Un rostro en la multitud
Pod¨ªa haber sido cualquiera, y tambi¨¦n t¨², en la ma?ana infernal del 11 de marzo. Un rostro en la multitud, un inmigrante, un estudiante de la Universidad, alguien que al fin hall¨® en el viaje la esperanza que buscaba. Y fue un viaje truncado, una herida que le alcanz¨® al alba y para siempre. Si viajar es llegar, la met¨¢fora del desastre es ese viaje sin final.
Digamos que este joven, o esta chica, cualquiera, o tambi¨¦n t¨², ten¨ªa en el alma el porvenir de vivir, y su equipaje era tan humilde como un libro. Imaginemos que lleg¨® a Sevilla, o a Guadalajara, o a Madrid, o a cualquier sitio, cuando a¨²n no pod¨ªa decir su nombre en espa?ol; acaso se subi¨® al idioma en plena calle y luego consigui¨® que la escuela y la gente le ense?aran no s¨®lo la lengua sino la tierra misma, su sentido. En ese tiempo en que se le peg¨® el idioma y tambi¨¦n el acento que no llegaron a hablar sus padres, digamos que fue como cualquiera, encontr¨® amigos y conoci¨® el odio o la miseria, y, como aquel personaje de Camus, advirti¨® c¨®mo se romp¨ªa la armon¨ªa del d¨ªa, el silencio excepcional de una playa en la que fue feliz.
Pero en medio de los desastres de vivir y de buscar, pudo empezar tambi¨¦n, por ejemplo, a amar la poes¨ªa, y acaso en una de esas b¨²squedas de los poemas que iban a estar cubriendo su pared de joven a¨²n perplejo ante lo que hab¨ªa de ser el destino, escribi¨® con sus propias manos lo que dijo de los emigrantes que mueren fuera de su tierra el poeta Jos¨¦ Hierro en R¨¦quiem: ah¨ª podr¨ªan estar a¨²n, pegados con chinchetas, algunos de esos versos: "Tus abuelos / fecundaron la tierra toda, / la empaparon de la aventura". Y m¨¢s all¨¢ en ese poema rechina hoy el porvenir tachado: "Definitivamente todo / ha terminado. / Su cad¨¢ver est¨¢ tendido en D'Agostino /... / Se dir¨¢ una misa cantada por su alma".
Ese era el R¨¦quiem por un espa?ol cualquiera, muerto en el extranjero, solo y pobre, y ahora ese R¨¦quiem es tambi¨¦n para ¨¦l, muerto en Espa?a, adonde emigr¨®, un d¨ªa en el que el disparo m¨²ltiple del terror le alcanz¨® a ¨¦l y le alcanz¨® a todos los que tienen su verdadero nombre y apellido y nunca pensaron que la madrugada les esperaba con esa traici¨®n insuperable.
Los que viajan ponen en las maletas lo necesario y tambi¨¦n lo imprescindible, as¨ª que acaso este joven, o esta chica, un rostro en la multitud, llevaba asimismo aquellos consejos que Rilke daba a quienes quisieran seguirle en la poes¨ªa. Imaginemos que, en alg¨²n momento de la madrugada, esta v¨ªctima an¨®nima que tiene todos los rostros que podamos recordar lee: "Viva ahora las preguntas... Un d¨ªa se adentrar¨¢ en la respuesta... El verano siempre acude". Y despu¨¦s la oscuridad, el fuego, el final terrible, el disparo, como un libro quemado entre las manos del viajero que no lleg¨® a la paz ni a ning¨²n sitio.
La Fundaci¨®n Miguel ?ngel Blanco y la Fundaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo preparan para junio una exposici¨®n en la que grandes escritores del mundo le ponen pie a una fotograf¨ªa dram¨¢tica, sobre una v¨ªctima, sobre cualquier v¨ªctima del terror. Hoy sobrecoge repasar esos textos, y esas fotos, que a¨²n no eran tan dram¨¢ticas, con serlo tanto, como aquellas que hemos visto el jueves negro. Dec¨ªa Juan Goytisolo: "Los terroristas matan a sangre fr¨ªa en nombre de un pueblo que en su inmensa mayor¨ªa los rechaza...". Y dec¨ªa Jos¨¦ Saramago (hablando de una fotograf¨ªa en la que se ve a Ortega Lara): "Sus ojos han visto el ¨²nico infierno que en realidad existe: el de la infinita crueldad humana". Y esto dijo Dario Fo: "Del terrorista no se ve su cara, sus ojos (...) sino el pensamiento de venganza, de violencia y de muerte que nada en su mente... La locura de una muerte in¨²til".
Vendr¨¢n por ti, por m¨ª, por todos... El rostro que acud¨ªa esa ma?ana al viaje que ya no tendr¨¢ retorno tampoco tendr¨¢ nunca m¨¢s el probable temblor de la poes¨ªa para explicarse la crueldad de los ojos del hombre disparando.
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