Encubridores
No hace ni un mes que dediqu¨¦ esta columna al caso del sacerdote Jos¨¦ Domingo Rey, condenado a 11 a?os de prisi¨®n por abusar de seis ni?as de entre 8 y 10 a?os, y ya ha vuelto a saltar a primera l¨ªnea informativa las diligencias abiertas contra un cura de Madrid denunciado por los propios catequistas de su parroquia. Y no es que me atraiga el asunto, pero creo que el corporativismo y el encubrimiento que practica la jerarqu¨ªa cat¨®lica de este pa¨ªs carece de l¨®gica y, sobre todo, de sentido moral y cristiano. Reconocer que un representante de Dios en la tierra, como cualquier mortal, ha incurrido en delito, favorecer¨ªa bastante a los responsables eclesi¨¢sticos. Advertir en ¨¦stos una reacci¨®n en¨¦rgica y r¨¢pida contra aquellos miembros de su Iglesia que cometan aberraciones y abusos, facilitar, en suma, la labor de la justicia sin miedo a reconocer que tambi¨¦n en el seno cat¨®lico hay desequilibrados de este pelaje, ennoblecer¨ªa mucho a cardenales, obispos y arzobispos.
El asunto que ha puesto de nuevo en jaque la credibilidad de quienes administran la fe no deber¨ªa haber llegado nunca a la opini¨®n p¨²blica. Cuando hace cuatro a?os un grupo de catequistas denunci¨® ante el vicario y el cardenal Rouco Varela al sacerdote Rafael Sanz por cometer tocamientos, masturbaciones e incluso penetraciones a dos ni?os de diez y doce a?os, la respuesta deber¨ªa haber sido inmediata. Pero no, fue tan ambigua como amparar al p¨¢rroco mientras no se probase el delito, trasladarlo a un monasterio y administrar silencio a las supuestas v¨ªctimas. No hubo m¨¢s. Por eso, ante la pasividad demostrada, han tenido que ser los catequistas quienes lleven el caso ante la Fiscal¨ªa de Menores y que sea el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 21 de Madrid quien se ocupe del tema. El obispo de Ferrol, Gea Escolano, se ha pronunciado al respecto: "Ha de intervenir la justicia y no se trata de paliar o de disimular". Tambi¨¦n ha insistido en que estos casos son excepcionales dentro de la Iglesia. Le comprendo, pero las excepciones se amparan en la impunidad y proliferar¨¢n a sus anchas si hay almas y est¨®magos cardenalicios que las acojan.
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