De fatalidad en fatalidad
Pese al relevo de Lotina por Antic, el Celta se precipita hacia el final de su ciclo m¨¢s brillante
Circula entre los aficionados del Celta el malicioso chascarrillo de que a Celestino, la mascota del equipo, le han detenido por tr¨¢fico de drogas. Tanto abundan ¨²ltimamente las fatalidades en el club de Bala¨ªdos, que esta noche se enfrenta al Valencia, que cualquier desgracia es veros¨ªmil, con lo que el descenso a la Segunda Divisi¨®n ya no es observado como una amenaza, sino como un destino invariable. Apenas un mes y medio despu¨¦s de la llegada de su nuevo entrenador, Radomir Antic, considerado un especialista en recuperar a equipos moribundos, el optimismo de los primeros momentos ha dado paso a una severa desesperanza, sustentada por un juego apenas revitalizado por el t¨¦cnico serbio y por una cadena de calamidades que parecen producto de una conspiraci¨®n diab¨®lica contra el conjunto de Vigo.
Plante, juergas y lesiones de jugadores, juicio por presunta agresi¨®n, pugna con el Ayuntamiento, flaqueza defensiva...
Antic se estren¨®, sin apenas tiempo de tomar las riendas del grupo, con una derrota m¨ªnima en el estadio Ruiz de Lopera ante el Betis. Despu¨¦s vino un digno partido frente al Villarreal (2-1) y uno pr¨¢ctico (0-2) en Valladolid. Con estos dos triunfos sucesivos, el sustituto de Miguel ?ngel Lotina parec¨ªa haber detenido la ca¨ªda en barrena y hasta se empez¨® a hablar de alcanzar un puesto para la Copa de la UEFA, casi nada. Pero desde entonces lo ha perdido todo: tres partidos de la Liga y dos de la Champions, con una eliminaci¨®n en el feudo del Arsenal que dej¨® en la hinchada c¨¦ltica el mal sabor de boca de los cuadros decadentes. En esos cinco encuentros, el Celta ha recibido 16 tantos, cinco de ellos de una tacada frente a un rival directo y que marcha el pen¨²ltimo en la clasificaci¨®n, el Espanyol de Luis Fern¨¢ndez.
Habr¨ªa que remontarse a 1950 para encontrar un equipo de Primera con tantas y tan extravagantes goleadas como local. Tres de los adversarios que pasaron por el feudo vigu¨¦s han subido cinco tantos a su casillero mientras la escuadra de Antic no deja de lamentar lesiones, goles absurdos, penaltis inocentes y expulsiones inexplicables; esto es, el ritual que suele acompa?ar a los equipos que se precipitan hacia el abismo.
Todo ello, en una temporada que ha contemplado un plante de los jugadores en el hotel de concentraci¨®n en v¨ªsperas de un Celta-Milan de la primera fase de la Liga de Campeones por un asunto de deudas, varias juergas nocturnas de los futbolistas, un juicio a Vagner con petici¨®n de a?o y medio de c¨¢rcel por presunta agresi¨®n a un polic¨ªa y un encarnizado enfrentamiento con el Ayuntamiento de Vigo por la construcci¨®n del nuevo estadio.
Todas las derrotas recientes desprenden olor a desdicha. Frente al M¨¢laga, y en medio del dominio celeste, Antic se vio a los diez minutos con un jugador menos y un gol de penalti en contra por una ingenuidad de Sergio. En el Bernab¨¦u, el Celta puso al Madrid contra las cuerdas durante la primera mitad para caer con estr¨¦pito en la segunda. Contra el Espanyol, los de Antic se marcaron un gol en propia puerta, otro en un penalti regalado y un tercero en una ingenua entrega de su portero Pinto al marroqu¨ª Hadji, a la saz¨®n jugador rival. El pasado mi¨¦rcoles, en Highbury, no se llevaba ni media hora cuando ya hab¨ªan ca¨ªdo lesionados Luccin y Sylvinho antes de que Contreras, sustituto del brasile?o, viera la tarjeta roja. La enfermer¨ªa est¨¢ repleta, con la frustrante sensaci¨®n de que siempre cae el jugador m¨¢s en forma o el que tiene peor recambio.
Con el entrenador serbio, el Celta ha dejado momentos de buen f¨²tbol, pero contrastan con una flaqueza defensiva que contagia a todo el grupo. Mucho menos resguardados que con Lotina, los zagueros proliferan las entregas al contrario o se sacuden el bal¨®n. Con el preparador vasco, el grupo tiraba de tres y hasta de cuatro medios defensivos. Ahora, de su pivote Luccin -por cierto, lesionado para un mes- hacia arriba todos atacan sin una red que les proteja de los habituales titubeos defensivos. As¨ª, recibir entre tres y cinco goles se ha convertido en mero costumbrismo.
Nadie pon¨ªa en duda entre el celtismo que el buen ciclo llegar¨ªa a su fin, dada la magra renovaci¨®n de su envejecida plantilla, pero pocos sospechaban un final tan brusco. Despu¨¦s de seis a?os desfilando entre los mejores de Europa con un f¨²tbol a menudo delicioso, gente como Jos¨¦ Ignacio y ?ngel lograron el curso pasado el pasaporte para la Champions por el que tanto hab¨ªan luchado los ex Mazinho, Makelele, Revivo, M¨ªchel Salgado y compa?¨ªa.
El premio lleg¨® demasiado tarde: aunque lo mejor del equipo se ha visto en Europa, s¨®lo en los dos partidos frente al Ajax se revivieron aquellas sensaciones de cuando al Celta se le llamaba La M¨¢quina. Parte de la responsabilidad se le atribuye a un s¨ªmbolo del club, el ruso Mostovoi, que se ha quedado sin gasolina sin siquiera pasar por la reserva. El capit¨¢n ya escucha silbidos de una afici¨®n que le ador¨®, pero que se rebela con impotencia ante el abrupto final de una ¨¦poca.
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