Decenas de ni?os han desaparecido y han sido mutilados en Mozambique
Religiosas espa?olas denuncian la existencia de una supuesta red de tr¨¢fico de ¨®rganos
Marcelino sali¨® de su casa en Nampula (Mozambique) el 6 de enero para ir a ba?arse al r¨ªo. En el camino encontr¨® a dos hombres blancos que le obligaron a subirse a su coche. "Tuve miedo y empec¨¦ a correr. Lloraba muy alto. Me cogieron y me metieron en el coche. Me taparon la boca con un pa?uelo y me ataron los pies. Hablaban una lengua que yo no comprend¨ªa. Entonces llegamos a los bamb¨²es (a las afueras) y me metieron en una habitaci¨®n oscura", cuenta Marcelino, de 13 a?os. ?l logr¨® escapar. Pero decenas de ni?os han sido secuestrados, asesinados y mutilados en tres meses en Mozambique en una trama denunciada por monjas espa?olas.
"Dentro hab¨ªa cuatro ni?os y una ni?a que yo no conoc¨ªa. Pasamos all¨ª mucho rato hasta que aparecieron unos hombres que me hab¨ªan o¨ªdo gritar en la carretera. Se pelearon con el guardi¨¢n de la casa y tiraron abajo tres puertas. Nos soltaron", cuenta hoy Marcelino, el muchacho de 13 a?os que logr¨® escapar de sus captores. "Pas¨¦ mucho miedo. Los blancos me quer¨ªan matar para comerme", relata en voz baja con la mirada clavada en el suelo.
"Pas¨¦ mucho miedo. Los blancos me quer¨ªan matar para comerme", dice un ni?o secuestrado
"Le faltaban un ojo, las manos y ten¨ªa el cuerpo abierto en canal. ?Estaba vac¨ªa!", relata un testigo
"Quiero vender a este ni?o por 80 millones de meticais (3.200 euros) ofreci¨® Dionisio
Ahora Marcelino se refugia en la casa de su t¨ªa para que no le encuentre la polic¨ªa que le amenaza para que no hable de lo sucedido. De poco le sirve. Mientras rememora el rapto, un coche de la polic¨ªa aparece en las inmediaciones de la casa de su t¨ªa. Se para a unos 15 metros y permanece ah¨ª el tiempo suficiente para ser visto. A los pocos minutos se va. No ha vuelto a ver a aquellos blancos, pero dice que si los viera tal vez los reconociera. Tampoco ha vuelto a ver a los otros ni?os. A¨²n tiene miedo y por las noches sue?a que le secuestran. Ya no se atreve a salir solo. "Ni al r¨ªo a ba?arme. Ahora me lavo en casa". Una precaria construcci¨®n de adobe y tejado de paja, similar a las miles, que divididas en barriadas configuran la ciudad. Donde las palmeras y las monta?as de basura conviven con unos 200.000 habitantes.
Otros 50 ni?os, de entre 12 y 15 a?os, no han tenido la suerte de Marcelino y han desaparecido en Nampula, tierra de la tribu makua, a 2.000 kil¨®metros al norte de Maputo, en los ¨²ltimos tres meses. Siete cad¨¢veres han aparecido adem¨¢s en las inmediaciones del convento de las Siervas de Mar¨ªa, sin ¨®rganos. Tras asistir a varios intentos de rapto de menores, las religiosas (cuatro de ellas espa?olas) denuncian la existencia de una red internacional de tr¨¢fico de ¨®rganos con sede en esta ciudad, encabezada por un matrimonio que vive en una finca colindante, que, seg¨²n las monjas, cuenta con la connivencia de la polic¨ªa y el Gobierno de la provincia. Las religiosas aseguran que hablar les ha costado m¨¢s de una amenza, y ahora temen por su vida.
