Final
Ahora este hombre camina entre los olivos de su infancia; las sombras de los ¨¢rboles son las mismas desde la prehistoria, pero a ¨¦l le gusta advertir c¨®mo crecen cuando ya est¨¢ tan cerca la primavera, c¨®mo se mueven las nubes en el hilo de luz que hay entre el cielo y la noche, y en alg¨²n lugar de su paciencia siente que ¨¦ste es el instante de la felicidad que busc¨® siempre, mientras sembraba o cuando recog¨ªa la cosecha azotada por la sed de los temporales. Esto que ve ahora, cuando la tarde prolonga su propia sombra sobre la tierra, es el mundo en que naci¨®; a veces vivi¨® en otros lugares, extra?ado del ruido y de la furia, de los autom¨®viles y de las luces falsas de la noche. Le resulta f¨¢cil imaginar c¨®mo ser¨¢ el mundo ma?ana, pues lo ha ido memorizando como la tierra almacena sus se?ales y como los ni?os recuerdan los gestos de sus padres. Todo es como fue ayer, y la sorpresa est¨¢ m¨¢s bien en la melancol¨ªa: qu¨¦ no ver¨¦ nunca. Camina lentamente hacia el regreso, para qu¨¦ la prisa de los ruidos si ya s¨®lo le espera el propio placer de dormir y esperar. Sin embargo, en alguna luz rec¨®ndita del alma se sorprende buscando, en los diarios o en las radios que le acompa?an, noticias que puedan hacerle esperar de otra manera, y sonr¨ªe como si el mundo entero estuviera actuando para ¨¦l. Eso le hace feliz: imaginar que la actualidad -lo bueno y lo malo, pero sobre todo lo grandioso que ocurre- se est¨¢ fraguando en alg¨²n horno ignoto para que ¨¦l sea el ¨²nico que contemple su fruto. Como todo lo que sucede le apasiona, lo cuenta luego, entre las sombras de la cocina, o lo narra por tel¨¦fono: todo acaba de ocurrir, lo he visto yo, o lo he escuchado, ya no me acuerdo muy bien. Lo cuenta todo como si acabara de llegar. A¨²n, en la indecisa palabra de ayer noche, est¨¢ su ¨²ltima sorpresa, la cuenta como si la estuviera tocando con los ojos, y como ya es muy tarde no cuenta m¨¢s sino que se va a so?ar, ya no va a estar despierto. Y ya no lo est¨¢. Cuando pasa la noche ya los d¨ªas crecen sin ¨¦l, ¨¦l no va a estar m¨¢s, y sin embargo, las nubes implacables siguen marcando el tiempo que se va y vuelve como una cosecha y tambi¨¦n como un temporal. Los ¨¢rboles que iba contando tambi¨¦n se han quedado solos, la tierra siempre es el recuerdo de todas las pisadas.
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