Datos y calumnias
Las elecciones siempre sacan lo mejor y lo peor de los participantes seg¨²n sean sus ra¨ªces, convicciones, educaci¨®n y forma de pensar y ver la pol¨ªtica. A algunos les da por insultar, mentir, tergiversar, manipular, calumniar. En el fondo se est¨¢n definiendo a s¨ª mismos y exponiendo ante sus compa?eros y el resto de la sociedad lo que de verdad son, lo que tienen dentro y para lo que valen.
L¨¢stima que ese comportamiento, en ciertas ocasiones, se produzca en personas que dicen profesar una determinada religi¨®n y corriente espiritual. Nada m¨¢s lejos de las ense?anzas que dicen practicar, donde la mentira y la calumnia no deben tener cabida (no mentir¨¢s, octavo mandamiento), la mano (y la otra mejilla) hay que ofrecerla hasta al enemigo, el perd¨®n es ilimitado (setenta veces siete), el rencor y la maledicencia no deben tener cabida, etc.
Claro que la religi¨®n s¨®lo es un camino a seguir (hacia la perfecci¨®n), y tenemos que ser comprensivos con los deslices y errores inevitables de la d¨¦bil voluntad humana. Si al principio se producen ciertos problemas de conciencia (vaya tonter¨ªa pensar ahora en la conciencia, con lo que est¨¢ cayendo), no hay problema. Tenemos la confesi¨®n para tranquilizar nuestras inquietudes y as¨ª poder volver a insultar ma?ana con la conciencia aligerada y con el cuentakil¨®metros de nuestras faltas a cero. El escenario mejora considerablemente si disponemos de un consultor espiritual en la propia casa.
Curioso sistema de narcotizar nuestros sentimientos y volver a la dura brega que nos hemos planteado: mamporrero econ¨®mico, martillo de herejes socialistas e izquierdosos en general, fundamentalista de la ¨²nica y revelada verdad oficial.
Podr¨ªa desearles a estas personas que se les aplique la segunda parte del padrenuestro, que estoy seguro rezar¨¢n varias veces todos los d¨ªas, eso s¨ª, siendo poco conscientes de lo que dicen, porque de lo contrario mirar¨ªan mucho de tentar al propio Dios diciendo que les perdone sus deudas como hacen ellos con sus deudores, pero no, hay que ser m¨¢s generosos y desearles un mejor trato.
Dichas estas argumentaciones de car¨¢cter religioso (no me queda m¨¢s remedio que innovar, dada la persistencia en el error y en el insulto, con el ferviente deseo -por favor Juan, ?ay¨²dame!- de que este lenguaje sea m¨¢s comprensible y asimilable que el econ¨®mico), paso a exponer:
1.- No soy director del Instituto de Econom¨ªa Internacional.
2.- No he escrito el trabajo de la C¨¢mara de Comercio que tanto revuelo pol¨ªtico ha suscitado en nuestra Comunidad Valenciana, sino que ha sido otro grupo investigador de la Facultad de Econom¨ªa, como es sabido. Por lo tanto, de ninguna forma he podido influir en el mismo. Aceptar lo contrario ser¨ªa ningunear a sus redactores, personas por las que siento un profundo respeto y de cuya integridad cualquiera que haya estudiado en la Facultad de Econ¨®micas es profundo conocedor.
3.- El dictamen, como suele ser habitual, es confidencial y, aunque para algunos ¨¦se pueda ser un peque?o matiz sin importancia, para otros no.
4.- No he le¨ªdo el dictamen, porque ni los autores ni la C¨¢mara de Comercio me lo han facilitado. Por cierto, a la vista del impacto que ha tenido en la sociedad, ?por qu¨¦ no lo ha distribuido la C¨¢mara entre el mundo universitario?
5.- De todas formas, por lo que he le¨ªdo en la prensa, recoge muchas de las opiniones que hemos vertido durante estos a?os en los medios de comunicaci¨®n la totalidad (hay que fijarse que digo la totalidad) de los economistas universitarios expertos en estos temas.
6.- El trabajo, seg¨²n me han indicado, se entreg¨® en diciembre (por lo tanto, muy lejos de las elecciones).
7.- Su presencia en los medios se debe a que un alto cargo del Gobierno mostr¨® su acuerdo con los contenidos del mismo y lo present¨® como un trabajo que avalaba el diagn¨®stico de su ministerio. Incluso lleg¨® a declararlo en los medios.
8.- No se entiende muy bien que, una vez dado el paso en Madrid, no se asumiera aqu¨ª (la Comunidad Valenciana) oficialmente de la misma forma y se capitalizara.
9.- Los empresarios mostraron su apoyo (el pleno felicit¨® por unanimidad el dictamen seg¨²n pudimos leer en el prensa).
10.- Si no se acepta el diagn¨®stico, nunca se tomar¨¢n medidas correctoras y, por lo tanto, dif¨ªcilmente se podr¨¢n corregir y paliar los problemas (perd¨®n, se me olvidaba, aqu¨ª no hay problemas y menos en campa?a).
Escribo estos apuntes en forma de dec¨¢logo por si resulta m¨¢s f¨¢cil su asimilaci¨®n, aunque reconozco que el texto me ha salido un poco largo para aprenderlo de memoria.
En el caso de que no tenga ¨¦xito la vertiente religiosa a la hora de infundir sensatez, mesura y veracidad en el lenguaje (por favor, vuelvo a solicitar ayuda a quien proceda), y agotada igualmente la argumentaci¨®n econ¨®mica, no me quedar¨¢ m¨¢s v¨ªa abierta que la jur¨ªdica para tratar de poner coto y freno (casi, casi, desenfreno, podr¨ªamos decir) a las mentiras, insultos y calumnias vertidas en diversos foros sobre mi persona.
Y no quiero ni pensar en la alegr¨ªa que tendr¨ªan algunos amigos abogados deseosos de echarme una mano en estos quehaceres, y, sobre todo, en el entretenimiento y el ruido que podr¨ªa provocar en los medios de comunicaci¨®n tama?o comportamiento en plena campa?a. Estoy hablando, claro est¨¢, de ruido y entretenimiento porque conseguir algo m¨¢s, a la vista de lo que est¨¢ sucediendo en otros frentes jur¨ªdicos abiertos en la Comunidad Valenciana, ser¨ªa casi, casi, misi¨®n imposible.
Eso s¨ª, al menos siempre nos quedar¨¢ el gusto y el placer por la defensa de la limpieza y honorabilidad de la pol¨ªtica que la presencia de personajes de esta cala?a s¨®lo ayudan a ensuciar. Con todo mi afecto. Aurelio.
Aurelio Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada en la Universidad de Valencia.
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