El buen musulm¨¢n
Ah¨ª es nada: un western americano, protagonizado por uno de esos h¨¦roes sin m¨¢cula de la conquista del salvaje Oeste, un jinete del Pony Express (Mortensen), que comienza tan can¨®nicamente como para recordarnos una de las m¨¢s brutales matanzas de indios que recuerdan las cr¨®nicas, la de Wounded Knee, se transforma de pronto... en la cr¨®nica de una carrera por las doradas, quemantes arenas del desierto ar¨¢bigo.
Una lid sin m¨¢s reglas que la supervivencia entre los mejores purasangre ¨¢rabes y el m¨¢s bien maltrecho, aunque inteligente, caballo de nuestro jinete. Una lid que, como imaginar¨¢ hasta el m¨¢s incauto de los espectadores, en realidad persigue algo m¨¢s que mostrar una carrera de caballos: se trata, ni m¨¢s ni menos, de mostrar c¨®mo se las gastan los musulmanes por sus tierras... y lo buenos y caballerosos que pueden ser los americanos cuando entran en contacto con sus extra?as, tan poco democr¨¢ticas costumbres.
OC?ANOS DE FUEGO
Direcci¨®n: Joe Johnson. Int¨¦rpretes: Viggo Mortensen, Omar Sharif, Zuleikha Robinson, Louise Lombard, Adam Alexi-Malle. G¨¦nero: aventuras. EE UU, 2004. Duraci¨®n: 136 minutos.
Larga, inusualmente estirada peripecia especialmente apta para amantes de los caballos (pero a condici¨®n de que no le pidan demasiada verosimilitud a lo que ven), en la que la carrera ocupa m¨¢s de dos tercios de su desarrollo, a lo largo de su sinuoso recorrido ocurren todas las cosas que nos esperamos: trampas de algunos de los participantes, amistad con otros, una historia de seducci¨®n frustrada, otra de amistad bien resuelta y hasta una peripecia que parece extra¨ªda de una de aquellas aventuras ex¨®ticas de los a?os veinte, como aquel El hijo del ca¨ªd que hizo la fama de Rodolfo Valentino.
Pero lo que, a la postre, se recordar¨¢ del filme es la lecci¨®n suprema de la superioridad del hermano americano sobre el resto de sus oponentes, adem¨¢s de la buena voluntad que demuestra el h¨¦roe para entender a los que no son como ¨¦l, es decir, a los musulmanes. Vamos, que si la hubiese escrito George Bush Jr. con la mente puesta en vender la intervenci¨®n en Irak y en la ocupaci¨®n militar de todos conocida no lo hubiera hecho muy diferente.
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