Sol, sol, mi, la, sol
Enseguida que se supo que hab¨ªa habido un atentado en Madrid, el due?o del bar mexicano El Chapul¨ªn, de la calle de Muntaner esquina con Val¨¨ncia, coloc¨® dos carteles en el escaparate donde normalmente tiene la lista de precios. Uno con el texto "ETA, eres el c¨¢ncer de Espa?a" y otro con el dibujo de muchas manos blancas. Es un restaurante al que suelo ir a cenar (cocinan muy bien) excepto los fines de semana, porque cantan rancheras. Hoy [por ayer], el d¨ªa siguiente al atentado, el due?o sale a saludarme en cuanto me ve. "Ya s¨¦ que esta vez no han sido ellos", me dice, mientras despega del cristal el cartel de las manos blancas. "Por una vez, estos hijos de su madre no han sido". Y tambi¨¦n arranca el otro. Un poco m¨¢s all¨¢, en la tienda macrobi¨®tica Bioespace, en la calle de Val¨¨ncia, junto a Muntaner, han improvisado un aparador en se?al de luto con lo que ten¨ªan m¨¢s a mano: un delantal blanco al que le han pegado un cresp¨®n negro. El delantal est¨¢ sujeto sobre una tabla de madera con productos de los que se venden en la tienda: una caja de "osito sanito fortach¨®n", una l¨¢mpara en forma de piedra y otra caja de extracto de perilla.
El autob¨²s 5076 lleva tambi¨¦n un cartel en el que se lee: "No al terrorisme". De camino hacia el centro, en la calle de Consell de Cent, 265, ya en pleno barrio gay, veo un balc¨®n con la bandera del arco iris, el cresp¨®n y la palabra peace. Muy cerca, la tienda de frutas Alcaley tambi¨¦n ha querido unirse al luto. En el toldo, desplegado, cuelgan unos carteles: el primero, blanco, con el dibujo del cresp¨®n; el segundo, verde, con el precio de la bandeja de champi?ones (0,60 euros), y el tercero, tambi¨¦n verde, con el de la chirimoya. Bajo por Balmes. Es mediod¨ªa y los oficinistas han salido a la calle a cumplir con el minuto de silencio. Las tiendas de la calle de Pelai est¨¢n vac¨ªas. S¨®lo los clientes del Starbucks, la mayor¨ªa extranjeros, siguen tomando sus caf¨¦s como si nada. Entro en un bar. Tienen puesta la televisi¨®n y, en esos momentos, los clientes siguen la comparecencia de Mariano Rajoy en la sede del PP, como si ya fuera presidente del Gobierno. "Quiero decir que estoy orgulloso de los espa?oles...", declara. Y a?ade: "Quiero decir que, frente a la amenaza al terror indiscriminado...". Es una frase hueca de las que se suelen pronunciar en estos casos. ?Qu¨¦ significa "terror indiscriminado"? ?Que el terror "discriminado", pongamos por caso el de ETA (que discrimina), ser¨ªa menos malo? Luego sale Aznar, que habla con su tono irritado de siempre. En la barra, un hombre que toma un cortado bromea: "Esto te pasa por hacerte amigo del malo de la clase". Y como los dem¨¢s clientes aprueban con la cabeza, lo repite.
Fuera, en la puerta de una autoescuela, una se?ora llora. Los estudiantes que ya llenan la calle, cortada al tr¨¢fico, en cambio, est¨¢n muy excitados. R¨ªen y hacen fotos a la multitud con los m¨®viles. Los empleados de las tiendas de ropa, con sus ombligos al aire, sus tipos escu¨¢lidos, sus cinturones de pl¨¢stico y camisetas estrechas, parecen a¨²n m¨¢s delgados que cuando est¨¢n dentro de sus h¨¢bitats. Ahora, una mujer joven consuela a la se?ora que llora. "Este establecimiento cerrar¨¢ sus puertas a las 18.30 en se?al de duelo por los actos terroristas cometidos ayer en Madrid", leo en la cristalera de la tienda Fosco. En la puerta de Pull and Bear, los empleados aprovechan para fumar un cigarrillo tras otro. Est¨¢n todos: el vendedor, de negro y con patillas mapa de Italia; la vendedora, con camiseta rosa; el vigilante, con su traje de vigilante, y los mozos del almac¨¦n, en mono azul. M¨¢s all¨¢, las tres empleadas de la perfumer¨ªa Ella y ?l miran a los estudiantes, que corean la consigna: "?Hi-jos de pu-ta!" (sol, sol, mi, la, sol) y luego dan cinco palmadas al mismo ritmo (corchea, negra, corchea, negra y negra.) Tambi¨¦n corean "?esto nos pasa por un Gobierno facha!" y "per culpa del PP tenim aquest merder!". En el edificio en construcci¨®n de enfrente, los alba?iles han interrumpido el trabajo y observan el espect¨¢culo asomados al balc¨®n. A mi lado, un estudiante, que lleva una litrona en la mano, se r¨ªe sorprendido al o¨ªr la consigna "hijos de puta". Duda y tambi¨¦n la grita. Eso hace que se r¨ªan los de m¨¢s atr¨¢s y que tambi¨¦n la coreen. Dos chicas sostienen una pancarta con un dibujo de Aznar que est¨¢ siendo sodomizado por una especie de P¨¢jaro Loco. Junto al P¨¢jaro Loco hay una nota aclaratoria: "Bin Laden". A medida que la concentraci¨®n avanza, las caras de los participantes se vuelven m¨¢s serias. "Estoy en el Pull and Bear", dice por el m¨®vil el trabajador de una empresa de limpieza. "Pero no creo que me d¨¦ tiempo. Esto est¨¢ colapsado". Un repartidor de cartas, que ha estado bastante rato mirando, decide reanudar el trabajo.
En todo el centro hay se?ales de luto. Algunas floristas de La Rambla han hecho composiciones florales, los quioscos exhiben un cartel en los cristales con la frase "los vendedores de prensa, por la paz y contra el terrorismo". En la sede de CiU han recogido la bandera con una franja negra y el McDonald's que hace esquina con la calle de Ferran ha colocado tambi¨¦n su cresp¨®n. Incluso en una ventana de la calle de Roger de Flor esquina con Diputaci¨® han formado el cresp¨®n negro con dos calcetines de ejecutivo.
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