Las autoridades niegan que exista esa red y fuentes m¨¦dicas y antropol¨®gicas aseguran que la extracci¨®n de ¨®rganos obedece a la pr¨¢ctica de magia negra en la regi¨®n. Pero los ni?os contin¨²an desapareciendo y en Nampula, sus habitantes viven atemorizados ante esta ola de secuestros y asesinatos. La espa?ola sor Juliana (Mar¨ªa del Carmen Calvo) encabeza junto a la hermana brasile?a Mar¨ªa Elilda do Santos la guerra sin cuartel declarada al Gobierno, la polic¨ªa y los sospechosos.
El cuerpo de Salima Iburano, de 12 a?os, fue uno de los siete que han aparecido sin ¨®rganos, seg¨²n los testigos. Su madre, Mwaziza Francisco, de 29 a?os, enferma de malaria, recuerda lo sucedido. A su lado, la prima de Salima, Amizinha Osene, de 11 a?os, que se separ¨® de su prima poco antes de que destrozaran su cuerpo. Desde entonces, apenas se comunica. Mira con ojos tristes y a veces asiente con la cabeza. Mwaziza cuenta lo sucedido. "Salima vend¨ªa bananas en el mercado de la Memoria. Ese d¨ªa sali¨® con su prima a vender. Cuando Salima volv¨ªa a casa dos hombres del vecindario le dijeron que le comprar¨ªan todas las bananas si les acompa?aba. Esa noche no volvi¨® a casa y la buscamos hasta el amanecer". Mwaziza llora y contin¨²a entre l¨¢grimas.
"Al d¨ªa siguiente una vecina anunci¨® que hab¨ªan encontrado muerta a una ni?a que vend¨ªa bananas. Supe que era mi hija. Fui a buscarla. La polic¨ªa me pregunt¨® c¨®mo iba vestida. Llevaba una saya negra. Una blusa roja. Una bolsita con dinerito y unas cuantas bananas en un balde con tapadera. 'Entonces es su hija', me respondieron y me pidieron 250.000 meticais (unos 10 euros) para investigar el caso. No vi el cad¨¢ver ya estaba tapado con la capulana (tela que se anudan las mujeres en Mozambique a modo de falda). Pero la reina, como conocen en el barrio a la jefa local s¨ª vio el cuerpo. Fue ella quien la amortaj¨®. Ahora est¨¢ muy enferma de malaria. Gruesa, medio desnuda y sudorosa habla en la oscura habitaci¨®n llena de mugre en la que vive. "Estaba tirada en el suelo, junto a la bandeja de bananas. Le faltaba un ojo, la lengua, las manos y ten¨ªa el cuerpo abierto en canal. ?Estaba vac¨ªa! Sin tripas y sin el sexo".
En el convento de las Siervas de Mar¨ªa, mientras habla la madre de Salima, una monja llega corriendo a avisar a sor Juliana, la madre superiora. Unos hombres vienen a denunciar la desaparici¨®n de su sobrina. En la puerta del monasterio dos campesinos cuentan que han perdido a una ni?a de 14 a?os, cuando se dirig¨ªan al sembrado. Comienza el protocolo habitual: las monjas les acompa?an a la radio y les dan dinero para que radien la p¨¦rdida. El anuncio cuesta 30.000 meticais (algo m¨¢s de un euro). El paso siguiente es la denuncia en comisar¨ªa. Pero cuando llega el momento los familiares de la desaparecida huyen. Tienen miedo de la polic¨ªa. Esa rutina se repite cada semana. As¨ª hasta 50.
El redactor jefe de Radio Encuentro es incapaz de dar una estimaci¨®n del n¨²mero de anuncios de desapariciones de menores que han emitido en los tres ¨²ltimos meses. Tampoco tienen una lista con los nombres de los ni?os. Un listado que la polic¨ªa les reclama. Las hermanas tambi¨¦n dicen tenerla, pero todav¨ªa nadie la ha visto.
