?Es ¨¦ste el 11 de septiembre europeo?
Las explosiones de Madrid deber¨ªan ser el 11 de septiembre europeo. ?Pero nos sentimos verdaderamente heridos los dem¨¢s europeos? ?O tuvimos una reacci¨®n m¨¢s espont¨¢nea y emocional ante las v¨ªctimas de Nueva York? Y si ¨¦ste es el 11 de septiembre europeo, ?qu¨¦ va a hacer Europa al respecto?
En el d¨ªa del espanto, el Rey de Espa?a se dirigi¨® a su pa¨ªs por televisi¨®n, de pie junto a la bandera espa?ola. Habl¨® con rigidez pero de forma muy emotiva, y ofreci¨® "un abrazo... lleno de amor y tristeza" a los familiares de las v¨ªctimas. Habl¨® a su naci¨®n, de su naci¨®n y en nombre de su naci¨®n. No se ve¨ªa ninguna bandera europea. Sin embargo, los dem¨¢s europeos podemos no s¨®lo conmovernos por su discurso, sino sentir que forma parte de nuestra historia. Al fin y al cabo, se trata del Rey que ayud¨® a conducir a Espa?a de la dictadura a la democracia y que despu¨¦s, hace 23 a?os, y casi sin ayuda, salv¨® a la democracia espa?ola de un golpe militar. Aquel fue, como ¨¦ste, un acontecimiento europeo, parte de nuestra historia y nuestro futuro comunes.
?Y qu¨¦ significado tiene este atentado dentro de la "guerra mundial contra el terrorismo", proclamada por el presidente George W. Bush despu¨¦s del 11 de septiembre en Estados Unidos? Durante casi mil d¨ªas, los europeos y los estadounidenses han vivido con arreglo a calendarios distintos. Europa no cambi¨® como Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Gritamos "todos somos estadounidenses", pero no lo ¨¦ramos. No ten¨ªamos verdaderamente la impresi¨®n de estar en guerra, como ellos. ?Qu¨¦ pasar¨¢ ahora? ?Durar¨¢ algo m¨¢s el "todos somos espa?oles"? ?O acaso la fecha del 11 de marzo de 2004 acabar¨¢ resonando s¨®lo en la historia de Espa?a?
En gran parte, desde luego, depender¨¢ de qui¨¦n haya sido responsable del atentado. Si fue Al Qaeda, quedar¨¢n pocas dudas de que ¨¦ste ha sido el 11 de septiembre europeo. La gente que viajaba en esos trenes habr¨¢ muerto como castigo por los pecados de Occidente. (Qu¨¦ m¨¢s da que entre las v¨ªctimas inocentes hubiera musulmanes del norte de ?frica que viven a las afueras de Madrid. No vamos a importunar a los terroristas isl¨¢micos con semejantes detalles). Para prevenir suficientes atentados ser¨¢ necesaria una mayor cooperaci¨®n entre los servicios policiales y de informaci¨®n europeos, as¨ª como procedimientos comunes de inmigraci¨®n y asilo. Nos daremos cuenta, por fin, de que el terrorismo isl¨¢mico es una amenaza que est¨¢ geogr¨¢ficamente m¨¢s pr¨®xima a nosotros que a Estados Unidos. Estar¨¢ claro lo que tiene que hacer Europa, aunque no por ello ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil.
Tambi¨¦n habr¨¢ razones m¨¢s firmes para la solidaridad europea. Si se ha escogido el Gobierno de Aznar como blanco por haberse unido a lo que Al Qaeda denomina la "alianza cruzada y sionista" en la guerra de Irak, la lecci¨®n que tenemos que extraer no es que los Gobiernos europeos no deban emprender acciones en el mundo musulm¨¢n por miedo a las represalias, sino que los europeos tienen que estar m¨¢s unidos, para una cosa o para otra.
Si, por el contrario, los responsables son miembros del movimiento terrorista vasco ETA, o un grupo radical escindido de la organizaci¨®n, ser¨¢ enorme la tentaci¨®n de decir que es un problema fundamentalmente espa?ol; del mismo modo que los europeos del continente, en general, opinan que el IRA es un problema brit¨¢nico, no europeo. De hecho, el primer ministro espa?ol situ¨® su primer discurso televisado en un contexto muy nacional. Habl¨® de que a las v¨ªctimas las hab¨ªan matado "s¨®lo por ser espa?olas", con lo que implicaba, evidentemente, que los asesinos eran separatistas vascos. "Somos una gran naci¨®n", dijo, "cuya soberan¨ªa reside en todos los espa?oles".
