Disparan contra nosotros, los periodistas
Acabo de regresar de una concentraci¨®n a las puertas de Antena 3 TV en memoria de Ricardo Ortega, el periodista que han asesinado en Hait¨ª. Pero no escribo esto para homenajearle. Ni a ¨¦l, ni a Julio Anguita Parrado, ni a Jos¨¦ Couso, o a los dem¨¢s periodistas espa?oles que han matado mientras cubr¨ªan conflictos b¨¦licos -compa?eros como Miguel Gil, Julio Fuentes y otros-. Aunque podr¨ªa hablar con cierto conocimiento de Ricardo Ortega, que me sustituy¨® como corresponsal de Antena 3 en Nueva York. O de Julio Anguita, a quien tuve ocasi¨®n de frecuentar e, inevitablemente, como les pasaba a todos quienes le trataban, tomarle un sincero afecto. A Jos¨¦ Couso no le conoc¨ª, pero s¨¦ por gente muy pr¨®xima que fue igualmente un profesional entregado a su vocaci¨®n. Pero, aunque acabo de ver a compa?eros y compa?eras llorando por Ricardo Ortega, por su muerte, no escribo, ya digo, para homenajearle, sino para resaltar otra coincidencia que le une a Anguita o a Couso: cuando murieron, los tres manten¨ªan con sus respectivas empresas una relaci¨®n laboral..., digamos que irregular.
Como ya coment¨® entonces su buena amiga la periodista Mercedes Gallego, a Julio Anguita en el diario El Mundo le negaron a?o tras a?o hacerle fijo, eso que se conoce como "de plantilla", los mismos que lloraron en primeros planos su muerte. Yo s¨¦, porque as¨ª me lo cont¨® ¨¦l, las dificultades que ten¨ªa para pagar incluso su apartamento en Nueva York. Cuando muri¨®, su situaci¨®n laboral segu¨ªa siendo la misma: la de un colaborador m¨¢s o menos fijo que ten¨ªa pasi¨®n por su trabajo, pero que hubiera querido tener una situaci¨®n laboral m¨¢s digna.
Jos¨¦ Couso, cuando fue asesinado por los soldados estadounidenses, era un trabajador aut¨®nomo, no alguien "en n¨®mina de la empresa". Independientemente de que Tele 5 luego haya tenido un trato digno con su familia, la verdad es ¨¦sa. Y esa misma situaci¨®n laboral es la que viven la inmensa mayor¨ªa de los c¨¢maras de Tele 5.
En cuanto a Ricardo Ortega, march¨® a Hait¨ª estando en excedencia en Antena 3. La empresa le hab¨ªa destituido como corresponsal en Nueva York porque los adjetivos de los que llenaba sus cr¨®nicas resultaban inc¨®modos en el actual acomodaticio y domesticado mundo de la informaci¨®n en Espa?a. ?sa es la verdad que muchos sab¨ªamos, se diga ahora lo que se diga. Ricardo fue a Hait¨ª solo, con su peque?a c¨¢mara digital, y Antena 3 le "reincorpor¨®" como redactor ¨²nicamente cuando ¨¦l les puso ante el hecho consumado de su presencia en el "frente".
Desgraciadamente, esta situaci¨®n de precariedad laboral, incluso entre los reporteros llamados de guerra, lejos de ser la excepci¨®n, tiende a no ser nada raro en el mundo de la informaci¨®n. En especial, en el mundo de la televisi¨®n y la radio. Una precariedad que tiene una repercusi¨®n directa en la calidad del trabajo y en su fiabilidad.
Que quien lea peri¨®dicos, escuche radios o vea informativos en televisi¨®n sepa que los periodistas que alguna vez hemos ido a cubrir conflictos b¨¦licos sabemos del peligro de que nos disparen. Con esos tiros contamos y forman parte del trabajo. No son ¨¦sos los peores ataques. Los m¨¢s da?inos son los que han llevado al mundo del periodismo a la generalizada situaci¨®n actual de falta de respeto por los valores tradicionales de la profesi¨®n. Lectores, oyentes y espectadores, sepan que disparan sobre nosotros, los periodistas, y, de paso, sobre su derecho a una informaci¨®n libre.
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