En la comisar¨ªa, de paredes desconchadas, un ventilador alivia el calor sofocante y espanta a los mosquitos portadores de malaria. El subcomandante de la polic¨ªa de Nampula, Xabier Tocoli, habla: "No hay cuerpos sin ¨®rganos. El cuerpo de Salima estaba entero. El de la mujer de los combonianos fue simplemente un aborto clandestino". Y as¨ª, repasa una por una las denuncias, neg¨¢ndolas o reduci¨¦ndolas a cr¨ªmenes comunes.
Adem¨¢s de los menores identificados, decenas de ni?os de la calle han sido tambi¨¦n secuestrados en los ¨²ltimos meses, utilizando como se?uelo dinero, az¨²car o "una cartera bonita para la escuela", afirma sor Juliana. "En la ¨²ltima cena de Navidad hab¨ªa 20 ni?os de la calle. El a?o anterior hab¨ªan sido 90", afirma e insiste en que el mes de febrero ha sido especialmente abultado el n¨²mero de desapariciones. Un trabajador social de la zona maneja cifras parecidas. No existe ning¨²n registro de los ni?os de la calle, ni ninguna estimaci¨®n de su n¨²mero y resulta dif¨ªcil comprobar estas desapariciones.
Juliana no est¨¢ sola, las 28 monjas del convento (4 espa?olas y 24 mozambique?as hablan con una sola voz). El resto de la comunidad religiosa de Nampula tambi¨¦n las apoya hasta el punto de haber escrito una carta dirigida al presidente de Mozambique, Joaquim Chissano, exigiendo una soluci¨®n al problema.
El goteo de muertes violentas y la aparici¨®n de cuerpos mutilados hab¨ªan despertado las sospechas de las religiosas y de parte de la poblaci¨®n desde hace tiempo, de que la pareja de extranjeros vecina de las monjas, el surafricano Gary O'Connor y la danesa Tanja Shytte, conocidos como "los blancos", estaban al frente de la supuesta red de tr¨¢fico de ¨®rganos. Pero la desconfianza se torn¨® en acusaci¨®n directa el pasado 15 de julio cuando un joven llamado Dionisio acudi¨® a la casa de los blancos para vender a un ni?o. "Quiero vender a este ni?o por 80 millones de meticais (3.200 euros)", relat¨® el vendedor. La pareja de extranjeros no estaba en casa y los vigilantes de la finca llevaron al criminal al convento para que las monjas tuvieran conocimiento del caso. De ah¨ª fueron hasta la comisar¨ªa y hoy el vendedor cumple condena en prisi¨®n. Desde entonces, las hermanas oyen avionetas aterrizar en el aeropuerto (tambi¨¦n junto al convento) por la noche. Piensan que acuden a recoger los ¨®rganos de los muertos.
O'Connor y Shytte, y sus respectivos gobiernos, defienden su inocencia y alegan que su acusaci¨®n obedece a un antiguo conflicto de tierras. El Gobierno de Nampula concedi¨® hace tres a?os 300 hect¨¢reas de terreno al joven matrimonio (34 a?os, ella, y 36, ¨¦l) para montar una granja de pollos. En ¨¦l trabajaban desde tiempo inmemorial cerca de mil campesinos que fueron expulsados tras la venta (considerada ilegal por la comisi¨®n anticorrupci¨®n del Gobierno). Por eso nunca han sido bien vistos en la ciudad, pero desde que las monjas lanzaron la acusaci¨®n son adem¨¢s temidos y odiados a partes iguales. La mera idea de aproximarse a su finca produce pavor a los nampule?os. Consideran la hacienda de "los blancos" una especie de casa de los horrores.
Shytte, de 34 a?os, es rubia y muy menuda. Le tiemblan las manos y se le atascan las palabras en la garganta. "Soy inocente, ?c¨®mo pueden decir que nos comemos a la gente. En misa los curas aconsejan a la gente que no se acerque a nuestra casa. Esto empieza a ser muy grave. Esto s¨®lo tiene que ver con lo de la tierra", asegura tajante en el cibercaf¨¦ que regenta en el centro de la ciudad.
