªnica independiente podr¨ªa ser incluida pr¨®ximamente entre las especies en peligro de extinci¨®n. La citada directiva, que regula las condiciones generales de la investigaci¨®n con medicamentos en seres humanos, fue publicada el 1 de mayo de 2001 en el Bolet¨ªn Oficial de la Comunidad Europea y debe ser obligatoriamente aplicada en todos los pa¨ªses europeos antes del 1 de mayo de 2004. Los pa¨ªses europeos tienen la potestad de introducir peque?as adaptaciones locales que no alteren el esp¨ªritu general de la ley.
Si la directiva se hubiera hecho 40 a?os atr¨¢s, muchos avances en medicamentos para el c¨¢ncer no se habr¨ªan producido
Las estudios independientes intentan responder a preguntas relevantes para los pacientes, pero que no son del inter¨¦s de la industria farmac¨¦utica
D¨¦jenme comenzar describiendo para los lectores lo que denominamos investigaci¨®n cl¨ªnica independiente y su ubicaci¨®n en el paisaje de la investigaci¨®n general de medicamentos. En otras palabras, perm¨ªtanme explicarles c¨®mo se produce, ensaya y aprueba un nuevo medicamento para su uso en seres humanos. El proceso inicial de desarrollo de cualquier nuevo medicamento es tan caro y supone tales riesgos econ¨®micos que est¨¢ reservado a la industria farmac¨¦utica. Ninguna administraci¨®n estatal ni instituci¨®n acad¨¦mica podr¨ªa siquiera plantearse el desarrollo cl¨ªnico de medicamentos. Para aprobar el uso de un nuevo f¨¢rmaco, las agencias de medicamentos (entre las que se encuentran la FDA estadounidense y la EMEA europea) exigen la aportaci¨®n de una completa informaci¨®n sobre el producto, lo que le supone a la industria farmac¨¦utica implementar un complejo y costos¨ªsimo proceso de desarrollo que incluye estudios de laboratorio, estudios en animales y el ensayo del medicamento en seres humanos.
La fase final de registro de un nuevo medicamento est¨¢ constituida por lo que se denominan estudios de registro, en los cuales este medicamento es habitualmente comparado con el mejor tratamiento disponible hasta el momento en pacientes afectos de una enfermedad determinada. Si el medicamento en estudio ofrece ventajas sobre la terapia anteriormente est¨¢ndar, las agencias de medicamentos dan usualmente v¨ªa libre para su comercializaci¨®n.
El costo temporal y econ¨®mico de todos estos procesos es enorme. Se calcula que la aprobaci¨®n de un nuevo medicamento lleva una media de 10 a?os, en los cuales se ensaya en un conjunto de 1.000 a 3.000 pacientes. El costo del proceso global asciende a una cantidad que oscila entre 100 y 1.000 millones de d¨®lares estadounidenses. En el caso de algunos f¨¢rmacos especiales, como los medicamentos antitumorales, el laboratorio farmac¨¦utico propietario del f¨¢rmaco debe gastarse cerca de 6.000 d¨®lares por paciente tratado con el nuevo medicamento para obtener los datos necesarios para su aprobaci¨®n. Esta elevada cantidad es la suma de los costos debidos a diversas facturaciones, entre las que se incluyen el seguro para los pacientes, los costos del personal de monitorizaci¨®n y procesamiento de datos, los costos de control y comunicaci¨®n de efectos adversos, los pagos a los hospitales por las pruebas diagn¨®sticas necesarias para el estudio, los pagos a los investigadores y otros.
El riesgo econ¨®mico asociado a estas inversiones es muy grande, ya que en la mayor¨ªa de las ocasiones los f¨¢rmacos que inician el desarrollo cl¨ªnico no logran su aprobaci¨®n para ser comercializados. No cabe ninguna duda de que la industria farmac¨¦utica, a trav¨¦s de la investigaci¨®n de nuevos medicamentos, realiza una importante labor social y contribuye de forma primordial al avance de la medicina y al bienestar de los pacientes. Dicho esto, digamos tambi¨¦n que las industrias farmac¨¦uticas son empresas con ¨¢nimo de lucro que tienen que rendir cuentas a sus accionistas y que se plantean como objetivo primordial la obtenci¨®n del mayor beneficio econ¨®mico posible con cada nuevo medicamento.
Por ello, los estudios cl¨ªnicos realizados con los nuevos medicamentos que promueve la industria farmac¨¦utica son fundamentalmente estudios de registro, en los que se busca la aprobaci¨®n del medicamento en las indicaciones econ¨®micamente m¨¢s rentables. Estas indicaciones suelen ser enfermedades muy frecuentes o procesos para los que no existe ninguna terapia alternativa eficaz. La industria farmac¨¦utica habitualmente est¨¢ menos interesada en ensayar el nuevo medicamento en otras enfermedades poco rentables y est¨¢ muy poco o nada interesada en realizar estudios cuyos resultados puedan perjudicar las ventas de sus productos, aunque estos estudios tengan gran inter¨¦s para los pacientes.
