Retrato del vanguardista espa?ol adolescente
Tras exhibirse en el Artium, de Vitoria, se puede ahora visitar, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa, de Madrid, la exposici¨®n Nicol¨¢s de Lekuona. Imagen y testimonio de la vanguardia, en la que se han reunido m¨¢s de 150 obras de este artista vasco, nacido en la localidad guipuzcoana de Ordizia en 1913 y muerto tr¨¢gicamente en el frente de batalla de Fr¨²niz en 1937, a los 23 a?os. Las comisarias de la muestra han sido Adelina Moya, la gran especialista en Lekuona y en la vanguardia hist¨®rica vasca, y Rosalind Williams, conservadora del MNCARS, que han hecho un excelente trabajo de recuperaci¨®n y ordenaci¨®n de la muy variada obra de este sorprendente vanguardista, desaparecido casi, como quien dice, cuando empezaba a dar fruto.
NICOL?S DE LEKUONA. IMAGEN Y TESTIMONIO DE LA VANGUARDIA
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa
Santa Isabel, 52. Madrid
Hasta el 31 de mayo
Ciertamente, Nicol¨¢s de Lekuona no fue la ¨²nica v¨ªctima art¨ªstica mortal de la Guerra Civil espa?ola, ni, como la mayor parte de los dem¨¢s muertos, el ¨²nico fallecido en plena juventud -recu¨¦rdense, entre otros artistas pl¨¢sticos, los casos del santanderino Ricardo Bernardo o del malague?o Alfonso Ponce de Le¨®n-, pero, sin duda, el de menor edad al morir. En cualquier caso, a casi todos ellos, esta muerte prematura y su condici¨®n de vanguardistas les impidi¨® obtener un adecuado reconocimiento hasta pr¨¢cticamente llegar a la transici¨®n democr¨¢tica, cuando se pudo recuperar la memoria de lo mucho prohibido y silenciado durante la dictadura franquista, cuya larga duraci¨®n borr¨® su rastro y dispers¨® su escasa obra. No obstante, el encomiable esfuerzo llevado a cabo por algunos investigadores, a veces ayudados por familiares y amigos de los difuntos, ha permitido reconstruir los restos de una obra, que, como en el caso que nos ocupa, es de un alt¨ªsimo inter¨¦s.
Pero ?c¨®mo calificar as¨ª
lo producido por un artista reci¨¦n salido de la adolescencia, cuya producci¨®n, como ahora se puede comprobar, se circunscribe al parvo espacio temporal de apenas cuatro a?os, entre 1932 y 1936, cuando todav¨ªa era un estudiante? Aunque pueda parecer incre¨ªble, la respuesta est¨¢ en la exposici¨®n, que confirma materialmente, no s¨®lo la variedad de lo que Lekuona acometi¨®, sino, en efecto, su enorme inter¨¦s. Todo ello naturalmente tiene que ver con el talento y la laboriosidad de este jovenc¨ªsimo artista, pero tambi¨¦n con el fervor que ilumin¨® a su generaci¨®n, uno de cuyos principales centros de energ¨ªa moderna se produjo en la pujante plataforma del San Sebasti¨¢n de los a?os de 1930, donde nos encontramos con nombres tan importantes en arquitectura y artes pl¨¢sticas, como los de Olasagasti, Oteiza, Aizpur¨²a, Ribera, Cabanas, Flores Kaperotxipi, etc¨¦tera.
Portando siempre el sello de una decidida modernidad, la obra de Nicol¨¢s de Lekuona tuvo un registro realmente vers¨¢til, porque, adem¨¢s de pintar y dibujar, us¨® el m¨¢s variado repertorio posible a partir de la fotograf¨ªa, desde lo que se entiende t¨¦cnicamente como foto convencional, aunque interpretada seg¨²n temas y encuadres vanguardistas, hasta todas las formas de fotomontaje. Por lo dem¨¢s, desde el punto de vista estil¨ªstico, este joven artista, pleno de pasi¨®n y ¨¢vido de novedades, se inscribe, sobre todo, en la corriente surrealista de los a?os treinta, pero no sin dejar de mostrar otras influencias vanguardistas de diversa procedencia. Dadas las circunstancias, no pod¨ªa ser de otra manera, pero lo asombroso de Lekuona no es tanto lo que le fascina, sino sus personales resultados, que le sit¨²an en un lugar destacado en la emergente vanguardia espa?ola de esos a?os, sin necesidad de hacer piadosas concesiones en relaci¨®n con su corta y tr¨¢gica existencia. El material acopiado en la presente muestra basta y sobra -insisto- para acreditarlo, pero, adem¨¢s, se inscribe en un contexto de excepcional pasi¨®n creadora, como pocas veces se produce en la historia de un pa¨ªs, dicho sea con el correspondiente tono melanc¨®lico.
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