Cuando Espa?a entr¨® en la UE, en 1986, muchos confiaban en que el marco europeo, con sus niveles de soberan¨ªa compartida, ayudara a resolver el problema vasco. No ha sido as¨ª; o, al menos, no lo suficiente. Los pol¨ªticos de la mayor¨ªa vasca presionan desde hace tiempo, por medios pac¨ªficos, para acercarse cada vez m¨¢s a la independencia; el ¨²ltimo ejemplo fueron las propuestas del presidente vasco, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, para que su comunidad se convierta en un "Estado libre" estrechamente asociado a Espa?a. Si resulta que ETA es la responsable de este atentado, la respuesta de Madrid -independientemente del partido que venza en las elecciones generales del domingo- ser¨¢ casi con seguridad un rotundo "ni hablar". Es posible que otros europeos deseen ofrecer su ayuda como "honrados mediadores" en esta relaci¨®n tan tremendamente dif¨ªcil, pero, al final, la soluci¨®n s¨®lo podr¨¢ encontrarse dentro de la propia Espa?a. Por consiguiente, con el tiempo existir¨¢ la tentaci¨®n de considerar que ¨¦ste no es un 11 de septiembre europeo, sino espa?ol.
Estados Unidos dir¨¢ probablemente, en una met¨¢fora tan manida que me aburre, que ha sido una llamada para despertar a Europa. Y es verdad. Seamos sinceros: en Europa estuvimos pac¨ªficamente dormidos durante demasiado tiempo despu¨¦s del 11 de septiembre estadounidense. Ahora bien, la solidaridad europea que debe responder a toda esta barbarie consiste tambi¨¦n, entre otras cosas, en decir a Estados Unidos -y dec¨ªrselo con una sola voz- qu¨¦ errores est¨¢ cometiendo Washington en su "guerra contra el terror". Si alguien quiere saber cu¨¢les son esos errores, que lea un libro ingenioso y est¨²pido de David Frum y Richard Perle titulado An End to Evil: How to Win the War on Terror (El fin del mal: c¨®mo ganar la guerra contra el terrorismo). (Una persona no puede ser sabia y est¨²pida al mismo tiempo, pero ingeniosa y est¨²pida, s¨ª). Frum y Perle argumentan que, dentro de su estrategia para ganar la guerra contra el terrorismo, Estados Unidos debe dejar de fomentar "una mayor integraci¨®n de Europa" y "obligar a los Gobiernos europeos a escoger entre Par¨ªs y Washington". Gobiernos europeos como el espa?ol, en la actualidad uno de los m¨¢s estrechos aliados de Washington.
Sin embargo, ahora, a la luz del atentado de Madrid, tenemos que preguntarnos qu¨¦ es lo que de verdad hace falta para que los europeos tengan una participaci¨®n eficaz en la guerra contra el terrorismo. Tanto si la responsabilidad es de Al Qaeda como si es de ETA, la respuesta es: mayor cooperaci¨®n dentro de Europa y, en concreto, con Francia. Francia es el pa¨ªs que tiene la poblaci¨®n musulmana m¨¢s numerosa en la Uni¨®n Europea y, dado que los vascos viven a ambos lados de la frontera, es el aliado europeo m¨¢s importante de Espa?a a la hora de afrontar la amenaza del terrorismo vasco. Pero ah¨ª est¨¢n esos dos hombres tan listos en Washington, intentando abrir una brecha entre Espa?a y Francia, en nombre de la "guerra contra el terrorismo". Ante el Mal indiscutible, lo que tenemos que hacer es dejarnos de tontas pol¨¦micas transatl¨¢nticas y ponernos serios.
Y ponernos serios como europeos. Dentro de dos semanas se celebrar¨¢ la reuni¨®n habitual de jefes de Gobierno de la UE en Bruselas, bajo la presidencia de los irlandeses, que algo saben sobre las sangrientas repercusiones del terrorismo. Hasta que sepamos qui¨¦n ha cometido esta atrocidad, es demasiado pronto para decir c¨®mo deben reaccionar los europeos. Pero, si creemos en la existencia de Europa, no debemos conformarnos con el t¨ªpico comunicado anodino.
Esto es todo lo que nos permite decir un an¨¢lisis reposado cuando s¨®lo han pasado 24 horas y existen tantas incertidumbres; salvo, tal vez, que el an¨¢lisis reposado no basta. En un momento as¨ª, lo que m¨¢s necesitamos es transmitir la solidaridad, no s¨®lo intelectual, sino de sentimiento, igual que se la transmiti¨® el defensor real de la democracia espa?ola, de forma tan conmovedora, a su pueblo. Tengo la esperanza de que sentir¨ªamos esa solidaridad si el atentado terrorista se hubiera producido en una ciudad de China, Per¨² o Ghana, simplemente porque somos humanos. Y no hay duda de que tuvimos esa reacci¨®n cuando ocurri¨® en una ciudad de Estados Unidos. Pero, si somos europeos, la sentiremos de forma mucho m¨¢s intensa, porque este atentado se ha producido en una ciudad de Europa. Todas nuestras banderas, europeas o nacionales, est¨¢n a media asta.
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