Es aqu¨ª donde empieza la labor de los investigadores independientes, la denominada academia (en contraposici¨®n a la industria farmac¨¦utica). Los investigadores independientes dise?an y llevan a cabo estudios cl¨ªnicos que intentan responder a preguntas relevantes para los pacientes, pero que no son del inter¨¦s de la industria farmac¨¦utica. Los estudios cl¨ªnicos promovidos por investigadores independientes se realizan siempre con medicamentos ya comercializados. Un ejemplo paradigm¨¢tico son los estudios "cara a cara" que se realizan entre dos medicamentos (A y B) ya anteriormente aprobados para una enfermedad (C) y utilizados habitualmente para el tratamiento de la misma. Los laboratorios farmac¨¦uticos propietarios de los medicamentos A y B nunca se arriesgar¨ªan a promover un estudio directo entre ambos medicamentos, ya que el f¨¢rmaco perdedor en el estudio (el menos eficaz) sufrir¨ªa una reducci¨®n notable de ventas en la enfermedad C. Sin embargo, la eficacia de los medicamentos A y B puede ser muy diferente, por lo que los resultados de la comparaci¨®n de ambos pueden ser muy relevantes para los m¨¦dicos y para los pacientes.
Hasta ahora, la legislaci¨®n vigente sobre investigaci¨®n cl¨ªnica en seres humanos en Espa?a y otros pa¨ªses europeos permit¨ªa que los estudios promovidos por investigadores independientes, a diferencia de los promovidos por la industria farmac¨¦utica, fueran realizados con un m¨ªnimo de requerimientos, siempre que los f¨¢rmacos implicados en dichos estudios estuvieran comercializados y aprobados para la enfermedad en que se realizaba el estudio. De hecho, el sistema de salud p¨²blico espa?ol aceptaba la realizaci¨®n de estos estudios en sus hospitales y aportaba de forma gratuita los medicamentos en estudio. Asimismo, tambi¨¦n se hac¨ªa cargo de los gastos de las pruebas diagn¨®sticas y de otros asociados al ensayo. No se exig¨ªa tampoco necesariamente un seguro para los pacientes, ya que los medicamentos empleados estaban aprobados para la enfermedad estudiada. Los costos globales de estos estudios para los hospitales no eran muy grandes, ya que se realizaban con medicamentos que en cualquier caso iban a ser utilizados en los enfermos que participan en el ensayo y las pruebas diagn¨®sticas utilizadas coincid¨ªan esencialmente con las habitualmente realizadas a los pacientes fuera de un ensayo cl¨ªnico.
Si se aprueba y aplica en su redacci¨®n actual, la directiva europea de buenas pr¨¢cticas cl¨ªnicas en la realizaci¨®n de ensayos cl¨ªnicos cambiar¨¢ radicalmente esta situaci¨®n. Dicha legislaci¨®n parece haber sido redactada pensando exclusivamente en estudios con f¨¢rmacos nuevos promovidos por la industria farmac¨¦utica. La nueva directiva exige que el promotor del estudio, sea quien sea, aporte toda la medicaci¨®n que se utiliza en el estudio. Adem¨¢s, el promotor debe aportar el costoso seguro de los pacientes y debe encargarse de diversos procesos burocr¨¢ticos, entre ellos la comunicaci¨®n de efectos adversos (labor tediosa y costosa, que obliga a tener una infraestructura notable).
Los efectos colaterales de esta directiva pueden ser terribles, y es de esperar que en muy pocos meses nos encontraremos ante un panorama desolador, en el que s¨®lo los ensayos cl¨ªnicos promovidos por la industria farmac¨¦utica est¨¦n presentes, ya que ni los investigadores independientes ni los grupos cooperativos de investigaci¨®n independientes en Espa?a y en Europa tienen recursos para afrontar los gastos requeridos. Si esta directiva se hubiera introducido 40 a?os atr¨¢s, muchos de los avances en la investigaci¨®n cl¨ªnica de medicamentos para el c¨¢ncer, de los que ahora se benefician los pacientes, no se habr¨ªan producido.
Por fortuna, empiezan ya a percibirse muchas voces cr¨ªticas en la academia y a¨²n en las asociaciones de mujeres que denuncian la ceguera de las autoridades europeas que redactaron en sus actuales t¨¦rminos esta directiva. La European Organization for Research and Treatment of Cancer (EORTC) y los grupos Breast Internacional Group (BIG), Grupo Espa?ol de Investigaci¨®n en C¨¢ncer de Mama (Geicam) e Irish Clinical Oncology Research Group (ICORG) est¨¢n siendo pioneros en la lucha contra esta desafortunada normativa. Numerosos eurodiputados, entre ellos algunos espa?oles, interesados en la lucha contra el c¨¢ncer, han sido informados detalladamente de las consecuencias de esta normativa y est¨¢n colaborando con los investigadores para modificarla. Una plataforma inform¨¢tica que recoge firmas en contra de esta directiva ha sido recientemente establecida y puede ser consultada y, si lo juzgan oportuno, apoyada por los lectores (www.saveeuropeanresearch.org).
Confiemos en que todos estos esfuerzos tengan su fruto y la directiva europea sea modificada antes de su implementaci¨®n definitiva. Si no, se cometer¨¢ un error hist¨®rico de marcadas consecuencias para la investigaci¨®n m¨¦dica independiente en Europa, que se transformar¨¢ sin duda en el pariente pobre de la investigaci¨®n m¨¦dica internacional.
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