Su abogado, Marcel Jones Muhahe, explica que la pareja ha sido detenida una ¨²nica vez el pasado diciembre y tras pasar tres d¨ªas en prisi¨®n salieron en libertad, aunque ahora deben presentarse cada 15 d¨ªas ante el juez. Los motivos de la detenci¨®n: tr¨¢fico de drogas, ocultaci¨®n y rapto de menores y supuesto tr¨¢fico de ¨®rganos. Ahora el proceso est¨¢ en fase de instrucci¨®n y la Fiscal¨ªa decidir¨¢ esta semana si incoa el juicio. Las autoridades locales desmienten las informaciones de las religiosas y argumentan que los hechos no han sido suficientemente investigados. Es lo que sostiene, el gobernador de la provincia, Abdul Razak, un reputado m¨¦dico. "No hay ning¨²n cad¨¢ver en el que haya evidencia de extracci¨®n de ¨®rganos. Tampoco ha habido desaparici¨®n de menores. Aunque s¨ª hay cuatro detenidos en relaci¨®n con los intentos de venta de personas. La investigaci¨®n debe continuar. Pero nos tienen que dar informaci¨®n, datos que no tenemos. Las monjas hablan con la prensa, pero no con nosotros", se queja Razak.
El Gobierno de Maputo envi¨® el mes pasado un equipo a Nampula para investigar el caso. Interrogaron a varias personas y exhumaron cuatro cad¨¢veres. El resultado de las pesquisas lo plasmaron en el "Informe preliminar de la Fiscal¨ªa", que no ha dejado satisfecho a casi nadie. Determina que no ha existido extracci¨®n de ¨®rganos y constata la "continua" desaparici¨®n de menores, pero no entra a investigar la materia.
El fiscal jefe de Nampula, Daniel Magula, anuncia que reabrir¨¢n el caso. "Las investigaciones siguen adelante. Tanto en el tema de ¨®rganos como de desaparici¨®n de menores. Pero nosotros y la polic¨ªa tenemos un serio problema de falta de medios. No tenemos ni siquiera un coche para desplazarnos", reconoce el fiscal, que a¨²n no ha conseguido el dinero suficiente para poder terminar su carrera de Derecho.
Desaparecen ni?os y aparecen cuerpos in ¨®rganos, pero ?es factible la hip¨®tesis del tr¨¢fico de ¨®rganos? Varios m¨¦dicos consultados descartan que en Nampula existan los medios para extirpar ¨®rganos para trasplantes. "Extraer un ¨®rgano requiere una t¨¦cnica quir¨²rgica. Luego se necesita un medio fr¨ªo para poderlo conservar. En Nampula no se dan las condiciones para hacer eso. Aunque una avioneta transporte los ¨®rganos, hace falta un quir¨®fano para la extracci¨®n. Los ¨®rganos que dicen que faltan (lengua, ojos, genitales) no son trasplantables y adem¨¢s, por las costuras y las secciones se nota cuando un ¨®rgano ha sido extirpado para un trasplante. Yo me inclino m¨¢s porque sea una cuesti¨®n de ritos", apunta Gonzalo Mart¨ªn, cirujano en Mozambique desde hace nueve a?os. Una posibilidad que cada vez cobra m¨¢s fuerza a la hora de explicar la aparici¨®n de cad¨¢veres mutilados, aunque no da repuesta a las decenas de desapariciones de menores.
Este tipo de ritos que incluyen la antropofagia se realizan en algunas zonas de los pa¨ªses litorales del ?ndico (Tanzania, Mozambique y ?frica del Sur sobre todo). En Nampula, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, musulmana, tambi¨¦n practica el animismo. "Existe una creencia por la que un hombre que quiere convertirse en l¨ªder de su comunidad debe tomar una poci¨®n m¨¢gica hecha de partes del cuerpo humano. Estas ceremonias se hacen en clubes secretos a los que no puede acceder quien no pertenezca a la comunidad. Nadie reconoce haber participado en una, pero se practican", explica el antop¨®logo Victor Igreja, que investiga los traumas de la guerra en Mozambique. Durante ese periodo (1977-1992) los l¨ªderes guerrilleros pensaban que comer carne humana era una manera de burlar la muerte y de inmunizarse ante los disparos del enemigo. Igreja tambi¨¦n habla de los Gamba, curanderos del centro del pa¨ªs, que durante su formaci¨®n deben ingerir ¨®rganos humanos y raspaduras de huesos, que mezclan con harina.
