'Pujolizaci¨®n'
Cuando Manuel Chaves hizo su primera campa?a como candidato a presidente de la Junta de Andaluc¨ªa en 1990 gan¨® las elecciones auton¨®micas con mayor¨ªa absoluta pr¨¢cticamente sin bajarse del autob¨²s. Vino sin ganas -el "forastero" lo llam¨® la oposici¨®n-, apenas buscaba el contacto directo con los ciudadanos y de su discurso s¨®lo queda en la memoria -al margen de sus mejores lapsus tipo "mundial de esp¨ª [esqu¨ª] alquino", hay que dar "una repura [respuesta]" y en "esta pepa [etapa]"- una cantinela geogr¨¢fica que repet¨ªa insistentemente: "En esta Andaluc¨ªa atl¨¢ntica y mediterr¨¢nea...".
Han pasado 14 a?os, Andaluc¨ªa contin¨²a ba?ada por dos mares, pero Chaves no es el mismo. No es s¨®lo por la edad, sino sobre todo por la seguridad. En el mitin que dio hace tres noches en Baeza uno de los teloneros que le precedieron lo dijo con estas palabras: "Se le ve m¨¢s presidente". A Chaves le est¨¢ pasando algo parecido a lo de Jordi Pujol en Catalu?a, al pretender una simbiosis con su territorio y colocarse en el v¨¦rtice de las pol¨ªticas partidaria, econ¨®mica y social de Andaluc¨ªa.
Obtiene en todas las encuestas una puntuaci¨®n que roza el 6, una nota que es muy infrecuente en un pol¨ªtico, superando en mucho a la que saca su partido. Alguien en el PP -una formaci¨®n que deber¨ªa figurar entre los objetivos prioritarios y urgentes de la segunda modernizaci¨®n- deber¨ªa leer bien estos datos y caer en la cuenta de que Maragall sac¨® m¨¢s votos al partido de Pujol no con insultos, sino d¨¢ndole las gracias por su trabajo y planteando una alternativa cre¨ªble de futuro.
A diferencia del ex presidente de la Generalitat, el candidato del PSOE no es ni ha sido nunca un nacionalista, aunque a veces puede despistar. En esta campa?a est¨¢ haciendo continuas apelaciones al orgullo de ser andaluz, a la autoestima, a la identidad cultural propia de Andaluc¨ªa como pueblo, a la defensa de los intereses de todos los andaluces y cuando dice "todos" se refiere tambi¨¦n a la candidata del PP para la que ha pedido "m¨¢s respeto" por parte de los dirigentes conservadores. Sin ser andalucista -una definici¨®n que nunca se usa en el PSOE, al contrario que en el PP-, Chaves intenta dejar claro en todos sus actos que nadie como ¨¦l es capaz de dar la cara por Andaluc¨ªa y que para eso "necesita" tener a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en La Moncloa.
En esta campa?a Chaves est¨¢ corriendo con dos dorsales: el auton¨®mico y el federal. Y es esta ¨²ltima carrera la que m¨¢s le inquieta, consciente de que un mal resultado de Rodr¨ªguez Zapatero puede desenterrar los cuchillos cubiertos por el polvo en el PSOE. No hay nada que Chaves soporte peor, adem¨¢s de los conflictos sociales, que una crisis interna en su partido por lo que no es de extra?ar que pida el voto para Zapatero como si le fuera la vida. En cuanto a la campa?a andaluza es verdad, como escrib¨ªa Blanca Fern¨¢ndez-Viagas, que Chaves luce desde hace d¨ªas una sonrisa enigm¨¢tica, tipo Mona Lisa, quiz¨¢s porque acaricia la posibilidad de devolverle a su partido la mayor¨ªa absoluta que logr¨® hace 14 a?os sin bajarse del autob¨²s. La noche del domingo se resolver¨¢ el enigma.
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