Aibua Ussene es un curandero de Nampula que se traslad¨® a Maputo ante la creciente demanda de pacientes capitalinos (la medicina tradicional es el ¨²nico acceso al sistema de salud para el 60% de la poblaci¨®n del pa¨ªs, seg¨²n fuentes del Ministerio de Salud). "Cura las dolencias: gonorrea, dolor de columna, malos esp¨ªritus. No curamos sida. S¨®lo reducimos los dolores", reza un tabl¨®n a la entrada de la consulta en un barrio m¨ªsero de la periferia de Maputo. Dentro, sentado en una esterilla, el curandero se rodea de sus ¨²tiles de trabajo: c¨¢scaras, cortezas, mejunjes, ung¨¹entos, pelo de animales, cuernos, cetros, velas y un ejemplar del Cor¨¢n. Cura mediante la impresi¨®n de suras del Cor¨¢n con sangre de gallina, mezclada con azafr¨¢n. Tambi¨¦n receta ba?os en sangre de cabrito.
Ussene asegura que no utiliza partes del cuerpo en sus ritos, pero no duda de que los sucesos de Nampula son obra de feticheros (a diferencia de los curanderos echan mal de ojo). La gente con dinero acude a ellos para tener m¨¢s y ser respetados en la comunidad. El fetichero les ordena matar a alguien de su familia y extraerles el h¨ªgado o el coraz¨®n. "Cuando hacen sus sesiones tambi¨¦n comen partes de personas para fortalecerse".
Hay antecedentes de tr¨¢fico y de mutilaciones de cuerpos en la zona y en todo el pa¨ªs. En octubre del a?o pasado un grupo de individuos le extirparon el pene y los test¨ªculos a un menor de nueve a?os en Manica. La foto del menor, desnudo y mutilado aparece de nuevos estos d¨ªas en la prensa. D¨ªas antes, en Chimoio, un menor hab¨ªa sido encontrado sin coraz¨®n. Unos mil ni?os y ni?as son reclutados al a?o en Mozambique, de acuerdo con un estudio de la Organizaci¨®n Internacional de las Migraciones publicado en 2003.
Tambi¨¦n el a?o pasado, el Ministerio del Interior de Mozambique organiz¨® un seminario para tratar el problema del tr¨¢fico de menores. Seg¨²n los datos aportados en aquel encuentro es en las zonas rurales donde m¨¢s casos se dan y la mayor¨ªa de lo menores raptados se ven obligados a trabajar en prost¨ªbulo o son v¨ªctimas de canibalismo. En total, 1,2 millones de ni?os son vendidos al a?o en todo el mundo, siendo los pa¨ªses africanos los mayores proveedores, seg¨²n Unicef.
La Liga de Derechos Humanos de Mozambique fue la que interpuso la demanda ante la justicia a petici¨®n de las monjas. Su presidenta, Alice Mabota, certifica que hay tr¨¢fico de menores en el pa¨ªs, a su juicio destinados a redes internacionales de prostituci¨®n y de trabajos forzados con sede y escala en Sur¨¢frica, v¨ªa Brasil. Tambi¨¦n asegura que hay extracci¨®n de ¨®rganos, aunque no descarta que puedan ser utilizados para pr¨¢cticas rituales. Y ante esto "la polic¨ªa no hace nada. El trabajo de la polic¨ªa de Nampula es inexistente. La polic¨ªa protege a los traficantes". La conversaci¨®n con Mabota se interrumpe, el fiscal general llama y avisa de que ha aparecido un adolescente con la cabeza cortada en los alrededores de Maputo. Mabota sale corriendo.
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